28 mayo, 2015

POEMA PARA REZAR: DIOS DEL AMOR


Hace unos años escribí este poema. Lo comparto con vosotros por si os sirve. Lo podéis utilizar, como todos los materiales que pongo.  Si queréis poner mi nombre como autor, no me importa.

«TÚ ERES MI DIOS, DIOS DEL AMOR»
(1Jn 4,7-21)

Cuando calculas los beneficios de tu generosidad,
cuando recueces el corazón en venganza,
cuando maldices todo lo que te rodea,
no busques allí el rostro de Dios.

Cuando pisas al que está por debajo,
cuando te ríes del que no tiene nada que ofrecer,
cuando destierras de tu vida la sonrisa,
mejor que no pronuncies el nombre de Dios.

Cuando haces bromas con los defectos ajenos,
Cuando justificas tu comodidad y egoísmo,
Cuando quieres reducir a Dios a un teorema,
no ensucies el nombre de Dios

Dios es amor y Dios se hace amor.
Dios ama y perdona, sonríe y es gratis,
busca y abraza, bendice y acoge.

Dios lo hace todo nuevo,
El cielo y la tierra,
Los días y las horas,
también el corazón.

¡Concédeme Señor comprender
que tú eres mi Dios: el Dios del Amor!

Pedro Ignacio Fraile Yécora


27 mayo, 2015

PAPÁ, MAMÁ, HÁBLAME DE DIOS



            Voy a soñar con los ojos abiertos. Un niño de nuestros pueblos o ciudades, de estos comienzos del siglo XXI, acostumbrado a ver la tele, a tener una «tablet» para jugar, a ir al colegio con más de lo necesario, a tener en el frigorífico todo lo que le apetece y más, a usar un teléfono móvil de última generación… Este niño, digo, un día le dijo a su padre y a su madre: «papá, mamá, háblame de Dios».
            Lo que digo puede ser muy ingenuo, muy simple, muy enternecedor dicho por un hombre creyente que pasa la cincuentena. Pero hago esta pregunta: ¿quién habla hoy de Dios? ¿Alguna vez nos hemos propuesto hablar de Dios a nuestros hijos, sobrinos, nietos, sin que ellos nos preguntaran? ¿Sólo se puede hablar de Dios en un ámbito de catequesis o de celebración litúrgica? ¿Esperamos a que los niños nos pregunten, y si no nos preguntan, no les decimos nada?
            Puede haber varias razones. Una, la más corriente y probable, es que no sabríamos qué decir. Porque de Dios sólo habla bien Dios, y la persona que lo «conoce» porque lo vive desde muy dentro. De Dios no habla bien ni el teórico, ni el ideólogo, ni el profesional de la religión. Sólo el creyente que reza y ama sabe hablar bien de Dios.
            Otra razón, más elaborada, es la que repite la letra de aquella canción de hace unos años sobre la educación de los hijos que «cargan con nuestros dioses y nuestro idioma, nuestros rencores y nuestro porvenir». Para el autor de esta letra, la transmisión de la fe sería algo así como «cargar con nuestra mochila a nuestros hijos, incluyendo los mitos, dioses, ritos…». ¿De verdad es eso «hablar de Dios»?
            Nunca han sido tiempos fáciles para la fe cristiana. Hace siglos porque bien otras confesiones religiosas (Islam preferentemente) se oponían con vigor, bien porque los ilustrados de cada momento oponían la «diosa razón» al Dios de Jesús. Los riesgos hoy vienen por otro sitio: no hablamos de Dios sencillamente porque no lo necesitamos (al menos eso creemos); o si lo necesitamos, queremos que sea un «ídolo» a nuestro uso y alcance, no soportamos al Dios personal que nos busca, nos habla y nos interpela.
Para algunos más «leídos» es una proyección de nuestros deseos y una solución para nuestros miedos atávicos; un producto de nuestra mente y una fuerza a la que hay que dominar. Pero ¿ese es el Dios cristiano? ¿Ese es el Dios que se revela en la Biblia? ¿Ese es el Padre de Jesucristo?
            La realidad es que Dios ha salido de nuestras vidas. Sea por desconocimiento, por no saber qué decir; sea por desinterés, porque no creemos que aporte nada creer en él, la realidad es que hoy no se le «ataca», en una especie de «ateísmo militante», sino que sencillamente se ignora. Por eso, en este domingo de la Santísima Trinidad podemos pensar: ¿en qué Dios creemos? ¿Nos atrevemos a hablar de Dios?


NOTAS PARA LA HOMILÍA

DIME CÓMO VIVES Y TE DIRÉ EN QUÉ DIOS CREES

            Dios forma parte de la esencia de cualquier «religión». «Religión» tiene que ver con «religación». No podemos decir lo mismo de cualquier experiencia espiritualista, pues nos podemos encontrar con personas inmersas en formas espiritistas o espiritualistas, pero que no creen en Dios o no viven en su presencia. Tres pasos en nuestra reflexión.
1. Saber «sobre» Dios. En una cultura que valora mucho el «saber», el tener «conocimientos», podemos preguntarnos qué sabemos sobre Dios; qué podemos decir sobre él. De la misma forma que podemos elaborar un discurso o ponencia sobre historia, política, sociedad, arte o psicología, también podemos articular una propuesta coherente sobre el problema de Dios y su misterio. Pero ¿es lo mismo tener conocimientos sobre Dios que creer en él?
2. Saborear a Dios. Cuando hablamos de Dios tenemos que recurrir necesariamente al mundo de la experiencia, propia y ajena. Nos faltan las palabras y aun sin querer usamos símbolos; no podemos ofrecer fotos ni dibujos de Dios y nos servimos de imágenes aproximativas a un misterio que nos envuelve y a la vez nos desborda.
Es una presencia y una realidad que, cuando se ha hecho vida, no se olvida, porque no es una «lección aprendida», sino una parte viva de lo que somos y sentimos. Por eso, más que «saber sobre Dios», lo que necesitamos es «saborear a Dios».
3. Confesar a Dios. La fe cristiana es confesante y a la vez es moral. El cristiano cree en Dios «en» la Iglesia y «con» toda la Iglesia, y a la vez se compromete en su día a día con la fe que profesa.
Para un cristiano, la fe que profesa en un Dios cercano e íntimo, misericordioso y compasivo, libertador y justo, la vive en su pequeño mundo. Dios es Padre de todos, es el Hijo amado revelado plenamente en Jesús, es el Espíritu vivificador y dador de vida.
Dios es comunidad que ama, y sólo se tiene acceso a Dios desde el amor. Sólo el que ama puede «saber» de Dios, «saborear a Dios» y vivir según la voluntad de Dios.

Pedro Ignacio Fraile Yécora

Domingo de la Santísima Trinidad 2015

22 mayo, 2015

PENTECOSTÉS 2015 «Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro»



En la misa de Pentecostés, antes del evangelio, proclamamos y escuchamos una preciosa secuencia dirigida al Espíritu Santo. Una de las peticiones que recoge es esta: «Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro». Creo que es de una oportunidad única. No más que en otros años, pero sin duda oportuna en este acontecer de los inicios del siglo XXI.

            El siglo XX ha sido, con seguridad, el más sangriento de toda la humanidad. Mucho más que la violenta y oscura Edad Media, ¡y eso que el occidente había pasado por la filosofía de la Ilustración que luchó sin cuartel contra todo tipo de oscurantismo! La «Gran Guerra», donde los soldados murieron a miles y sufrieron, como nunca había sucedido antes, en las novedosas «trincheras». La «Segunda Guerra Mundial», precedida de campos de exterminio nazis y seguida por los campos de exterminio estalinistas. La Bomba atómica, no solo amenaza , sino real, con dos explosiones sin control. Las masacres sin número de Camboya. Las innumerables guerras locales: la cruel «Guerra civil española» (incivil, dicen algunos); la guerra de Vietnam y sus bombas de Napalm; las guerras tribales del Congo Belga y de Ruanda; las multiétinicas y multireligiosas de los Balcanes con sus crímenes contra la humanidad; las guerras del petróleo de Irak…
            El siglo XXI se despereza, solo estamos en la segunda década, y ya tenemos nuestras guerras mezcladas con un terrorismo que no controlamos. ¿Guerras político-culturales entre Occidente y Oriente? ¿Guerras de dos facciones de los musulmanes: suníes contra chiíes? ¿Guerras de religión: musulmanes contra cristianos? Un poco de todo. Nada es del todo cierto y nada es del todo falso. Unas guerras que destacan por su crueldad, vuelven a matar niños indefensos, y por hacerla pública sirviéndose de los Medios de Comunicación. En la primera guerra de Irak vimos por primera vez un bombardeo televisado ¡cosa inaudita! Ahora vemos degollaciones grabadas y extendidas por la red universal de Internet.
            El siglo XXI se despereza con una tragedia de números y proporciones incalculables. Mi hermano me dijo hace varios años: «los pájaros no tienen fronteras». El saber popular dice: «no se pueden poner puertas al campo». La idea de una sociedad «plural», «abierta», «multucultural» la defendemos por ser «políticamente correcta», para no ser un cafre fascistoide y misántropo, pero si  nos dicen que debemos ir a una sociedad en la que haya que compartir, en la que todos cedamos nuestros legítimos derechos para que todos puedan vivir y nadie pase necesidad; en la que habrá que cambiar usos y costumbres para que todos trabajemos y todos quepamos, entonces la cosa cambia. La vieja Europa quiere a los pobres de África al otro lado del mar, en sus aldeas pobres; a los humildes sudamericanos quietos en sus tierras, aguantando sin protestar; a los asiáticos les piden que no atraviesen de nuevo las estepas orientales. Eso sí, si son mano de obra barata y sumisa, que elevan nuestro «bienstar» y no causan problemas, entonces los aceptamos. Pero ya no son «emigrantes», sino «servicio doméstico».
            Estamos en Pentecostés. Benedicto XVI repetía una y otra vez que el problema «de fondo» de la vieja Europa era que había decidido con determinación acallar a Dios, hasta que nadie hable de él.
Tenemos que decirlo con valentía y claridad, sin miedo: El ser humano, es menos humano cuando expulsa de su vida a Dios, su sello original, su semilla de divinidad. ¡Espíritu Santo, ven y llénanos del sentido profundo, cálido, humanizador, vivificador de Dios!

