Este ´Via Crucis, 'apegado' a l os nombres, calles, lugares de Jerusalén, está escrito desde el conocimiento de la ciudad, pero sobre todo desde el corazón confesante. Lo he publicado en EUCARISTÍA, una publicación al servicio de la evangelización, que une fidelidad a la liturgia de la Iglesia Católica y material para hacer presente hoy el evangelio en el pueblo de Dios.
Introducción.
El «Vía crucis» es la expresión del sentir del pueblo de Dios
acompañando a Jesús en su camino a la cruz. No es un sentimiento de dolor
enfermizo, sino solidario. No es una exaltación de la crueldad, sino una
denuncia del sufrimiento que tantas personas padecen en todo el mundo. Tomamos
conciencia de la suerte de muchos débiles, empobrecidos y vagabundos que
caminan por los márgenes de la vida. Jesús hizo su camino en medio de una
población que bien le miraba indiferente, bien le insultaba. Algunos se
compadecían. Es el espejo de la condición humana. Un camino que Jesús supo vivir desde la dignidad
libre y obediente al Padre que marcó toda su vida.
PRIMERA
ESTACIÓN: Jesús sentenciado a muerte.
-
Te adoramos, oh Cristo, y
te bendecimos.
-
Que por tu Santa Cruz
redimiste al mundo.
‘El sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo:
«¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos de testigos? Acabáis de oír la
blasfema. ¿Qué decidís?» Y ellos contestaron: «Es reo de muerte». (Mt 26,65-66)
Maestro
nazareno,
Siervo del
Señor,
en tu
Pascua definitiva
te juzga
Poncio Pilato.
En ti
condenan, Jesús,
a inocentes
sin abogado,
a empobrecidos
aplastados
a humanos
violentados.
Jesús, tu
causa pública,
es memoria
y presencia
de la
dignidad del ser humano:
honesto,
libre, entregado
SEGUNDA
ESTACIÓN: Jesús carga con la cruz
'Jesús, llevando la cruz, salió para un sitio llamado
"Calvario", en hebreo Gólgota, donde lo crucificaron' (Jn 19,17)
Cruz que
cargamos con dolor,
de pesos adormentados,
de tumores
enquistados,
de sinsabores recreados.
de sinsabores recreados.
Cruz de
recuerdos dolientes,
de heridas
supurantes,
de muertes
cercanas,
de rencores
no curados.
El peso de
las cruces, Señor,
marca
nuestras espaldas;
huellas a
flor de piel
de la
humanidad cansada.
TERCERA
ESTACIÓN: JESUS CAE POR PRIMERA VEZ
Del profeta Isaías: 'Fue él quien tomó sobre sí
nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores. Nosotros le tuvimos por
castigado, herido de Dios y humillado' (Is 53,4)
Peso que
sobreviene
a personas
trabajadas.
Injusto,
insoportable;
carga que
aplasta,
peso de culpas
no sanadas,
de falsas
acusaciones.
Calumnias y
humillaciones
que
desfiguran la cara.
Caes,
Jesús, en tu cuerpo castigado,
bajo el
peso de la cruz.
¡Patíbulo
injusto, cruel,
sobre tus
espaldas!
CUARTA
ESTACIÓN: JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE
"También estaban allí, observándolo todo,
algunas mujeres que desde Galilea habían seguido a Jesús para servirlo." (Mt 27, 55)
María,
esposa y madre,
en las
colinas de Nazaret,
cuidabas y
educabas a Jesús,
con manos
de mujer templada.
Madre de
Jesús,
las calles
de Jerusalén, ahora,
con
griterío insoportable,
son testigo
de vuestro encuentro.
Madre en el
pueblo de Galilea,
madre en la
ciudad de Judá.
Madre e
Hijo se miran, y llorosos
se preguntan:
¿Cómo estás?
