Comenzamos una nueva aventura. El tema es monográfico: Tierra Santa, si bien entendemos que no es sólo Israel, sino también Jordania, y por extensión Siria, y Egipto, y Turquía. Allí donde nace el cristianismo, allí donde la Biblia toma rostros y escenarios.
Inauguramos este blog con este artículo sobre las razones para ir a Tierra Santa. Si alguno de vosotros está interesado, no dude en ponerse en contacto con nosotros.
Voy a comenzar
con una anécdota graciosa que contaron en el último viaje a Tierra Santa, hace
sólo una semana. Un sacerdote de las
afueras de Bilbao le preguntó a uno de feligreses más allegados: «¡Felipe, hace
mucho que no te veo! ¿Dónde has estado?». El otro, todo serio, respondió: «He
estado en Tierra Santa». El sacerdote
añadió gozoso: ¡Qué bien, yo voy la semana que viene! El feligrés remató la
anécdota de forma magistral… «Bueno, para mí, ¡Tierra Santa es la Rioja!
Sin quitarle
un ápice a la ocurrencia, sin duda ingeniosa, yo sí que quiero dar mis diez
razones para ir a Tierra Santa. Unas son evidentes, otras no tanto. Tengo como
pequeño proyecto para los próximos días ir detallando una a una cuáles son mis
argumentos. Hoy sólo los enuncio.
1) Tierra
Santa se conoce como el «quinto evangelio»: paisajes y paisanajes, escenarios,
contextos... Cuando se vuelve, se lee el evangelio de otra forma.
2) Tierra
Santa nos «refresca» el evangelio, muchas veces conocido, pero con frecuencia
olvidado o «aparcado»: bienaventuranzas, parábolas, evangelio en estado puro…
3)
Tierra Santa nos deja el regustillo de saber más del Antiguo Testamento, casi
desconocido por el mundo católico en el que nos movemos: Abrahán, Jacob,
Moisés, David… Todo nos suena, ¡pero qué poco sabemos!
4) Tierra Santa nos
«mueve» por dentro aunque no queramos: sentimientos religiosos ahogados,
recuerdos de nuestra infancia y juventud, opciones personales, nombres de
personas queridas que nos vienen aunque lo queramos reprimir…
5) Tierra
Santa aclara muchas ideas sobre el
origen y la identidad del cristianismo: el evangelio de Jesús no es un libro de
autoayuda fuera del espacio y del tiempo; el cristianismo tiene una «matriz»
cultural y religiosa semítica evidente. Negarlo es una necedad…
6) Tierra Santa
nos habla de Jesús y nos habla de la Iglesia, en continuidad, no en ruptura:
Nazaret, Lago de Tiberíades, Jerusalén, Cenáculo, la misión…
7) Tierra Santa es
un hervidero del hecho religioso monoteísta: judíos, cristianos y musulmanes
¿qué nos une y qué nos separa? ¿El monoteísmo está muerto o tiene futuro? ¿Los
monoteísmos son necesariamente exclusivistas y fanáticos? ¿Los monoteísmos son
necesariamente violentos?
8) Tierra Santa es «centro» de la historia antigua,
medieval y actual: Constantino, cruzadas, Estado de Israel… No se puede leer la
historia de Occidente si arrancamos las páginas de lo que pasó en estos
lugares
9) Tierra Santa nos retuerce por dentro a los
«católicos latinos»: ¿por qué los ortodoxos están en Belén y en el Santo
Sepulcro? ¿Qué hacen aquí los coptos, armenios, sirios? Nos damos cuenta de que
tenemos mucho que aprender en cultura y en respeto
10) En Tierra Santa se
llora. En casi todos los viajes, alguna persona me ha reconocido que, en algún
momento, se ha apartado del grupo y se ha echado a llorar, sin que le vieran.
¡Ánimo! ¡Vamos a Tierra Santa!.
Pedro Ignacio Fraile Yécora.
Sin duda Pedro ¡¡HAY QUE IR A TIERRA SANTA!!. Qué cierto es que cuando se vuelve se lee el evangelio de otra manera. Pones imágenes a los textos, la mayoría de las veces imágenes muy diferentes a como te las habías imaginado antes de ir a Tierra Santa.
ResponderEliminarYo fui una de esas personas que lloró al pisar esas tierras. Y no una vez... Te remueve por dentro, te trae sentimientos escondidos, te hace VIVIR.
Os recomiendo que hagáis este viaje al menos una vez en la vida. Yo ya lo he hecho dos veces y...¡TENGO QUE VOLVER!.