Pedro Ignacio Fraile Yécora

           


19 mayo, 2015

24 DE MAYO: LECTURA POLÍTICA DE PENTECOSTÉS






El próximo día 24 de Mayo celebramos en España elecciones municipales y autonómicas (en casi toda España), y es Pentecostés. Algunos me aconsejarán con un refrán castizo: «no mezcles churras con merinas» (para los que no lo conozcan, las «churras» y las «merinas» son dos clases de ovejas, distintas en su raza y en su correspondiente producción). Otros me dirán: «España es un país aconfesional» (¡que no laico!), por lo cual no hay que meterlos en el mismo saco. Otros hablarán  de «injerencias» de la Iglesia en la política y arremeterán contra los Obispos, curas y monjas que se inmiscuyen en la «sociedad laica». Como son cosas del calendario, pues Pentecostés «cae» cuando tiene que caer, o sea, cincuenta días después de Pascua de Resurrección, una semana después de la Ascensión y una semana antes del Domingo de la Santísima Trinidad, en todo caso los responsables de la fecha elegida, el 24 de Mayo, es el Estado. Podemos hablar, con pleno derecho, por tanto, de Pentecostés y de política.

Leemos la prensa y escuchamos las noticias de la tele y la radio. ¿Qué podemos aprender de esta campaña tan abierta, tan movediza, tan extraña? Los dos partidos de la «España profunda», el «bipartidismo» que fija en verso, magistralmente y para siempre, Antonio Machado y que pinta Goya, parece que se abre a cuatro o incluso cinco propuestas.  Los analistas dicen que es una «pose pasajera», pues el español es de uno de los dos bandos, y aunque aparezcan nuevas formaciones, en definitiva «son los mismos perros con distintos collares».

«Españolito que vienes al mundo te guarde Dios,
una de las dos Españas ha de helarte el corazón« (A. Machado)


'Duelo a garrotazos' (F. de Goya. Museo del Prado)
Hay dos puntos en los que todos coinciden, en algunos casos « a su pesar». Son los temas de la «corrupción» y del «despilfarro». Hay otros dos temas en los que no se ponen de acuerdo, el de la «brecha económica» y el del «inmovilismo» y «favoritismo». Hay un quinto  tema del que no hablan, y que es profundamente político por sus implicaciones: el «sentido del ser humano en el mundo».
¿En qué coinciden todos? En denunciar la «corrupción», pero como algunos no quieren «nombrar la bicha» porque tienen culpa, porque es como si uno reconoce que es «muy feo», o que «es muy desagradable», hablan de la necesidad de la «transparencia», que es como decir: «tengo que cuidar mi aspecto», o «tengo que ir al gimnasio y a un master de habilidades sociales». Respecto al «despilfarro», que nadie lo reconoce, pues sería admitir que gestiona mal o en interés propio, se propone un «progreso sostenible», que nadie con sentido común puede rechazar.
No se ponen de acuerdo en la «brecha económica» que se sigue abriendo entre los que más tienen y los que se quedan rezagados sin posibilidad de ver siquiera dónde está la meta,  como si de una carrera ciclista se tratara: los que la alcanzan victoriosos miran con desdén a los que van llegando a los diez minutos, a media hora, o a los quedan descalificados por quedarse «fuera del control». No puedo evitar la referencia a esa imagen tan curiosa que ha tomado «carta de ciudadanía» en estos últimos tiempos: las «puertas giratorias». Con ellas los partidos más críticos arremeten contra aquellos políticos, sean del color que sean, que pasan directamente de la vida política a los altos cargos en Empresas Multinacionales, con naturalidad y exclusividad, como en una puerta giratoria que comunica selectivamente dos espacios contiguos solo aparentemente incomunicados.
Tampoco se ponen de acuerdo en si las listas deben ser «abiertas» o cerradas». Esto es, si te dicen: «esto es lo que hay, lo tomas o lo dejas», o si dices: «¿podría proponer algo nuevo¿», «¿podrían ser las cosas de otra forma?», ¿tienen que ser siempre los mismos?»
Por último, el tema del «sentido del ser humano» no lo citan ni de lejos: deciden políticas familiares, humanitarias, sociales, sanitarias… pero ¿hay que acoger a los emigrantes pobres, porque son humanos o hay que rechazarlos? ¿Hay que denunciar las masacres de otras partes del mundo o hay que mirar a otro lado? ¿Se pueden vender armas a países que las usan para matar a la población civil? ¿Hay que defender al humano «en gestación» o solo tiene derechos inalienables cuando «ha nacido»? ¿Hay que defender el derecho a practicar una religión con libertad o hay que suprimirlas todas’ Muchas preguntas…
La Iglesia celebra Pentecostés, que es la fiesta de la libertad del Espíritu, de la novedad del Espíritu Santo, de la creatividad y frescura, del sentido pleno. Por eso, en la fiesta de Pentecostés la Iglesia podría hacer una lectura política mirándose hacia dentro, escuchando con humildad y aprendiendo ella misma de lo que expresa la gente en sus quejas a los políticos en esta dura e interesante campaña. La Iglesia no puede caer en el refrán castellano de «consejos vendo y para mí no tengo». Por eso, una lectura política de Pentecostés, mirándose la Iglesia «ad intra», con espíritu autocrítico, oyendo lo que dice el Espíritu por medio de la realidad, podría ser así:

-        Transparencia. La Iglesia es la comunidad de la verdad hacia fuera y hacia dentro, pero peca de «opacidad» No a los «secretismos» ni a las «minorías de edad» de los creyentes. Es muy triste que la Iglesia «oculte» informaciones. Si va escondiéndose no se hace más fuerte, sino que se hace menos creíble.

-        Austeridad. Esta palabra resultad aborrecible para la clase política, pero es querida para la fe cristiana: austeridad para compartir con los que tienen menos, austeridad para no escandalizar en un mundo terriblemente injusto, y austeridad para decir que el dios de los cristianos no es «el vientre», que nuestro eslogan no es «comamos y bebamos que mañana moriremos», sino que solo adoramos a Dios.

-        Justicia: La caridad va más allá de la justicia; pero mientras llega el amor de caridad, que es oblativo y gratuito, al menos establezcamos unas relaciones de justicia: a cada uno lo suyo («unicuique suum»). La Iglesia tiene que estar en todo momento por la justicia, con la justicia, y a favor de la justicia, si bien sabe que ella es profeta y testigo de la misericordia de Dios, que el mundo no puede dar.

-        Flexibilidad: La Iglesia es demasiado dura, demasiado rígida. Todos conocemos la imagen de las cañas que crecen en las zonas húmedas: son fuertes y valen para construir, pero a la vez se cimbrean. La Iglesia debería pasar de «estructuras rígidas sin movimiento» a «estructuras con movimiento».

-        Creadora de sentido. Hay personas que nunca se preguntan nada, y así se protegen, creyendo ser felices. Otros se hacen preguntas y no saben qué responder; otros se hacen sus propias preguntas y dan sus respuestas. 

La Iglesia es una «fábrica de sentido». Continuamente está provocando con sus preguntas: «¿qué o quién es el ser humano?, ¿por qué respetar al ser humano y no tratarlo como a otro animal bípedo?, ¿son suficientes los «consensos» para establecer una moral universal o hay que buscar otra instancia distinta, universal y superior a los consensos frágiles, pasajeros, mediatizados por las culturas y los intereses? ¿podemos ser creyentes en el siglo XXI sin renunciar a ser modernos?, ¿por qué creer en Dios y confiar en él en la era de la tecnología, la informática, la bioquímica y la nanociencia? La Iglesia no solo hace preguntas sino que ofrece respuestas.

