25 julio, 2013

ANA Y JOAQUÍN, RESTO DE ISRAEL, CREYENTES EN DIOS



Hoy, 26 de Julio, es Santa Ana, la madre de la Virgen María. Junto con Joaquín, su esposo, recogen la mejor tradición de los «los pobres del señor» (los Anawim), y la transmiten a su hija, María. En ellos está viva la esperanza de su pueblo y germina el futuro de la humanidad.

 

1. Los caminos insospechados de Dios

 

Siempre debemos dar gracias a Dios por el don de la fe, porque él ha tenido a bien revelarnos a su Hijo Jesús. La fe no es un camino trillado, sino que se abre siempre con perspectivas nuevas. En este año de la fe a punto de concluir, la Iglesia nos ha invitado y nos sigue invitando a entrar en los caminos insospechados de Dios.

Caminos insospechados. Dios es Dios y no tiene por qué ir por los caminos que nosotros prevemos o incluso le queremos preparar. Cuando leemos la Palabra de Dios vemos cómo Abrahán vivía en su tierra con su familia, y sin embargo Dios le pide que se ponga en camino sin decirle ni dónde va ni qué tiene que hacer. ¿Nosotros, hoy, nos pondríamos en camino, yendo de lo seguro a lo desconocido sólo porque Dios nos hiciera unas muy vagas promesas?

Moisés se resistió con uñas y dientes a su vocación. Él había decidido rehacer su vida lejos de Egipto, y Dios le llama para que vuelva al país del que ha huido, y para que saque a su pueblo, con el que no ha convivido.

David es de todo menos santo. Mercenario con los enemigos de Israel, luego jefe conquistador y victorioso, rey caprichoso… Una verdadera colección de méritos. Pero Dios le cambió la vida porque se fijó en él y le hizo símbolo de una promesa.

El profeta Jeremías no quería ser profeta. Una y otra vez protesta contra el Dios que le ha llamado; pero a su vez reconoce que cuando no escucha las palabras de Dios no puede vivir sin ellas, porque las necesita.

Pablo es prototipo de persona que vive con celo extremo cualquier cosa que se propone. Se había propuesto exterminar a la Iglesia naciente, pero Dios le cambió la vida e hizo de él el gran anunciador del evangelio.

Podemos decir que Dios no sigue las sendas trilladas. Dios es Dios, y va haciendo su plan de salvación con cada uno de nosotros. Con libertad, por supuesto, porque si no nos diera libertad dejaría de ser Dios. Nos va llevando, incluso, aunque no se le pongamos nada fácil porque todos tenemos otros proyectos.

El Tiempo de Dios. Podemos admitir incluso que Dios nos lleve por donde nosotros nunca iríamos. Pero nos cuesta más aún el tiempo que empleamos. Las personas, más aún las modernas, participamos de esa sensación colectiva de que ‘lo queremos todo y lo queremos ya’. No existe ni la paciencia, ni la pedagogía, ni el aprendizaje, ni la corrección, ni la contemplación, ni la maduración, ni el posarse… Lo queremos todo y lo queremos ya.

Sin embargo, el Dios Bíblico, siempre sorprendente, tiene su tiempo y se toma sus tiempos. En efecto ¿cuánto tuvo que pasar desde que Dios le promete a Abrahán que será padre, hasta que nace Isaac? ¿Cuánto tuvo que pasar el pueblo de Israel desde que sale de Egipto hasta que entra en la tierra? ¿Cuánto tuvo que pasar el mismo Jesús en su etapa de desierto?

Los corazones humanos crecen con la experiencia. La sabiduría de Dios no está en los libros, sino en el gustar a Dios. La vida con Dios no se mide según los criterios humanos de ‘excelencia’, o de ‘capacidad’, o de ‘aptitudes’ fuera de lo común. También en esto Dios nos da su lección, pues Jesús nos recuerda cómo los misterios del Reino los entiende la gente sencilla pero se le ocultan a la gente rebuscada, retorcida y complicada.

