Comparto con vosotros esta breve exégesis del Salmo 54, una súplica individual.
Salmo 54
3 Oh Dios, sálvame por tu nombre,
sal
por mí con tu poder.
4 Oh Dios, escucha mi súplica,
atiende
a mis palabras;
5 porque unos insolentes se alzan
contra mí,
y
hombres violentos me persiguen a muerte,
sin
tener presente a Dios.
6 Pero Dios es mi auxilio,
el
Señor sostiene mi vida.
7 Devuelve tú su maldad a mis
contrarios
Y
destrúyelos, por su lealtad
8 Te ofreceré un sacrificio
voluntario,
dando
gracias a tu nombre, que es bueno;
9 porque me libraste del peligro,
y
he visto la derrota de mis enemigos.
1. Notas textuales. El salmo empieza en el v. 3
porque los dos primeros versículos forman parte de la «cabecera». ‘Al
maestro del coro, con arpas. Oda de David. Cuando los de Zif fueron a decir a
Saúl que David estaba escondido con ellos’.
El versículo 7 es una
petición de intervención de Dios contra los enemigos. La Liturgia de las Horas
excluye intencionadamente este versículo.
2. Aspectos literarios: El salmo pertenece al género literario de las 'súplicas individuales'. Desde
el punto de vista estilístico, se distingue con claridad tres paralelismos
sinonímicos:
v. 4 Oh
Dios, escucha mi súplica
atiende
mis palabras
v. 5 unos insolentes se alzan contra mí
unos
hombres violentos me persiguen
a muerte
El tercer paralelismo ocupa el centro del salmo (tres versos [3-5], centro en el v. 6 y tres versos [7-9]), ayudándonos a reconocer el sentido que el orante quiere destacar: Dios auxilia y sostiene la vida del creyente
el Señor sostiene mi vida
3. Antropología teológica: El ser
humano, débil en su constitución, y rodeado de peligros (carestía, violencia,
enfermedades) suplica a Dios. La oración de súplica es, quizás, la más natural
y espontánea. Tres verbos significativos: «sálvame», «escucha», «atiende». En
una relación de fe de carácter interpersonal, el creyente pide a Dios que esté
atento a sus súplicas y que además le haga caso, que no le ignore.
El
salmo continúa con una «confesión de confianza» en Dios: él es «mi auxilio», él
«sostiene mi vida». No se puede rezar a Dio si se duda bien de que salva, bien
de que está cerca de quien le reza. La confianza es necesaria en la vida relacional, y
en la vida de la fe.
El orante pide que Dios intervenga y que destruya a los «adversarios/contrarios/enemigos».
¿Quiénes son y, consecuentemente en qué consiste esta destrucción? Los «enemigos»
que acechan no se identifican, si bien insiste en que son «violentos»:
¿acreedores que buscan cobrar un dinero? ¿Personas violentas que persiguen al
justo? O de forma simbólica, ¿una enfermedad? ¿Un período largo de hambre?
El
salmo da un salto repentino y concluye con una promesa de acción de gracias
porque Dios ha intervenido salvando. El colofón invita a la confianza en Dios.
4. Lectura espiritual.
La fe no excluye ni el
dolor, ni el sufrimiento, ni las carestías, ni las dificultades. Pero el
creyente las afronta de forma distinta. Los «adversarios» del ser humano, como hemos
indicado, son múltiples; cada uno puede identificarlos y ponerles nombre.
La
fe en Dios no es un «seguro de vida», de forma que el creyente se ve libre de
acosos, violencias, crisis o persecuciones. Pero la confianza en que Dios hace
justicia, que no abandona, es el motor principal y el fundamento de su vida. Como
dice el orante: «el Señor sostiene mi vida».
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