El 24 de Mayo muchos irán a misa (Solemnidad de Pentecostés, Fiesta del Espíritu renovador y vivificador) y luego a votar; o irán a votar antes de ir a misa. Otros votarán pero no irán a misa. Otros irán a misa pero no votarán. Otros ni irán a misa ni votarán. El espectro es amplio, como la vida misma. De todas formas, el día 24 es Pentecostés y hay elecciones. La Iglesia celebra Pentecostés, un Pentecostés «político».

Pedro Ignacio Fraile Yécora
Pentecostés 2015






18 mayo, 2015

UN DÍA DESPUÉS DE LA FIESTA DE LA ASCENSIÓN: «Tirar por tierra-poner por las nubes».


            Con un día de retraso, pero no importa, quiero hacer un doble comentario sobre la fiesta de ayer, la Ascensión. El primero tiene que ver con la «sociología religiosa» o con el «mapa cambiante del espíritu humano». El segundo comentario es de tipo lingüístico teológico a la vez que catequético.


CASTILLO Y ONDEO DE LA BANDERA POR LOS JOVENES DEL PUEBLO.
FIESTA POPULAR DE LA ASCENSIÓN (ATECA-ZARAGOZA)
            
Vayamos con el primero. Hace unos años en el sentir y en el decir popular español se hablaban de los «tres jueves del año que deslumbran más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el Día de la Ascensión». Ayer era la Ascensión, que convenientemente pasada al domingo, era uno de esos tres días «deslumbrantes». 







Pues bien; en la populosa y secularizada ciudad donde vivo había convocada una «Noche en Blanco» para el sábado en la que las tiendas abrían hasta medianoche, los museos y las distintas actividades se prolongaban hasta altas horas, y en la que el domingo se veía repleto de toda suerte de actividades lúdicas, comerciales, musicales y gastronómicas. Una gran fiesta con la gente en la calle. En la tapia de la puerta exterior del Monasterio, lugar de la Parroquia en el centro del pueblo, habían colocado un estrado donde actuaban de forma ininterrumpida cuadrillas de percusión, en esa moda brasileña que se llama «batucada», machacando incesantemente los roncos tambores, los agudos timbales y haciendo sonar estridentemente los silbatos. Los asistentes a la Misa de la Ascensión tuvimos durante toda la celebración como sonido de fondo el ritmo eléctrico de la percusión, los pitidos de los silbatos, los aplausos del público y las voces del mantenedor del evento que incitaba a la apoteosis del momento.  Por supuesto que estaban en su derecho, pues era una actividad pública, autorizada, por el día, y aplaudida por la gran mayoría. Pienso que se podían haber ido a otro sitio para no molestar a los asistentes a las misas dominicales, pero esa no es la razón por la que traigo esto a colación. Lo que quiero indicar es, más bien, otro argumento: ¿qué tenía que ver esa fiesta popular, colorista, ruidosa, atronadora, entre los vítores de la gente, llena de niños, adolescentes y jóvenes con la fiesta litúrgica, antiguamente excelsa y ensalzada de la Ascensión del Señor? Absolutamente nada, al menos desde el punto de vista «purista»; otra cosa es que le busquemos tres pies al gato y buceemos en el sentido lúdico, en la necesidad de la fiesta, en la explosión de alegría… pero eso es forzar mucho las cosas, y traicionarlas. De los tres «jueves deslumbrantes» del año, el de la Ascensión se ha disuelto del todo. Quedan aún el Jueves Santo… quizá porque está unido a la Semana Santa, y el del Corpus, quizá porque la Procesión u otras tradiciones populares (las alfombras de flores por la calle, los «huevos que bailan» etc.) hacen que aún se resistan. La Ascensión era la más débil de las tres, y ha sido engullida por los cambios socio religiosos populares.
            El segundo comentario es laudatorio. El sacerdote hizo una buena homilía. La planteó bien, la centró y la argumentó con inteligencia y lucidez. Un detalle en el que no había caído y que quiero compartir con vosotros. Sabemos que la fe necesita de las palabras para expresarse; cosa harto difícil pues las palabras muchas veces no dicen lo que queremos decir. La Ascensión del Señor tiene que ver con su «victoria», que es la nuestra; con su «triunfo», que es el nuestro; con su «glorificación», que es la nuestra. El «estar sentado a la derecha» de alguien indica un lugar preferencial, prioritario, elegido,  reservado: Jesús está a la derecha de su Padre porque es su sitio, nadie lo puede ocupar más que él. Pero qué hacemos con el «subir a los cielos». ¿No es un anacronismo que mantenemos «al límite» de lo racional en la era de las investigaciones espaciales? El párroco lo hizo muy bien. Nos dijo que cuando decimos que alguien está muy mal, está sin honra o sin fuerzas, decimos que «está por los suelos», que «se arrastra»; por el contrario, cuando queremos ensalzar a alguien, cantar su buen hacer, decimos que «le han puesto por las nubes». Esa es nuestra fe: Jesús, que en la cruz muestra su debilidad máxima, que toca el suelo, en la solemnidad de la Ascensión celebramos que ha sido «elevado al cielo» por Dios. Es más: su victoria es nuestra victoria, su gloria es nuestra gloria. El cristianismo es confesión de fe en la victoria de Jesús, que es la nuestra. Quedémonos con esto: nuestra fe no es para la derrota y la amargura, sino para la explosión de alegría fundada en la manifestación gloriosa de Jesús ensalzado por el Padre, que anticipa la nuestra.

Pedro Ignacio Fraile Yécora
Ascensión 2015


14 mayo, 2015

NO ES LO MISMO CREER EN DIOS QUE TEMER A ZEUS.Preparando el viaje de verano a Grecia-Ruta de San Pablo (III)


            Como comprenderéis es un «título provocador» que encierra una parte de verdad. Un amigo mío, sacerdote, ante la insistencia con que la hija de unos amigos comunes le repetía que ella no creía en nada, que era «atea», el buen cura le replicaba: «yo también soy ateo, porque no creo en Zeus». En este sentido podemos decir que Pablo es «ateo, porque no cree en Zeus», de la misma forma que los cristianos somos «ateos porque no creemos en Zeus». Hoy en día, matizando más, en un mundo donde las idolatrías y supersticiones campan a sus anchas, los cristianos somos «ateos» porque ni adoramos a los ídolos, ni tenemos miedo a los maleficios como los supersticiosos.
            Alguno puede pensar que estoy llevando el argumento al límite. Me explicaré. Es verdad que la palabra «ateo», al igual que «teísta» viene del griego «Theos/Dios». Así, el «teísta» admite que existe «Dios», mientras que el «a-teo» (la «a» cuando antecede a un nombre lo modifica negándolo, es «privativa»), es aquel que «no cree en Dios».

PABLO, MISIONERO DE CRISTO

            Pablo es judío de origen; lo tiene a gala. Es más, presume incluso de haber sido de los más radicales (hoy diríamos «fanáticos»), pues pertenecía a la facción estricta y militante de los fariseos. Su «caída del caballo», o sea, su trompazo espiritual y humano, total, no le hizo perder la fe en Dios, sino descubrir que Jesús era el Mesías esperado por su pueblo. El cambio fue determinante y decisivo: Dios, el Señor, se ha manifestado en plenitud en la persona de Jesús; Jesús es el Hijo de Dios. Pablo aprende a rezar el Padrenuestro, y a llamar a Dios, «Padre».

‘No hemos recibido un espíritu que nos hace esclavos bajo el temor, sino hemos recibido un Espíritu que nos hace hijos adoptivos y nos permite exclamar: «Abba», es decir, «Padre». (Rom 8,15)

‘La prueba de que sois hijos es que Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama en vosotros, «Abba», es decir, «Padre». De forma que ya no somos siervos, sino hijos; y como hijos, herederos por la gracia de Dios.’ (Gal 4,6)

            Pablo no era «ateo» pues creía en Dios y dedicó toda su vida al servicio de Dios. Pero Pablo no creía en Zeus, el primero entre los dioses del Olimpo. Los dioses del Olimpo eran muchas veces personificación de las virtudes y defectos humanos. Son poderosos y a la vez son injustos. Se enamoran de una mujer y la violan. Están casados entre ellos y son adúlteros de forma repetitiva. Unos patrocinan la belleza, otros la guerra, otros el amor carnal, otros el ansia de poder del ser humano… Los dioses del Olimpo se pueden ver marcando distancias; se les puede dar culto y adorar para buscar su favor y evitar sus enfados; pero a los dioses del Olimpo no se les puede amar ni entregar la vida entera por ellos.
            Pablo cree en Jesús crucificado, que le ama y entrega la vida por él, aunque haya sido un pecador. Las diferencias son notables, casi diría yo que insalvables.