2. Dichosos porque hemos visto y oído

 

Un resto… San Pablo nos recuerda en la Carta a los Romanos que Dios ha elegido para llevar adelante su plan de salvación a un «resto». En realidad, san Pablo recoge la teología del profeta Isaías, cuando ya advierte a sus conciudadanos de que no se deben confiar en su vida disoluta, porque Dios llevará adelante su salvación sólo con unos pocos.

Estamos de nuevo ante la paradoja y ante los caminos insospechados de Dios. ¿Acaso Dios espera en los grandes proyectos de los príncipes y señores de este mundo? ¿Acaso Dios se fija en los grandes resultados? ¿Acaso Dios se sirve para su salvación de masas enfervorizadas y manipulables?

Las promesas de Dios a lo largo de la Escritura van trazando lo que Dios quiere y espera. No espera en un pueblo que sigue a los ídolos, o que se olvida de la alianza cuando no le interesa. La Escritura alaba, sin embargo, a los hombres de bien, como dice el Elogio del Eclesiástico. Personas que fueron fieles a Dios, por eso su recuerdo perdura en la asamblea de los creyentes.

Dichosos… El evangelio da un paso más. Ya no sólo ‘elogia’ o ‘alaba’ a estas personas de bien, sino que los proclama ‘dichosos’. ¿En qué consiste esta dicha? En ver que las promesas de Dios se han cumplido en la persona de Jesús, en su vida, en su mensaje, en su Reino.

Si aplicamos esto a nosotros, podemos decir que somos dichosos porque hemos conocido a Cristo. Que lo que los grandes personajes de la historia de la salvación sólo pregustaban, sólo adivinaban, sólo podían intuir, nosotros lo podemos conocer. Somos dichosos porque hemos visto y oído la Buena Noticia de la salvación de Dios. ¿No es motivo para que continuamente demos gloria a Dios y vivamos esta buena noticia ante nuestros hermanos?

 

3. Joaquín y Ana, testigos del resto que ha visto y oído

 

            La fiesta de hoy hace que volvamos nuestra mirada sobre san Joaquín y santa Ana. Ellos pertenecen a la historia del Pueblo de Israel que supo esperar y que preparó la llegada de Cristo.

            Joaquín y Ana entendieron los caminos insospechados de Dios, y supieron que aunque en la ancianidad, y después de muchas pruebas (la risa de los compañeros de Joaquín y su consiguiente tristeza, la separación de los esposos cuando Joaquín se retira al desierto a hacer penitencia) Dios siempre cumple y Dios se toma su tiempo. Es la pedagogía de Dios. 

            Joaquín y Ana pertenecen a ese «resto de Israel» anunciado por Isaías y que recoge san Pablo en los Romanos. Son el resto que sabe que Dios va a cumplir sus promesas aunque aparentemente los signos e indicadores políticos o sociales, o humanos, vayan por otros caminos. Un resto fiel que sólo pone su confianza en Dios.

            Joaquín y Ana anticipan ya y cumplen a la perfección la bienaventuranza que proclama Jesús en el evangelio: ‘Vosotros habéis visto y oído’.

            Que en esta fiesta de san Joaquín y santa Ana, dejemos que Dios abra nuevos caminos en nuestra vida; que nos sintamos parte de este resto elegido por Dios para llevar adelante su plan de salvación y que nos sintamos dichosos porque hemos conocido a Cristo, Plenitud de la revelación del amor de Dios.