QUINTA
ESTACIÓN JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEO
"Por el camino encontraron a un tal Simón,
natural de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, y le
obligaron a llevar la cruz de Jesús' (Mc 15,21)
Una manos
rudas de uncir yuntas,
de asir
arados, desbrozar matojos,
y apretar
la dura tierra,
levantan la
cruz de Jesús.
Manos de
trabajador,
encallecidas
y agrietadas,
fuertes con
las herramientas,
suaves con
la carne sonrosada.
¡Cirineos
de ayer y de hoy,
mujeres y
hombres
de todos
los campos,
que
levantan del polvo al ser humano!
SEXTA
ESTACIÓN: LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO DE JESÚS
"Muchos quedaron espantados al verlo, pues
estaba tan desfigurado, que ya no parecía un ser humano. Despreciado por los
hombres y marginado, hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento,
semejante a aquellos a los que se les vuelve la cara, no contaba para nada y no
hemos hecho caso de él. Sin embargo, eran nuestras dolencias las que él
llevaba, eran nuestros dolores los que le pesaban." (Is 52, 14; 53, 3-42)
Mujer
anónima, valiente.
«Verdadero
icono»,
discípula
atenta del nazareno,
sin medias
tintas ni postureos.
Enjugaste
su rostro de sangre,
rostro de
un Dios humanado,
imagen
verdadera del amor,
que en
lienzo de hilo se imprimió.
«Verdadero
icono de Cristo»,
herido y
mancillado,
revelas el
rostro humano,
lacerado y
desfigurado.
SÉPTIMA
ESTACIÓN: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ
"Eran nuestras faltas por las que era
destruido; nuestros pecados, por los que era aplastado. El soportó el
castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido
sanados". (Is 53, 5)
Del
Tiropeón al Gólgota,
hay una
escarpada subida,
calles
empinadas, angostas,
torcidas,
tropiezos sin medida.
Caes,
Jesús, rodilla en tierra,
rostro que
toca el suelo,
manos que
paran el golpe,
esparciendo,
con el sudor, la sangre.
En tu caída,
esperada,
están
nuestros tropiezos,
nuestras
dudas y contradicciones,
mentiras y
desaciertos.
OCTAVA
ESTACIÓN: JESÚS CONSUELA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN
"Lo seguía muchísima gente, especialmente mujeres que se
golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose hacia ellas, les
dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí. Llorad más bien por
vosotras mismas y por vuestros hijos." (Lc 23, 27-28)
Ancianas de
espaldas dobladas,
jóvenes de
futuro incierto,
niñas con
ojos abiertos,
¡Mujeres
pobres, sufridas, nobles!
¿A quién
veis en el crucificado?
¿Al hijo que
perdisteis?
¿Al marido
cansado?
¿Al hermano
menor agotado?
¡Mujeres de
Jerusalén,
abrazadas,
agolpadas, doloridas,
no lloréis por
Jesús, el Hijo amado,
¡¡Llorad
por cada ser humano!!
NOVENA
ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ
"Felices los que son
perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los
Cielos." (Mt 5, 10)
Las fuerzas flaquean, Jesús,
los brazos tiemblan,
las rodillas no sostienen,
tu cuerpo se derrumba.
Como hombre agotado
caes bajo el peso de la cruz,
aturdido por los gritos,
insultado y despreciado
¿Nadie se compadece de ti?
- Buen Jesús -
¿Ni uno solo acerca su brazo?
¡Qué fácil es pisar al que yace derrotado!
DÉCIMA
ESTACIÓN: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS
VESTIDURAS
"Después de clavar a Jesús
en la cruz, los soldados tomaron sus vestidos y los dividieron en cuatro
partes, una para cada uno de ellos. En cuanto a la túnica, tejida de una sola
pieza de arriba abajo sin costura alguna, se dijeron: «No la rompamos,
echémosla más bien a suertes, a ver a quién le toca.» Así se cumplió la
Escritura que dice: Se repartieron mi ropa y echaron a suertes mi túnica.