‘Nunca entre vosotros presumí de saber de nada, más que de Cristo, y este crucificado’ (1 Cor 2,2)
  

‘’Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí. Ahora en esta vida mortal, vivo creyendo en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí’ (Gál 2,20)

‘Mientras los judíos piden signos y los griegos buscan sabiduría, nosotros predicamos a Cristo crucificado; escándalo para los judíos, tontería para los paganos. Pero para quienes han sido llamados, sean judíos o paganos, Cristo es signo de Dios y sabiduría de Dios’ (1 Cor 1,22)

EL OLIMPO DE LOS DIOSES GRIEGOS

El principal dios, que reina y gobierna sobre todos es ZEUS (Júpiter para los romanos). Las montañas son su trono; de ahí que le hayan dedicado todos los lugares altos de Grecia, como el PARNASO y el OLIMPO.
Se le representa con cabeza enérgica poblada de barba; cetro rematado en un águila y con la otra mano blande el rayo, su arma. Es un dios colérico, poderoso, de aspecto terrible. No es creador del mundo, que ya existía. Tampoco es omnisciente ni omnipotente, pues sus subalternos le engañan a menudo. Es lujurioso, adúltero, incestuoso y caprichoso, tal como lo demuestran sus hazañas y fechorías.
ZEUS SACA DE SU CABEZA A SU HIJA ARTEMISA


Sus ORIGENES nos llevan a los «tiempos sin nombre». 
Cronos, el mayor de los Titanes encargado de castrar a Urano, una vez acabada la tarea, se une a su hermana REA. Sus progenitores le habían advertido que uno de sus hijos le depondría del poder.
 Cronos lo solucionó comiéndose a todos, menos a uno, que Rea logró rescatar llevándoselo a la isla de Creta. 
Este afortunado es Zeus, que una vez dueño de todo, obligó a su padre a regurgitar a sus hemanos (que aún no habían sido digeridos) y mandó a todos los Titanes al Tártaro.

Cronos devora a sus hijos (Goya)

Zeus distaba mucho de ser prudente y sensato. Se comió a su primera esposa, la titánide Metis, que estando en cinta, dio a luz en el estómago de Zeus a Atenea.

Zeus sufrió enormes dolores de cabeza; se abrió una brecha en el cráneo y salió Atenea.
Zeus, de su hermana Hera tuvo a Ares, Hebe y Eileteia. 
LAS TRES GRACIAS (P.P. Rubens Museo del Prado)

-        Se unió a Temis, que le dio DOCE hijas, a las que llamó HORAS
-        Después con Eurínome, que le dio las TRES GRACIAS.
  
-        Con Mnemosina tuvo las
NUEVE MUSAS.

Es padre de otros importantes dioses:

-        Más tarde con Leto, de quien tuvo a APOLO Y ARTEMISA.

-        Con la mortal Semele tuvo a DIONISOS.
-        Con Maya tuvo a HERMES, el heraldo de los dioses


- Por último, con la mortal Alcmena tuvo a HÉRCULES, héroe famoso por su descomunal fuerza.

CURIOSIDADES:  ZEUS Y EL RAPTO DE EUROPA.

Zeus se enamoró de una hermosa muchacha llamada Europa. Zeus se transformó en un toro blanco y se mezcló con las reses que tenía el padre de la muchacha. Mientras Europa y su séquito recogían flores cerca de la playa, ella vio al toro y acarició sus costados y, al notar que era manso, se montó en él. Zeus aprovechó esa oportunidad: corrió al mar y nadó hasta la isla de Creta llevando a Europa en el lomo. Ya en Creta, Zeus reveló su auténtica identidad, y Europa se convirtió en la primera reina de la isla.
MONEDA DE DOS EUROS DE GRECIA CON EL RAPTO DE EUROPA POR ZEUS


13 mayo, 2015

AFRODITA EN CORINTO. Preparando el viaje de verano a Grecia-Ruta de San Pablo (II)

EL TEMPLO DE AFRODITA EN CORINTO

            Escribir sobre los dioses griegos es una tarea inacabable y complicada. No sólo por la cantidad de dioses mayores y menores que hay, que además se juntan con los héroes, en un intrincado laberinto de relatos, sino porque los mismos autores (Homero y Hesíodo) no coinciden entre ellos.
            En el viaje a Grecia se habla con frecuencia de los dioses y de los mitos. No puede ser de otra forma. Muchos de ellos los reconocemos porque han llegado hasta nosotros en el lenguaje, en la filosofía, en la literatura o en la psicología. También porque nos interesa en nuestra comprensión del mundo mediterráneo y de la expansión del evangelio.
            Pablo evangelizó la ciudad de Corinto. Era una ciudad muy importante. Tenía dos puertos de mar. Uno, al occidente y otro al oriente. A él llegaban marineros, comerciantes y ejércitos que surcaban el mediterráneo. Allí se juntaba lo mejor y lo peor. Lo último y lo más tradicional. Destacaba un Templo dedicado a la diosa Afrodita, la diosa de la belleza, del amor, y por extensión de la procacidad en la vida licenciosa. Tal es así que «vivir a la Corintia» era sinónimo de promiscuidad. San Pablo en sus cartas, entre otras muchas cosas, tiene que afrontar la condición de los nuevos cristianos que tienen que renunciar a su «vida pasada». 
            En este contexto de «nueva vida» que rompe con las costumbres licenciosas de la ciudad se entienden estas palabras de san Pablo:

‘«Todo me es lícito», dicen algunos. Sí; pero no todo es conveniente. (…) El cuerpo no es para la lujuria, sino para el Señor (…). ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? (…) Evitad la lujuria (…) ¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que habéis recibido de Dios y que habita en vosotros? Habéis sido rescatados a buen precio; dad gloria, pues, a Dios con vuestro cuerpo’
(1 Cor 6,12-20)

I. EL PANTEÓN GRIEGO

Para comprender los textos neotestamentarios referentes a la cultura griega, tanto de la actual Grecia como del Asia Menor (hoy Turquía), es imprescindible conocer un mínimo del panteón griego. Tanto Pablo como las primeras comunidades cristianas participaban, y se enfrentaban, a un mundo lleno de dioses, de mitos, de temores, de destinos crueles. Los misioneros no iban a un mundo «vacío» de expresión religiosa, sino por el contrario, un mundo donde todo estaba ocupado por las leyendas de Titanes, dioses y héroes.

AFRODITA, (PARA LOS ROMANOS, VENUS). 

Los orígenes de Afrodita. GEA (la Tierra), la «diosa madre» en los tiempos sin nombre, sintió el roce de Eros y engendró un amante de sí y para sí misma: URANO (el Cielo). Él la cubría cada noche con su manto negro ensortijado con mil estrellas.
De su unión nacieron los TITANES, extraños monstruos de cincuenta cabezas y cien manos. Urano no permitía que vieran la luz, sino que tan pronto como nacían los escondía en el TÁRTARO (el inframundo). Gea organizó una conjura entre sus hijos para asesinar a Urano. El primogénito de todos, CRONOS (el Tiempo), se encargó de la tarea. Cuando Urano llevaba consigo a la Noche (Erebo) acostarse con su mujer, Cronos, armado con una hoz que le proporcionó su madre Gea, castró a Urano como venganza. De las gotas de sangre de los genitales de Cronos nacieron las FURIAS. Los genitales  llegaron a una playa, y, rozados por las olas, dieron nacimiento a AFRODITA, que significa «nacida de la espuma».


NACIMIENTO DE AFRODITA DE LAS ESPUMAS. (Sandro Boticelli)

La «diosa del Mediterráneo» Afrodita (Venus para los romanos) tuvo durante largo tiempo la supremacía en la isla de Creta, en Corinto, en Esparta y en Atenas. Es la «diosa del deseo sexual», por lo que llega a ser acusada por algunos dioses de lujuriosa y promiscua.
Zeus, el principal de los dioses del Olimpo (contaremos su historia en otro momento), la dio en matrimonio a HEFESTO (Vulcano para los romanos), el «dios herrero cojo», pero lo despreciaba.
El verdadero padre de los hijos que supuestamente tuvo con él Hefesto era ARES (Marte para los romanos), robusto, ebrio y pendenciero «dios de la guerra». Posteriormente Afrodita se unió con el dios Hermes, del que nació Hermafrodito. También se unió con Poseidón. Más adelante se unió con Dionisio, del que nació Príapo.
No solo se unió con dioses, sino también con hombres mortales. Se unió a Anquises de Troya, de cuya unión nació ENEAS, quien fundaría con el tiempo el pueblo romano. Más tarde se encaprichó de ADONIS, el más bello de los hombres, con el que tuvo a su vez descendencia.


Curiosidades:

«Hermafrodita». Término de la biología y la zoología. El nombre proviene de Hermafrodito, hijo de Afrodita y de Hermes. El joven se une a una NINFA en el lago Salmacis. Suplica a los dioses que no separaran sus cuerpos; estos cumplen su deseo haciendo que ambos cuerpos se fusionaron para siempre en un solo ser, de doble sexo. El hermafroditismo  designa a los organismos que poseen a la vez órganos reproductivos usualmente asociados a los dos sexos: macho y hembra.

«Afrodisíaco». Sustancia que incrementa el deseo sexual. El término se deriva del nombre de la diosa griega del amor. Afrodita (Venus para los romanos) es la divinidad relacionada con la fecundidad y la energía primaveral.






