El título de «padre misericordioso» hace más justicia que el de «hijo
pródigo».
El acento recae sobre Dios que da libertad, permite que el hijo menor
sea protagonista de su vida, pero no le da la espalda cuando este regresa a
casa.
La iniciativa es del padre que, al verlo de lejos, sale corriendo en su busca y le abraza; luego le hace una fiesta porque le ha recobrado con salud.
No podemos olvidar el contraste con la reacción del hijo mayor: se indigna
porque reclama sus derechos de haber sido buen hijo y rechaza el comportamiento
misericordioso del padre.
Cada uno de nosotros sabe qué tipo de hijo representa
ante Dios: el que reconoce humilde su pecado o el que se presenta orgulloso y
reivindicativo ante él.
Cuarto domingo de Cuaresma 2016
Cuarto domingo de Cuaresma 2016
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