Esto es lo que hicieron los soldados." (Jn 19, 23-24)
Expuesto
como un criminal
ante burlas
y risotadas,
te quitan
lo poco que te cubre
para más
humillarte
Desnudo,
maltratado,
no pierdes
tu dignidad,
tu porte
humano atrayente,
tu
sencillez y humildad.
¿Quién
humilla?
¿Quien
quiere o quien puede?
En tu
despojo, Jesús,
reconocemos
tu soberana libertad.
UNDÉCIMA
ESTACIÓN: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ
"Al llegar al lugar
llamado de la Calavera, lo crucificaron allí, y con él a los malhechores,
uno a su derecha y el otro a su izquierda." (Lc 23, 33)
En la piedra cimera del Gólgota
han horadado la grieta.
La cruz se hunde en la roca,
enhiesta, erguida, áspera.
Palos que se entrecruzan,
manos y pies clavados,
carne desgarrada, huesos rotos:
el hombre Jesús, crucificado.
¿Quién ha querido verte así?
¿Quién se goza en tu calvario?
¿Quién, Jesús, más te humilla?
¿Quién menea la cabeza, descorazonado?
DUODÉCIMA
ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ
" A eso de las tres, Jesús gritó con fuerza:
Elí, Elí, lamá sabactani, que quiere decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has abandonado?» Pero nuevamente Jesús dio un fuerte grito y entregó su
espíritu." (Mt 27, 45-46.50)
La muerte es
natural,
porque
nacemos limitados.
La vida es
corta, fugaz,
se nos
escapa de las manos.
Pero, ¿la
muerte violenta?
¿la muerte
del justo ajusticiado?
¿la muerte
del pobre oprimido?
¿la muerte
del indefenso condenado?
Jesús, no
mueres. Te matan.
No te juzgan.
Te condenan.
Tu muerte
es muerte injusta,
violencia
pública, manifiesta.
DECIMOTERCERA
ESTACIÓN: JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ Y PUESTO EN LOS BRAZOS DE
SU MADRE
"Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre,
con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdala." (Jn 19,25)
Madre en
Belén,
Educadora
en Nazaret,
Mujer en
Jerusalén.
Recibes,
María, a Jesús.
Dolor de
madre rota,
víctima
inocente de la violencia,
testigo de
la crueldad amasada,
mujer
fuerte, sin venganza.
María,
¡Madre de Jesús!
¡Perfecta
discípula!
¡Pobre del
Señor!
¡Madre de
Dios!
DECIMOCUARTA
ESTACIÓN:JESÚS ES SEPULTADO
"Estaban tan asustadas que no se atrevían a
levantar los ojos del suelo. Pero ellos les dijeron: «¿Por
qué buscáis entre los muertos al que vive?No está aquí. Resucitó.
Acordaos de lo que les dijo cuando todavía estaba en Galilea." (Lc 24, 5-6)
Negrura y
humedad,
repulsión
espontánea,
ventana a
la nada,
vacío que
rechazamos.
La tumba
nueva de José de Arimatea,
discípulo
valiente y generoso,
es para tu
cuerpo muerto, Jesús.
Tumba para
el Maestro llorado.
¿Es ese el
final del Hijo?
¿Esa es la
suerte del Siervo?
¿Es la
última palabra de Dios?
¿La
sentencia del misterio humano?
DECIMOQUINTA
ESTACIÓN: JESÚS RESUCITA DE ENTRE LOS MUERTOS
‘¿Buscáis a
Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado!’ (Mc 16,6)
Ni
ensoñación ni deseo.
Ni delirio
colectivo.
Ni
estrategia pactada.
Ni rumor
por doquier esparcido.
Dios ha
hablado en Jesús.
Su voz
clara y potente se ha oído.
El combate
ha sido vencido.
Culpa y
muerte no son nuestro destino.
Abre mi
mente a tu Luz,
mi corazón
a tus designios.
Rompe mis
prejuicios, ¡Vivo, viviente!
¡Sé mi
Salvador, hoy y siempre!
Pedro Ignacio Fraile Yécora
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