12 mayo, 2015

PABLO, APOSTOL URBANO. Preparando el viaje de este verano a Grecia (I)


Quiero comenzar una serie de artículos sobre Grecia. Como sabéis, este año hemos organizado un viaje a los orígenes de nuestra cultura occidental. Nuestro Occidente cristiano tiene dos fuentes en las que beber: la filosofía griega y la cosmovisión bíblica. Luego la cosa hay que matizarla mucho más: (la organización política, la jurídica, la específicamente cristiana, el arte, etc,).
Me gustaría que fueran «pinceladas». Repasando mis apuntes me he encontrado con una curiosidad. Puede servir a modo de «abrir boca». Después de este espero que pueda compartir con vosotros otros muchos que nos ayuden a adentrarnos en el mundo griego y bíblico, o bíblico y griego.
¡Buen Viaje!


1. LOS JUEGOS DEPORTIVOS Y PABLO

San Pablo en sus cartas se sirve de imágenes deportivas. Sabemos que San Pablo era «de ciudad», y que por tanto conocía los teatros, las carreras, los espectáculos, los combates…. San Pablo quería hablar «a tiempo y a destiempo» de Cristo. No tiene ningún problema en comparar la vida cristiana con la preparación, esfuerzo y rigor con que se empleaban los «atletas» para ganar una «corona» que se marchitaba.

Los textos «deportivos» de Pablo

            Pablo habla de «carreras», del «Estadio», de los «atletas», del premio de las «coronas», de las «normas», de la «lucha». Todo ello se practicaba habitualmente en Grecia.

¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, pero uno solo alcanza el premio? Corred de tal manera que lo alcancéis.
Los atletas se abstienen de todo con el fin de obtener una corona corruptible, mientras que nosotros aspiramos a una incorruptible.
Yo, pues, corro, no como  a la aventura; lucho, no como quien azota el aire, sino que disciplino mi cuerpo y lo esclavizo, no sea que, después de enseñar a los demás, quede yo descalificado’

(1 Corintios 9, 24-27)

En un texto más breve, en el que el apóstol reflexiona sobre el esfuerzo , las renuncias y las exigencias que comporta una vida cristiana, escribe:

‘El atleta no recibirá la corona si no corre conforme a la reglas establecidas’
(2 Timoteo 2,5)

En la misma carta, Pablo repasa su vida y se sirve de las imágenes deportivas para expresar sus sentimientos. Él ha «peleado» y ha «corrido», reflejando la idea de que la vida hay que pelearla día a día y hay que vivirla con intensidad.

‘’… El momento de mi partida es inminente. He combatido mi combate, he acabado mi carrera, he guardado la fe. Solo me queda recibir la corona de la salvación.’ 
(2 Timoteo 4, 6-8)

  
Las competiciones en la Antigua Grecia

            En las ciudades grecorromanas había un estadio para practicar distintos deportes atléticos. Pero además se convocaban juegos en distintas ciudades del área de influencia griega  de forma periódica.
            Los «JUEGOS PÍTICOS» se celebraban en Delfos, la ciudad del Oráculo, cada cuatro años en honor del dios Apolo recordando su victoria sobre la serpiente Pitón.

ESTADIO DE DELFOS DONDE SE CELEBRABAN LOS 'JUEGOS PITICOS'
   

    - Los «JUEGOS NEMEOS» se celebraban en la ciudad de Nemea cada dos años en honor de Hércules.
     - Las «PANATENEAS» eran la gran fiesta religiosa dedicada en la ciudad de Atenas a su diosa Atenea en el mes de Julio. Cada cuatro años revestían especial esplendor; duraban seis días y llevaban el nombre de «Grandes Panateneas». Se terminaban con una vistosa procesión que subía a la Acrópolis.
          -  Los «JUEGOS OLÍMPICOS», sin duda los más famosos, tienen lugar en Olimpia, donde se levantaba el templo de Júpiter Olímpico. En la primavera del año olímpico tres heraldos con guirnaldas de olivo partían hasta los confines del mundo helénico e invitaban al festival. Los atletas victoriosos marchaban a sus casas con el más alto honor que podía aspirar un griego: la corona olímpica de olivo silvestre, cortada por un niño con una hoz de oro en un árbol del bosque próximo al templo de Zeus.

- Los «JUEGOS ÍSTMICOS» se celebraban en la ciudad de Corinto. A seis kms. de la ciudad, en el Istmo, existía un templo a Poseidón, rey del mar, y un célebre estadio donde se celebraban los «Juegos Ístmicos Panhelénicos», cada dos años. Los juegos al principio tenían un carácter local, organizados por los tiranos de Corinto, pero con el tiempo llegaron a ser «panhelénicos». La ciudad fue destruida el 146 a.C., y reconstruida en el 44 a.C. Los juegos volvieron a celebrarse en el espacio sacro del Istmo totalmente renovado. Los juegos comprendían pruebas como la carrera, el salto, hípica, carreras de carros etc. Durante su celebración se respetaba la «tregua sagrada». La prueba de velocidad se corría en el estadio en una pista de 181 metros, superando al estadio de Delfos (178 m.), siendo inferior al de Atenas (184 m) y al de Olimpia (192 m.).

Corinto y Delfos

            En nuestro viaje iremos a Corinto, lugar donde se celebraban los Juegos Istmicos, y a Delfos, donde tenían lugar los Juegos Píticos. No hay constancia de que Pablo estuviera en Delfos, pero sí que estuvo en Corinto, conocía bien la ciudad, como se desprende de las Cartas que le envía a aquella comunidad (Primera y segunda Carta a los Corintios). Del texto de san Pablo que hemos citado más arriba, se desprende que sus oyentes conocían bien y entendían este lenguaje deportivo.

En este último lugar, DELFOS, además de subir (porque hay que «subir») al Estadio, muy bien conservado, contemplaremos en el museo el AURIGA DE DELFOS, una de las obras de arte de la antigüedad que hay que contemplar.

Auriga de Delfos. Foto tomada el el museo del lugar




CURIOSIDADES: Maratón
           
            No podemos cerrar este breve artículo sobre los deportes en Grecia sin hacer referencia al nombre que ha llegado hasta nosotros, de MARATÓN.
            Sabemos por la historia que en la primera guerra de los Persas contra los Griegos (Primera Guerra Médica, 492-490 a. C.), el rey persa Darío inicia una campaña contra las ciudades de Grecia. Atenas y Esparta le resisten. El 29 de septiembre de 490, 10.000 soldados de Atenas («hoplitas»), mandados por MILCÍADES, derrotan a Darío en Maratón. Uno de los soldados, cuyo nombre ha pasado a la memoria de la humanidad, FIDÍPIDES, hace de correo; llega a Atenas y anuncia: «hemos vencido». A continuación, cae muerto. La distancia que había recorrido era de 42 kilómetros, la que hoy se mantiene en las carreras de la Maratón.  

08 mayo, 2015

CONFIGURADOS CON JESUCRISTO (SEGUNDA PARTE DEL TERCER CAPITULO. QUINTA ENTREGA)

3.3. Configurados con «Jesucristo»




El «Mesías- Siervo» en Isaias

La figura del Mesías en Isaías es muy rica. El primer Isaías (cc.1-39) nos habla del Enmanuel, del Dios con nosotros, y nos ayuda a levantar la mirada con esperanza hacia el futuro. El Segundo Isaías (cc. 40-55) nos presenta al Mesías con la figura del Siervo en cuatro Cantos o poemas. Esta figura rompe con las expectativas de poderío excluyente (bautistas), de intransigencia de pureza (fariseos), de imposición sin oposición que esperaban en la época de Jesús.
Este personaje aparece en cuatro famosos cantos:[i] Están escritos más al estilo de las confesiones de Jeremías que en el tono exaltadamente lírico del Segundo Isaías[ii].
El Siervo es un personaje anónimo, pero sin embargo, al igual que los grandes profetas, ha sido «llamado y enviado por Dios». Podemos hablar de una verdadera «vocación» en sentido estricto bíblico. Vemos cómo en este texto, dentro del primer poema, sobresale la «llamada y la misión».

Yo, el Señor, te he llamado con justicia,
te he cogido de la mano,  te he formado,
y te he hecho alianza de un pueblo,
luz de las naciones. 
Para que abras los ojos de los ciegos,
saques a los cautivos de la prisión, 
y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.»  (Is 42,6-7)

En el segundo poema podemos leer primero la llamada y más tarde la misión:

‘El Señor me llamó desde el seno materno,
desde las entrañas de mi madre pronunció mi nombre. (…)
No sólo eres mi siervo
para restablecer las tribus de Jacob y traer los supervivientes de Israel
sino que te convierto en luz de las naciones
para que mi salvación llegue hasta los confines de la tierra’ (Is 49,6)

Jesús, «siervo de Yahveh»

Jesús, de Belén al Jordán. En Belén se hace presente el Dios pobre y débil, que entra en la historia no por la puerta ancha y hermosa de los palacios, sino por el pesebre de los animales. No es estética, ni mito infantil, sino teología. La historia leída desde los pequeños y desde los que no cuentan. Jesús se pone en la fila de los excluidos.
En el Jordán, un Jesús adulto comienza su misión. No va a los palacios ni a las escuelas rabínicas de Jerusalén, sino que va al río donde se juntaban los pecadores, y donde Juan anunciaba la intervención inminente de Dios. Jesús se pone en la fila de los pecadores.[iii]

Jesús, «Siervo de Yahveh» en los sinópticos. Jesús como siervo aparece en los evangelios en Mateo de forma explícita y en Marcos en su planteamiento mesiánico.
Mateo presenta dos textos explícitos. El primero hace referencia a la curación de la suegra de Pedro. El segundo hace referencia a la misión de Jesús.

