No. No me he ido de cabeza. Sé lo
que digo, y además de argumentarlo lo defiendo. ¡Bendita sea la fiesta horrible
de Halloween porque nos está “despabilando” a los adormilados, arrellanados en
nuestra zona de comodidad, atontados por el sopor de una fe sedante y sedada,
cansada, sin chispa, sin gracia.
No es la primera vez que sucede, ni
será la última. Muchas veces las personas reaccionamos “cuando se nos comen el
pan”, o “cuando nos tocan lo más sagrado”, o cuando “vemos que se nos está
yendo de las manos”. Algo así pasa con la fiesta de Halloween que está
desplazando, o al menos le lleva mucha ventaja en los últimos años, a la de “Todos
los Santos”. La primera viene con la frescura de los niños que empujan; con el
atractivo de la fiesta: una buena excusa para salir de casa y darle alegría al
cuerpo. Tiene la fuerza arrolladora de lo nuevo (al menos en la cultura
tradicional católica de España). Por el contrario, la fiesta de Todos los
Santos es “arcaica”, “casposa”, “católica”, “tradicional”, “está superada”…
pueden decir sus detractores. Pero nosotros, qué decimos o qué podemos decir.
Por lo pronto podemos decir que Halloween es una fiesta que no tiene nada que
ver con la fe cristiana, y que además cultiva una visión sobre el ser humano
contraria al cristianismo. Argumentos, que siempre son necesarios.
- Belleza contra fealdad. La fiesta
de Halloween exalta la fealdad, la corrupción, lo negro, la sangre… El ser
humano es materia putrefacta. Por el contrario, la fe cristiana nos
recuerda nuestra belleza inscrita en el corazón de todo ser humano: hemos
sido creados por amor, a imagen y semejanza de Dios. Somos “bellos”,
aunque el pecado se haga presente en nuestra vida; pero el pecado no anula
ni destruye esta belleza.
- Esperanza contra desesperanza. La
fiesta de Halloween es la fiesta de la muerte. Los muertos reviven, pero
son muertos. El destino del hombre, dice, es la muerte y el olvido. La fe
cristiana en su fiesta de Todos los Santos nos habla de Vida eterna, de
Resurrección, de esperanza. No una esperanza como ilusión que nace de la
carencia humana, sino una esperanza que nos ha ganado Cristo por su
Resurrección.
- Providencia contra destino. La
fiesta de Halloween habla de brujas, de fantasmas, de muertos que deben expiar
culpas no perdonadas. Es la consecuencia de un destino cruel del que no te
puedes separar. La fe cristiana habla de un Dios providente, que nos
acompaña con amor; que nos da libertad, que sufre en nuestras decisiones
equivocadas y que nos espera con ternura.
- Santidad contra demonización. La
fiesta de Halloween va acompañada de diablos y demonios que nos recuerdan
un futuro de ‘fuego’, de ‘condena’. La fiesta de Todos los Santos nos
habla de Salvación, en Dios, por Jesucristo. Dios es el Santo, y nosotros
estamos llamados a participar de esta santidad. No estamos llamados a la
condenación.
- Alegría contra miedo. La fiesta de
Halloween ensalza el miedo, el susto, la angustia, el desasosiego, el
pavor y temblor. La fiesta de Todos los Santos ensalza la alegría
cristiana que nace de la esperanza que tenemos en Cristo. Un cristiano
triste es un triste cristiano.
Queridos
amigos lectores, Halloween ha venido para quedarse; pero ha venido también, sin
que lo sepa y sin que quiera, para ‘espabilarnos’ a los adormecidos y bien
servidos cristianos, que parece que no sabemos ni en qué creemos ni en qué
esperamos.
Feliz día….
¡de Todos los santos!
Pedro Ignacio
Fraile Yécora
31 de Octubre
de 2017, Víspera de la Solemnidad de Todos los Santos