 
Pedro Ignacio Fraile Yécora

26 de Julio de 2013

 
 

 

DIEZ POSTURAS RELIGIOSAS (O NO) ANTE LA TRAGEDIA DE SANTIAGO DE COMPOSTELA EN LA SOLEMNIDAD DE SANTIAGO APOSTOL

 
 
 
            La vida es comedia, y es drama y es tragedia. La primera es necesaria, pero en exceso nos cansa. El drama forma parte de nuestro quehacer y quevivir diario; convivimos más o menos serenamente con él. La tragedia nos asusta, nos hunde, nos emboca al grito más desesperanzado, o al silencio más ruidoso, o a la maldición incluso de lo más bendito.
            Ayer, en las vísperas de la Solemnidad del Apóstol Santiago, Patrón de España, se produjo una tragedia de las que quitan el aliento, estrechan por detrás y delante sin atreverse siquiera a decir una palabra más alta que otra. ¿Y qué dice Dios de estas y de otras tragedias? Pareciera que el ser humano occidental prescinde en su vida de Dios (muchos de ellos, no todos, evidentemente) hasta que llega la tragedia y vuelve su mirada y su grito a Dios. Como este blog es religioso quiero hacer una serie de reflexiones sobre la tragedia y Dios.
            (1) Para las personas que recibieron una formación religiosa en su infancia/adolescencia y que se han ido desplazando progresivamente hacia el mundo de la «no creencia», la fe en Dios no soluciona nada. En sus cabezas el dilema entre la fe en un Dios bueno que lo puede todo, pero que no hace nada, no tiene salida. Pierde la fe en Dios en aras de un enraizamiento creciente en este mundo: la aceptación serena de nuestra inmanencia. Es la «instalación en la finitud» de Tierno Galván.
            (2) Para las personas que nunca han sido religiosas, y que tienen formación filosófica, Dios no deja de ser una «solución antropológica» del pasado que hay que superar. Para ellos la palabra Dios no tiene valor; o todo lo más, un valor nominativo, conceptual, cultural, hipotético, pero no tiene capacidad de responder a nada porque consideran que es una palabra vacía de contenido real, de vida y efectividad.
            (3) Las personas sencillas y buenas, sin mucha formación religiosa, que creen en Dios de forma espontánea, natural, no entienden la tragedia, pero tampoco se atreven a juzgar a Dios. Ni entienden, ni protestan. Callan.
            (4) Las personas justicieras y engreídas, que se atreven a poner pleitos a todo el mundo, pide que se haga un «juicio a Dios», y si sale culpable, hay que echarlo de nuestras vidas. Nunca más hay que pronunciar su nombre.
 
 
            (5) Las personas «new age», panteístas (Dios no es personal), sino que «todo es divino», que creen en «energías», en «destinos» que nadie controla, donde el ser humano está al albur de lo que la fortuna le haya preparado, sólo pueden pensar: ¡Cuánta energía negativa se ha concentrado en ese tren! Pero ni explican nada ni dan esperanza. Porque no pueden.
            (6) Las personas de corte humanista recuerdan: «lo mejor es acompañar con el silencio»; «no decir nada»; «la mejor palabra es la que no se dice». Nada, nada, nada… ¿Y el consuelo? ¿También es «nada»?
            (7) Las personas que quieren creer y luchan con Dios, como Jacob, como Abrahán, como Job, como Jeremías, le dicen cara a cara: «no te entiendo», «no tienes defensa», «no sé qué quieres», «no sé adónde quieres llegar», «no puedo anunciarte». «Quiero que algún día me lo expliques».
            (8) Los creyentes de matriz humana, trágica, insumisa y poética, gritan como Dámaso Alonso en su poema ‘Insomnio’: ‘Paso largas horas preguntándole a Dios,
(…) ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?’
. Aceptan con hondo silencio como Antonio Machado ante la muerte de su esposa, ‘tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía; ya estamos solos mi corazón y el mar’. Teresa de Jesús aporta su brillante ingenio iluminado por la fe: ‘¿Así tratas a tus amigos? Por eso tienes tan pocos...’
            (9) El predicador de oficio tira de tablas y afirma: ‘Con Dios, no lo entiendo; sin Dios, me desespero’. Y añade, ‘estamos amenazados sí; pero desde la Vida plena de Cristo, no estamos amenazados de muerte, sino de Resurrección’.
            (10) El creyente cristiano, ¿qué dice?, ¿qué hace? Se abandona pero a la vez pregunta; protesta y a la vez deja que Dios sea Dios; renuncia a decir «nada», porque la palabra de Dios es de Vida; reza por los difuntos y por los vivos. Calla y reza, con dolor, pero un dolor esperanzado. La cruz de Cristo, para el creyente, se hace presente en la vida (no es el destino); no es la sentencia de un Dios cruel; no es el capricho de un Dios que juega con los frágiles humanos. Dios está llorando en Santiago. Santiago Apóstol está llorando en Santiago de Compostela. Jesús, el Señor, crucificado y Resucitado está llorando con Santiago en Santiago. Volvemos a la vida, la de cada día… y nos decimos… el hombre busca a Dios y Dios sale al encuentro del hombre. Con recuerdo, con mucho amor y con esperanza.
 