Para que se cumpliera lo que había dicho el profeta  Isaías.
Él tomó nuestras flaquezas
y cargó con nuestras enfermedades. (Mt 8,17)

Jesús se enteró y se alejó de allí. Lo siguieron muchos y los curó a todos, encargándoles severamente que no lo publicasen, para que se cumpliera lo que había anunciado el profeta Isaías:
Éste es mi siervo, mi elegido,
mi amado, la alegría de mi alma;
pondré mi espíritu sobre él
para que anuncie la justicia a las naciones.
No disputará ni gritará,
nadie oirá su voz en las plazas.
No romperá la caña cascada
y no apagará la mecha humeante
hasta que haga triunfar la justicia.
(Mt 12,15-21)

Marcos, por su parte, no tiene textos tomados al pie de la letra del Deutero Isaías, pero su cristología es la del Siervo. Cuando el centurión romano afirma a los pies de la cruz, ‘verdaderamente este hombre es el Hijo de Dios’, está afirmando que en Cristo crucificado se manifiesta la verdadera salvación y el verdadero mesianismo. Igualmente, en toda la segunda parte de Marcos, cuando en la instrucción a los discípulos, Marcos presenta los tres anuncios de la Pasión, podemos vislumbrar tres pasos que llevan desde Cesarea de Filipo hasta Jerusalén.


Configurados con Jesús-Siervo

Estamos de acuerdo que nuestra vocación conlleva una misión, pero ¿cómo llevarla a  cabo? El texto del Siervo de Yahveh de Isaías nos da tres pistas
-        El valor de la humildad: ‘no voceará’. No se trata de callarse, sino de no hacer alardes; de no presentarse con superioridad; de no pretender llevar la razón. Como decimos en castellano, de no ser un ‘voceras’.
-        El valor de lo frágil: ‘la caña cascada no la quebrará’. Lo que está a punto de rajarse, de fracturarse, de romperse –en lenguaje actual- Jesús no lo termina de destruir, sino que lo rehabilita.
-        El valor de lo débil: ‘el pábilo vacilante no lo apagará’. Las pequeñas luces que siguen iluminando, los testimonios de los pequeños que siguen aportando su palabra, el esfuerzo de los que aún siguen creyendo en medio de una vorágine que se traga todo.

Nuestra vocación y nuestra misión no debe estar regida por las normas de pureza del Levítico (que regulan el sacerdocio de Jerusalén), sino por los Cantos del Siervo que toman figura humana en Jesús. La comunidad cristiana así lo entendió.

Somos evangelizadores.

Esa es nuestra alegría y nuestra paga: anunciar a Cristo. Ahora bien, ¿cómo y desde dónde lo hacemos?

- Cómo: Con frecuencia el sacerdote es el hombre de ‘la última palabra’ y de ‘los primeros puestos’. Nos gusta llevar la razón; que nos consideren. A veces nos presentamos como ‘salvadores’-siendo que el único que salva es Jesús-. Otras veces con posturas de superioridad o de soberbia. La humildad no es un adorno externo, sino que es seguir los pasos de «Jesús-Siervo de Yahveh» que compartió la suerte de los excluidos por su condición social y moral.         

- Desde dónde: El evangelio de san Lucas nos dice que ‘en un bautismo general, Jesús también se bautizó’.  Jesús va al Jordán, donde están los que se saben pecadores. No para condenarlos, sino para comenzar su ministerio desde la hondura de la historia real.

El movimiento kenótico de Jesús, tal como rezamos en Filipenses 2, 6‑11, es un movimiento de ‘despojo’ de una condición superior que se tiene; de ‘vaciamiento’: siendo el Señor, tomó la condición de esclavo; de no sentirse superior, de no humillar.



ABAJAMIENTO
GLORIFICACIÓN
Cristo,
a pesar de su condición divina,
no hizo alarde
de su categoría de Dios.
Al contrario,
se despojó de su rango,
 y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando
como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse
incluso a la muerte,
 y una muerte de cruz.
Por eso
Dios lo levantó sobre todo,
y le concedió
el «Nombre‑sobre‑todo‑nombre»;
de modo que al nombre de Jesús
toda rodilla se doble
—en el Cielo, en la Tierra,
en el Abismo—,
y toda lengua proclame:
 «¡Jesucristo es Señor!»,
 para gloria de Dios Padre.


A Jesús «le duele la gente»

Jesús cura a los enfermos porque le duele la gente y se subleva ante el dolor del ser humano: ' Al desembarcar vio mucha gente, sintió compasión de ellos  y curó a sus enfermos' (Mt 14,14).
El dolor no sólo es físico, sino también moral. Es el abatimiento, la desesperanza, la confusión del espíritu. Por eso ante la visión de las personas que se le acercaban desorientadas, cansadas o confundidas, se enternece y se pone a enseñarles:  

'Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos pues eran como ovejas que no tienen pastor, y se puso a instruirles'. (Mc 6,34)

Le duelen los enfermos. Un segundo grupo está formado por los enfermos.  Jesús sufre por y con las personas  heridas en su cuerpo. No sólo por el sufrimiento que padecen,  sino por la culpabilización religiosa a la que están sometidos y que los convierte en proscritos de la sociedad. En el uso del verbo splagcni,zomai aplicado a Jesús aparecen dos ciegos, un leproso y un epiléptico.

Le duelen los desposeídos. Un caso aparte lo presenta la viuda. A la situación de exclusión a la que se ve sometida la mujer en el mundo judío contemporáneo de Jesús, la condición de viudedad agrava sobremanera su abandono y sufrimiento. La legislación humanista de Israel las protege junto a los huérfanos y a los emigrantes. Yahvéh mismo ha tomado su defensa y reclama a su pueblo un trato justo que encuentra su fundamento en la alianza. En los evangelios tenemos trazos de que son personas necesitadas, y algunos textos subrayan el hecho de que son pobres o indigentes

Le duele el ser humano roto. Queda por último el  hombre despojado, desesperado o culpabilizado. Los tres personajes de las  parábolas, las dos de Lucas y la de Mateo,  tienen en común que no forman parte de los grupos excluidos de la sociedad, sin embargo  por distintos motivos se encuentran en una situación de  necesidad.

Un sentimiento motivado

          Los relatos nos dejan entrever qué situaciones provocaban  la compasión de Jesús. Unas veces tenemos una razón explícita por medio de una proposición subordinada causal; otras veces intuimos que son las miradas o las súplicas sinceras las que enternece a Jesús que actúa a favor de ellos.

«Porque estaban hambrientos, desorientados, desesperanzados». Dos textos explicitan gramaticalmente la razón que mueve a Jesús. Mateo explica que a Jesús se le conmueven las entrañas al ver toda aquella gente porque estaban abatidas y descarriadas como ovejas que no tienen pastor. Mateo toma la cita de Marcos 6,34, exceptuando los participios abatidos y descarriados que no aparecen en el segundo evangelista. La imagen de rebaño carente de pastor es bien conocida en el Antiguo Testamento. Los dos verbos expresan con precisión la situación del rebaño a merced de las bestias salvajes, tal como se presenta en la imagen de Ezequiel 34.  El pueblo no sólo es ignorante, sino que además ha caído en manos de guías ciegos que han hecho de él un pueblo desorientado, desesperanzado y desconocedor del verdadero rostro de Dios.
         
Un segundo texto en que encontramos el verbo splagcni,ízomai en boca de Jesús, seguido de una proposición causal es el de la segunda multiplicación de los panes en Mateo. Jesús se conmueve porque la  gente lleva con él tres días y no tienen qué comer. En este caso es la necesidad material la que provoca que Jesús actúe. Si en el texto anterior le duele el ver a la gente confundida y sin esperanza, ahora le duele el sufrimiento físico. La misión de Jesús abarca al hombre en su realidad total, sin fisuras.
En las demás perícopas los evangelistas no presentan  una motivación explícita pero sí dejan pistas que ayudan a comprender. La primera tiene que ver con la mirada de Jesús, la segunda con la súplica.
Jesús, en los Sinópticos, declara repetidamente que se «conmueve» ante la gente. Unas veces porque son débiles y están enfermos. Otras veces al ver el sufrimiento de la gente débil, como en el caso de la viuda de Naím. Otras veces porque la gente está «cansada y desorientada como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9,36).


La «Carta a los Hebreos» (A. Vanhoye)

Desde que A. Vanhoye defendiera su tesis doctoral sobre la Carta a los Hebreos, la teología católica la tiene como referencia no sólo en su estudio novedoso  del texto bíblico, sino sobre todo de su repercusión en la teología del sacerdocio. Es bien conocida la estructuración que hace en cinco partes, siguiendo lo que se conoce como «estructura concéntrica», que aparece en repetidas ocasiones en la composición de algunos libros bíblicos. Es de advertir, antes de una breve explicación

Además, nos fijaremos en cuántos versículos dedica a cada parte o unidad y si hay correlación entre ellas.



I
Situación de Cristo
(1,5-2,8)
1 capítulo




II
Sumo sacerdote, digno de fe y misericordioso
(3,1-5,10)
2 capítulos




III
Valor incomparable del sacerdocio y del sacrificio de Cristo
(5,11-10,39)
5 capítulos




IV
Fe y paciencia
(11,1-12,13)
1 capítulo




V
¡Enderezad el camino!
(12,14-13,18)
1 capítulo


I
-
El nombre de Cristo
1,5-2,18




II

A
Jesús: Sumo sacerdote digno de fe
3,1-14
B
Jesús: Sumo sacerdote misericordioso
4,15-5,10






Exhortación inicial
5,11-6,20





III

A
Sumo sacerdote
a semejanza de Melquisedec
7,1-28
B
Llegado  a la Perfección
8,1-9,28
C
Causa de un estatuto nuevo y eterno
10,1-18






Exhortación final
10,19-39




IV
A
La fe de los antiguos
11,1-40
B
La paciencia necesaria
12,1-13




V
-
Enderezad los caminos
12,14-13,21

Según la explicación que hace Vanhoye, debemos pararnos en la segunda y tercera unidad. En la segunda porque proclama que Jesús es Sumo Sacerdote «digno de fe» y «misericordioso». En la tercera unidad porque es el centro literario y teológico y es el desarrollo de su tesis: el valor incomparable del sacerdocio y del sacrificio de Cristo.


Jesucristo: Sumo sacerdote «digno de fe» y «misericordioso».
Para que se dé el cumplimiento del sacrificio antiguo en Jesucristo es indispensable una relación de semejanza entre Cristo y los sumos sacerdotes judíos. No es una cuestión de «ritos» exteriores, sino de cualidades esenciales. No toma en cxonsideración ninguna de las ceremonias prescritas para la consagración del sumo sacerdote: baño ritual, unción, vestiduras sagradas, inmolación de animales (Ex 29; lev 8). Tampoco se detiene en ninguno de los ritos que el Sumo Sacerdote estaba llamado a realizar. Va al fondo de las cosas, y considera las dos cualidades esenciales que condicionan el ejercicio del sacerdocio. Un sumo sacerdote tiene que ser:
-        Una persona «acreditada» para las relaciones con Dios
-        Misericordioso para con los hombres.

En la segunda unidad de su obra desarrolla dos términos que previamente anuncia:
Por lo cual debió hacerse en todo semejante a sus hermanos, para convertirse en sumo sacerdote misericordioso y fiel ante Dios, para alcanzar el perdón de los pecados del pueblo (Heb 2,17)

«Digno de fe»

Este aspecto hace referencia a la relación con Dios. La traducción del término griego «pistós» no es «fiel», en el sentido de que guarda «fidelidad» a la persona que lo constituyó, sino «digno de fe».
El autor afirma que Moisés es «pistós, en todo lo referente a la casa de Dios (Heb 3,2.5). El texto del Antiguo Testamento al que se refiere es Núm 12,7, donde se afirma no la fidelidad de Moisés sino su credibilidad, su autoridad como representante de Dios, basada en su relación íntima con Dios (Num 12,1-8).[iv]
Con cuánta más razón este calificativo se debe aplicar a Cristo glorificado, que goza de una gloria superior a Moisés. Moisés tenía su lugar en la casa de Dios como «servidor», mientras que Cristo tiene autoridad como «Hijo».
Según el relato de Números, Moisés envía exploradores como avanzadilla hacia la tierra prometida (Num 13). Por una parte es una tierra rica, por otra habitan hombres enormes (Num 13,27-28). El pueblo no se atreve a entrar y ellos mismos se condenan a vagar por el desierto.
El autor de Hebreos pone a la comunidad cristiana en la misma disyuntiva: o creemos y seguimos a Cristo, digno de confianza y acreditado ante Dios porque es el Hijo, o nosotros mismos cegaremos nuestra suerte. Se impone una conclusión: ‘Esforcémonos por entrar en este descanso’ (Heb 4,11). ‘Teniendo, pues, este sumo sacerdote que penetró en los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, mantengamos la fe que profesamos’ (Heb 4,14).


El segundo aspecto, que está en el trasfondo, es la fiesta de la Expiación (Yom Kippur), día en el que el Sumo Sacerdote pedía el perdón de Dios para su pueblo. Hebreos insiste en que no lo obtenían, pues año tras año debían repetir el mismo ceremonial. Con este trasfondo litúrgico, Hebreos contrapone la incapacidad del sacerdocio de la antigua alianza que sacrificaba dones externos, con la persona de Cristo que se ofrece a sí mismo.

(1) Jesús, Sumo Sacerdote (Heb 7,1-28)

Se trata de un sacerdocio que no es levítico, sino que asciende hasta Melquisedec. Hebreos niega que el sacerdocio levítico sea capaz de obtener la salvación. Sin embargo, el autor de Hebreos afirma que ‘Jesús es el garante de una alianza superior’ (Heb 7,22)

Ha habido multitud de sacerdotes del antiguo Testamento, porque la muerte les impedía permanecer; como éste, en cambio, permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa. De ahí que puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a Dios, porque vive siempre para interceder en su favor. Y tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo.
El no necesita ofrecer sacrificios cada día —como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo—, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
En efecto, la Ley hace a los hombres sumos sacerdotes llenos de debilidades. En cambio, las palabras del juramento, posterior a la Ley, consagran al Hijo, perfecto para siempre. (Heb 7,23-28)

(2) Llegado a la «perfección» (teliosis) (Heb 8,1-9,28)

La primera alianza se revela como «imperfecta» y como «provisional». Las antiguas instituciones son incapaces de obtener esta salvación.

Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres —imagen del auténtico—, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.
Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces —como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo—. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio.
De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos. (Heb 9,24-28)

(3) Causa de «salvación» eterna (sotería) (Heb 10,1-18).

Y habiendo sido perfeccionado, llegó a ser Autor de eterna salvación para todos los que le obedecen (Heb 5,9)

La ofrenda personal de Jesucristo, a diferencia de los antiguos sacrificios, obtiene el perdón de los pecados y nos consigue la salvación.

‘Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados’. (Heb 10,11-14.18)[v]


          Retomamos el texto fundamental de la «Pastores Dabo vobis» ya hemos visto cómo Lucas parte de la sinagoga de Nazaret. El evangelista presenta a Jesús como el «Ungido» que «cumple» el plan de salvación de Dios. La misión de Jesús no es sino la que el Padre le encomienda. [vi]

El sacerdote tiene como relación fundamental la que le une con Jesucristo Cabeza y Pastor.  Así participa de manera específica de la «unción» y de la «misión» de Cristo (Lc 4,18-19).

Pero íntimamente unida a esta relación está la que tiene con la Iglesia. No se trata de relaciones simplemente cercanas entre sí, sino unidas interiormente en una especia de mutua inmanencia (…) La relación con la Iglesia se inscribe en la única y misma relación del sacerdote con Cristo, en el sentido de que la «representación sacramental» de Cristo es la que instaura y anima la relación del sacerdote con la Iglesia (…) se stúa no sólo «en la Iglesia, sino también «al frente de la Iglesia»’
(Pastores Dabo Vobis 16, 1992)

En el himno de Colosenses se afirma a Cristo como cabeza de la Iglesia. ‘El es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia’. No se trata de una imagen que tenga referencias bíblicas. Sí las tiene, sin embargo, la imagen de «pastor», sobre todo en Jeremías y en Ezequiel. Texto este último que tendrá resonancias en san Juan.[vii]
          Se ha hecho conocido el texto de Jeremías por la Exhortación Apostólica de Juan Pablo II: ‘Os daré pastores según mi corazón, que os apacentarán con inteligencia y sabiduría’ (Jer 3,15).
La denuncia profética, voz del Señor, recae sobre unos pastores irresponsables: ‘Necios han sido los pastores; no han buscado al Señor. Por eso no han prosperado y todo su rebaño ha quedado disperso. (Jer 10,21)
          Isaías, en los textos de Consolación, usa la imagen de Dios como pastor que cuida a su pueblo: ‘Como un pastor apacienta su rebaño, en su brazo recoge a los corderos, en su seno los lleva y conduce al reposo a las paridas.’ (Is 40,11)
En el profeta Jeremías y en Ezequiel se condena severamente la actitud de los pastores que abusan o descuidan las ovejas. Sobresale el capítulo 23, que comienza con un «ay» de denuncia dedicado a los malos pastores del pueblo de Dios:

¡Ay de los pastores  que dejan perecer y dispersarse al rebaño de mi pasto, dice el Señor! Por tanto, esto dice el Señor, Dios de Israel, sobre los pastores que guían a mi pueblo: Vosotros habéis dispersado mi rebaño, lo habéis descarriado sin preocuparos de él. Pero yo me voy a ocupar ahora de vosotros -dice el Señor-, castigando vuestras perversas acciones. El buen pastor futuro.
Yo mismo recogeré los restos de mi rebaño de todos los países donde los dispersé y los haré volver a sus pastos, donde crecerán y se multiplicarán.
Suscitaré para ellos pastores que los apacentarán; no sufrirán más temor y angustia, ni se volverá






[i]  Cf. (1º) Is 42,1-4;  (2ª) 49,1-6; (3º) 50,4-9; (4º) 52,13-53. Algunos autores pretenden incluir entre ellos otros fragmentos Cf. Is 49,7-13; 42,5-9; 50,10-11; 52,19-21; 48,14-16; 51,4-8; 51,9-16; 41,1ss.