Pedro Ignacio Fraile Yécora
Solemnidad de Santiago Apóstol (25 de Julio de 2013)
 
 
 

 

23 julio, 2013

JESUS A SANTIAGO: ‘NO SEA ASÍ ENTRE VOSOTROS’


 

               Pasado mañana es la Solemnidad del apóstol Santiago, que a la sazón es Patrono de España. Releemos el texto del evangelio del día de la fiesta, con la madre que quiere un ‘ministerio’ en el gobierno del futuro reino (eso creía ella). Jesús le responde con cariño, sin humillarla, pero poniendo las cosas en su sitio. He pensado mucho si escribir o no algo en mi blog. Temas no faltan.

 -        En época de escándalos financieros y de abusos de poder diarios, donde se han ‘normalizado’, formando parte habitual del paisaje, hay que recordar las palabras que Jesús les dice a los hijos del Zebedeo: ‘Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen…’
 
-        En tiempos duros para la imagen de la Iglesia, en que cada poco tiempo, como si de un programa intencionado se tratara, los Medios de Comunicación van haciendo una labor de zapa a los fundamentos de la honestidad y credibilidad de la Iglesia: abusos de menores, blanqueo de dineros, lobbys todopoderosos… Sin duda hay mucho de verdad, pero ¿es eso la Iglesia de Jesús? Recuerdo las palabras de Jesús a los hijos del Zebedeo: ‘no sea así entre vosotros’…

-        En tiempos de ‘debilidad del pensamiento’, donde no hay ‘verdades defendibles’, ‘afirmaciones sostenidas’, ‘convicciones inexpugnables’, ‘aguerridos creyentes’, sino que todo se ha vuelto ‘light’, ‘suave’, ‘cremoso’, ‘hidratante’, ‘blando’, ‘tonificante’, ‘espumoso’, ‘liviano’, ‘transpirable’, ‘mutable’, ‘mórbido’ para no ofender, para no zaherir, para no imponer, para no traumatizar… no se entienden las palabras de Jesús: ‘el que quiera ser el primero, que sea el servidor de todos’.

               Santiago pasó de ser un ‘aspirante a ministerio’, un ‘oficial de cuello duro y billetera repleta’, un ‘conseguidor de prebendas’ y un ‘diplomático con espaldas anchas y tragaderas a prueba de bombas’, a ser un apóstol de caminos desconocidos, un trotamundos con mensaje, un ilusionador de personas (que no ilusionista). Yo no me imagino a un Santiago blando, equívoco, contemporizador, buenista, temeroso y timorato; vendido y vendible al mejor postor.

               La tradición de Santiago lo coloca en España, en la ciudad que lleva su nombre y en Zaragoza. A mí me gusta recordar que esta tradición nos lleva a la evangelización de esta ‘piel de toro’ que los griegos conocían como Iberia y Hesperia y los romanos como Hispania.

               En el evangelio de la fiesta de Santiago dice Jesús: ‘no sea así entre vosotros’. O sea, no seáis blandos con los fuertes y tiranos con los débiles; no seáis corruptos de guante blanco y dentadura brillante; no seáis repartidores de una tierra que no os pertenece; no seáis aguafiestas del sentido de la vida; no seáis corruptores de gente buena que quiere ser buena; no seáis antipersonas ni anti Dios.

               Los que queremos vivir como cristianos en esta Iglesia nuestra, la que tenemos, en la que caminamos, la que amamos, escuchamos las palabras de Jesús a Santiago y las ponemos en práctica. Él dijo ‘no seáis como los que aplastan la vida’ y nosotros decimos, ‘no; no queremos ser así’; y hacemos nuestra lista de sueños e ilusiones. Siguiendo los pasos de los apóstoles galileos que se extendieron sin miedo por los caminos secos del Mediterráneo, decimos: ‘Santiago, apóstol, ayúdanos a vivir de nuevo las palabras del Maestro’.

 
Pedro Ignacio Fraile Yécora

Solemnidad de Santiago Apóstol. Patrono de España. 25 de Julio de 2013

 

21 julio, 2013

LOS VERBOS DE LA FE (3+1. Lc 10,38-42)


 
En la vida de la fe conjugamos todos los verbos indistintamente; sin embargo, todos no tienen la misma importancia. Un ejemplo claro nos lo da el evangelio de hoy.

1. Marta se multiplicaba. El verbo que emplea san Lucas para describir la actitud de Marta es poco frecuente. En la traducción unos insisten en que ‘se preocupaba’; otros en que ‘andaba agobiada’; otros dicen que ‘estaba absorbida’; otros que ‘afanada’. Todos indican inquietud, prisa, nerviosismo… Marta no está a gusto, sino que por el contrario se siente incómoda, convencida de que todo depende de ella, de su trabajo, de su buen hacer.
 


2. María escuchaba su palabra. El verbo que emplea san Lucas para describir la actitud de María es ‘escuchar’. Es uno de los verbos más importantes en la fe bíblica, tanto judía como cristiana. La oración de los judíos, que a la vez es una confesión de fe, comienza precisamente con estas palabras: ‘Escucha, Israel’. Jesús habla en su evangelio de que el hombre ‘que escucha su palabra y la cumple’ es una persona sabia. Escuchar supone también un aprendizaje.

3. Voluntarismo vs gracia. En el fondo hay una cuestión que lleva inscrita el ser humano en su alma desde el día en que nace. ¿Cómo relacionarnos con Dios? ¿Desde el voluntarismo que hace que dependa todo de nosotros, o de la escucha abierta y confiada, dejando que sea la palabra de Dios la que nos transforme? Difícil e importante postura, que dura toda la vida.

3+1. El aprendizaje de cada día. En nuestra vida religiosa unos somos más voluntaristas, otros por el contrario queremos vivir con un espíritu abierto al don inesperado y sorprendente de Dios.  Marta y María podrían ser dos formas de vivir la fe. Jesús se inclina por aquella que ‘escucha la palabra’ y se deja transformar por ella.

 

Pedro Ignacio Fraile Yécora

Domingo 21 de Julio de 2013

15 julio, 2013

ELÍAS, LA VIRGEN DEL CARMEN Y EL MONTE CARMELO


 
               Mañana es la Virgen del Carmen. En mi ciudad natal, Tarazona, hasta hace pocos años hubo tres conventos carmelitanos: uno masculino y dos femeninos; hoy ya no queda ninguno de los tres. No es tiempo de hacer juicios de valor; personalmente pienso que para juzgar la historia hay que poner años por medio, tener una visión larga, contrastada y de conjunto para no emitir juicios apresurados, malintencionados, desinformados o equívocos. Lo que sí puedo decir es que la devoción a la Virgen del Carmen ha quedado grabada a fuego entre los turiasonenses. El ejemplo de mi ciudad episcopal aragonesa, a las faldas del Moncayo, es extrapolable a otros muchos lugares de España. ¡En cuantas ciudades ha habido conventos de carmelitas y en cuántas han visto como el testimonio contemplativo, de la presencia de Dios, se iba apagando! ¡ Y a la vez, cuánto se echa de menos!