[ii] Dos problemas destacan: (1) La identidad del Siervo (2) la función de los cantos dentro de la obra del Segundo Isaías.
Identidad del Siervo: La pregunta del eunuco de Etiopía al diácono Felipe: "¿De quién dice esto el profeta? ¿De sí mismo o de otro?" (Hch 8,34) ha  seguido formulándose siglo tras siglo. ¿Quién es el siervo?: ¿Es todo el pueblo de Israel que después de la esclavitud pasa por el éxodo para llegar al servicio de Dios? ¿Es un grupo selecto de Israel, los que permanecieron fieles y tienen que anunciar ahora la salvación de Dios a las naciones (Is 49,5-6) ¿Será ese siervo doliente una sola persona, quizás el mismo Isaías, testigo de Dios, aunque maltratado (Is 50,4-11 ó también 53) ¿O quizás el Mesías que habrá de venir con el tiempo? Esa será la interpretación del targum y lógicamente la de los cristiano. Tres son las líneas principales de interpretación:
(1) Interpretación colectiva. Es la más antigua; se encuentra ya en la traducción de los LXX e incluso en el texto hebreo (cf. Is 49,3; los LXX añaden Jacob e Israel en 42,1), es la colectiva: el Siervo de Yahvéh es el pueblo. Elegido para cumplir una misión, ha sufrido en el destierro hasta la muerte, pero terminará triunfando y trayendo la luz a los paganos. Ahora bien, basta leer los cantos para advertir que esta teoría es insostenible. El pueblo de Israel nunca fue tan fiel al Señor como el Siervo, no aceptó su destino humildemente y en silencio, no tuvo la capacidad de aguante que reflejan estos poemas.
(2) Personaje histórico. Las propuestas van desde profetas como Isaías, jeremías o Ezequiel, hasta reyes piadosos como Ezequías o Josías, o políticos como Nehemías, sin dejar al gran emperador Ciro. O bien un personaje anónimo.      
(3) Mesiánica. El siervo sería Jesús. Ciertamente, en ningún otro se cumple tan bien lo anunciado en estos poemas. Y para los autores del Nuevo testamento no cabe duda de que ésta es la única hipótesis válida.
Función en la obra: ¿Qué función desempeña dentro de la obra del Segundo Isaías?  Para muchos autores carecen de relación con el contexto; otros encuentran una clave que los aúna. Entre estos destaca Sicre: En la primera parte (Is 40-48) el Siervo es la antítesis de Ciro (cf. primer canto, Is 42,1-4); en la segunda parte de la obrita (Is 49-55) el Siervo es la antítesis de Sión (cf segundo, tercer y cuarto canto; respectivamente Is 49,1-6; 50,4-9; 52,13-53,12).
La primera parte presenta a Ciro como un guerrero aterrador e invencible: pisa a los gobernantes como barro, su espada tritura a los reyes, su arco los dispersa. Frente a él, el primer canto (42,1-4) nos ofrece un personaje muy distinto: llamado para traer la salvación a los pueblos, su forma de actuar es pacífica, comprensiva. La continuación del poema (42,5-9) le atribuye incluso una misión que, normalmente, correspondería al rey persa: librar a los cautivos (v. 7). Pero no la realiza por la fuerza, no necesita castigar a nadie; al contrario, será "luz de las naciones" (v.6). Ante la persona de Ciro, las islas y los confines de la tierra deben "estremecerse y temblar" (Is 41,5). Ante el Siervo, los mismos confines de la tierra, prorrumpen en gritos de alegría, entonan un canto nuevo (Cf Is 42,10-13). Ciro debe traer la salvación temporal, la liberación de Babilonia. El Siervo trae la salvación eterna, el consuelo perpetuo de Sión. Ciro basa su actividad en el poder de las armas. El Siervo - modelo de debilidad y de no violencia- sólo cuenta con el poder del sufrimiento. Ciro se gana la admiración y la gloria. El Siervo arrastra el desprecio de todos. Pero el dolor y la muerte le  dan la victoria definitiva, más duradera que la de Ciro.

[iii] El bautismo de Jesús. Jesús se hizo bautizar por Juan.Hechos de los Apóstoles recoge unas palabras que resumen sucintamente quién es Jesús:

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.  Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.»  (Hch 10, 34‑38)

Parece que es un dato aceptado por todos que Jesús se hizo bautizar por Juan. De él dan testimonio los sinópticos; también hace referencia el evangelio de Juan, y Hechos de los apóstoles, tanto en el discurso de san Pedro como en el contexto de las elección de la sucesión de Judas, cuando se pide como requisito para ser sucesor apostólico:  es necesario que sea uno de los que nos acompañaron durante todo el tiempo que el Señor Jesús estuvo con nosotros, comenzando por el bautismo de Juan hasta el día en que fue enviado a los cielos’ (Hch 1,22).
El bautismo de Juan se debe leer en un contexto de crisis apocalíptica. En una época en la que muchos creían que la intervención de Dios estaba próxima, se convoca un bautismo para Israel por el que los pecadores hagan de nuevo el paso del mar Rojo, y entren en la salvación de Dios.     
En un bautismo general. Las diferencias entre los sinópticos son evidentes. Marcos parece que no conoce a Jesús. En Mateo, Juan lo reconoce y le pregunta por qué va, intentando persuadirlo.
En Marcos y Lucas el Padre se dirige a Jesús; en Mateo a los que lo escuchan.
Lucas tiene matices propios: Juan desaparece de la escena si bien avisa de que el tiempo era de gran expectación mesiánica;  Jesús se bautiza en un contexto de oración; Jesús aprovecha un bautismo multitudinario.
Los tres coinciden en que Jesús, sin ser pecador, participó en un movimiento de arrepentimiento y conversión colectiva. Para nosotros no resulta escandaloso, pues lo conocemos; para los fariseos sin duda fue detestable. Con este signo Jesús indica cuál va a ser su misión y cómo la va a llevar adelante: ‘Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes’ (Is 53,6).

MARCOS 1,6b‑11.1,  6b‑11.
MATEO 3,  13‑17
LUCAS 3, 15‑16. 21‑22
En aquel tiempo
En. aquel tiempo,
En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías;
proclamaba Juan: Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco ni agacharme para desatarle las sandalias.


él tomó la palabra y dijo a todos: 
[pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias.]
Yo os he bautizado con agua,

- «Yo os bautizo con agua (ver arriba [ ])

pero él os bautizará con Espíritu Santo.

Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.»         
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán.
fue Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.


Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole:
- Soy yo el que necesito que tu me bautices, ¿y tú acudes a mí?
Jesús le contesto:
- Déjalo ahora. Esta bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere.
Entonces Juan se lo permitió.



En un bautismo general, Jesús también se bautizó.
Apenas salió del agua, vi

o rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo:

Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía:
Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: 

- Tú eres mi Hijo amado, mi preferido.
- Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto.
- «Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.» 


[iv] ‘María y Aarón murmuraban contra Moisés por la mujer cusita que había tomado por esposa. Decían: "¿Es que el Señor ha hablado sólo con Moisés? ¿No ha hablado también con nosotros?". El Señor lo oyó.
Moisés era humilde, el hombre más humilde de este mundo. El Señor dijo a Moisés, Aarón y María: "Id los tres a la tienda de la reunión"; y así lo hicieron. El Señor bajó en la columna de nube y se paró a la entrada de la tienda. Llamó a Aarón y a María, y los dos se acercaron.
El Señor les dijo: "Escuchad mis palabras: Cuando hay entre vosotros un profeta del Señor, yo me doy a conocer a él en visión y le hablo en sueños. Pero no hago así con mi siervo Moisés, que es en toda mi casa el hombre de confianza. (Yo le hablo cara a cara y a las claras, no en enigmas, y él contempla la figura del Señor. ¿Por qué os habéis atrevido a hablar contra mi siervo Moisés?’. (Num 12,1-8)

[v]           Texto litúrgico del domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, ciclo B.
[vi] Cf. Col 1, 12-20

[vii] El segundo texto, también profético, lo proporciona el capítulo 34 de Ezequiel . Por último, como texto cristiano, encontramos el evangelio de Juan, en su capítulo décimo.