               Me voy con el corazón, la memoria y el alma al Monte Carmelo. Allí, en un promontorio de la ciudad israelí de Haifa, asomándose a la hermosa bahía, se erige el santuario de Stella Maris, cuna de los carmelitas y de la devoción a la Virgen del Carmen. Debajo del altar mayor de la Iglesia hay una gruta donde se recuerda al profeta Elías. Los peregrinos fijan sus ojos en la imagen de la Virgen del Carmen, pero la mayoría de ellos no saben qué hace allí Elías. Son dos mundos paralelos, sin que se toquen. El guía va desgranando sus explicaciones: muchos siglos antes de que allí se establecieran los primeros varones cristianos consagrados a la Virgen, en aquel lugar había memoria viva de ser un monte santo, donde el profeta Elías defendía la causa de Dios. Los primeros religiosos tomaron su nombre del monte bíblico: ellos eran los nuevos adoradores de Dios, religiosos cristianos, consagrados a Nuestra Señora del Monte Carmelo. Había continuidad en lo esencial con Elías, la consagración total a la causa de Dios («el celo por Dios me consume»), si bien los tiempos eran distintos: Jesús, el Cristo, había irrumpido en la historia.

               Elías había pasado a la historia bíblica como «defensor de Dios» frente a los dioses vecinos, que no eran nada, que engañaban a la gente. El nombre mismo del profeta era un mensaje: Elías significa «Yahveh es Dios»; o sea, que no son dioses todos los diosecillos de juguete, variables, blandos, moldeables, que se hacían a su medida los habitantes del lugar. Pero Elías era un profeta duro, irascible; no tenía cintura con los que no pensaban como él.

               Los nuevos habitantes del Carmelo, los carmelitas, también defendían la causa de Dios, pero lo hacían con la ternura, la sencillez, la hermosura, la magnanimidad, la cordialidad, la hondura que da la figura de María. Ella nos lleva de la mano a la salvación que nos ha traído su hijo Jesús.

               En estos  tiempos confusos, en donde si dices que eres creyente los más «in» te miran como a un australopitecus de tiempos remotos; donde si dices que eres cristiano, algunos te miran con pena no disimulada, como si de un débil mental se tratara; donde si dices que la fe en Dios es nuclear en tu vida, piensan que es mejor no escuchar mucho tus razonamientos porque adolecen de «fundamentalismo o dogmatismo»; donde Dios ha pasado de ser un «huésped» querido del corazón a un objeto antiguo que se recoge en el desván de los recuerdos. En este tiempo, hay que volver a lo esencial: «Dios es Dios, no un producto de mis insatisfacciones o frustraciones»; «el Señor es Dios; no los diosecillos de juguete, de quita y pon»; « Sólo Dios basta, como nos dirá la Carmelita por excelencia, Teresa de Jesús».

               Hay que volver al Monte Carmelo de la mano del profeta Elías, pero sobre todo de María, y dejarnos adentrar en los caminos trillados a la vez que novedosos; oceánicos a la vez que caseros;  profundos a la vez que seguros, que es siempre la experiencia de Dios. Santa María, Madre del Monte Carmelo, ruega por nosotros.

 

Pedro Ignacio Fraile Yécora, Víspera de la Virgen del Carmen 2013

14 julio, 2013

HAY MIRADAS QUE SALVAN (3+1). El Buen Samaritano.


1. Un dicho castellano dice que ‘hay miradas que matan’. San Lucas nos dice en el evangelio de hoy que ‘hay miradas que salvan’. El odioso y odiado, hereje  y herejizante, excluido y expulsado, despreciado y humillado samaritano, es el que, nos dice san Lucas, ‘vio al hombre medio muerto en el camino y se compadeció’. Los dos verbos van juntos y tienen un valor salvífico: ver y compadecerse.

2. El verbo ‘ver’ aparece con frecuencia en san Lucas. Hay que estar atentos a la escena donde aparece y con qué otros verbos va. Así, en la escena de la viuda de Naín, dice que Jesús vio a la pobre mujer que había perdido al hijo, y se compadeció (Lc 7,13). En la parábola llamada del ‘Hijo pródigo’,  el padre que espera a su hijo desagradecido y destalentado, ‘cuando lo vio, salió corriendo a buscarle’ (Lc 15,20). En esta parábola aparece tres veces el verbo ‘ver’. El sacerdote y el levita del Templo de Jerusalén, ven al hombre malherido, pero pasan de largo (Lc 10,31.32).

3. San Lucas no cuenta la  vida de aquel samaritano: si estaba casado o era soltero; si era rico o pobre; si iba por aquel camino en viaje de negocios o si iba a otros menesteres. Sólo dice que aquel hombre era un ‘samaritano’ (por tanto aborrecible para un judío piadoso), dice que vio al hombre en el camino con riesgo de morir y dice que se compadeció, que su corazón se le salió del pecho y que sus manos se pusieron a la faena de inmediato.

3+1. Rompamos ideología, tabúes, fronteras, límites, diferencias. Veamos a la persona que está en el camino y … dejemos que la compasión, verdadero sentimiento divino, nos ponga manos a la obra.

 

Pedro Ignacio Fraile Yécora

Domingo - 14 de Julio de 2013

 

07 julio, 2013

LOS MONTES DE TIERRA SANTA

Escribo desde Tierra Santa, muy cerca del Mar de Tiberíades. Al final de la jornada el peregrino, casi sin querer, hace un repaso del día. Hoy ha sido un día de Montes y de Lago.
Comenzamos con el Monte de las Bienaventuranzas y acabamos con el Monte Tabor. En los dos se hacía presente Moisés y Jesús. En el primero, Jesús aparece como el nuevo Moisés que da un paso más adelante y dice que la Ley o nos lleva al amor sin cálculos, sin límites, sin condiciones previas, sin listas de deudas, sin restricciones calculadas..., o no vamos a ninguna parte. Hemos escuchado una vez más las Bienaventuranzas de san Mateo y hemos respirado hondo, con resabor  a cosa buena, a calidad y serena alegría a la vez. Jesús, cuenta conmigo, decíamos con los labios y con el corazón.

Al acabar la jornada hemos subido al Tabor. El Tabor suena a contemplación, a interioridad, a resplandor que nos supera. Jesús sabe que su camino le lleva a Jerusalén, y que ni puede aplazar su ida ni puede reemplazarla. En Jerusalén le esperan los Sumos Sacerdotes del Templo y los juristas de la Ley para emitir un veredicto sobre el "peligroso joven Galileo". Jesús muestra anticipadamente su gloria a unos discípulos que no terminaban de entender. Pedro sólo alcanza a decir, ¡pero qué bien se está aquí! Pedro, Pedro... Muy buen corazón, muy generoso..., pero no has entrado en la finura necesaria para comprender la misión de Jesús.

En el Tabor reflexionamos: El camino a Jerusalén nos lleva a otro monte, al Gólgota. Todos tenemos que pasar antes o después por nuestros Gólgotas: enfermedades, muertes, desgracias, frustraciones, fracasos... Pero para poder ir al Gólgota es necesario haber hecho la experiencia del Tabor.

Un cristianismo que sólo sea de sufrimiento es insoportable. La experiencia verdadera, feliz, serena, del Tabor... Es necesaria para la vida cristiana.



Jacinto, el sacerdote, nos ha invitado a que nos separáramos del bullicio reinante y nos fuéramos a un sitio aparte a rezar. Así lo hemos hecho. Hermosa mañana en el monte de las Bienaventuranzas y hermosa y profunda tarde en el Tabor.

Pedro Ignacio Fraile Yécora. Tiberíades, 7 de Julio de 2013