Acabo
de llegar de misa de once. El párroco es un hombre que tiene una gran cualidad
y dos defectos a la hora de predicar. Los defectos son: uno que se escucha a sí
mismo cuando habla, como si dijera, ¡pero qué bien hablo!, feo vicio donde los
haya; el otro, que no tiene un esquema claro: habla hasta que se cansa (¡mortal
para los oyentes!). La cualidad del párroco es que a veces es ingenioso. Dice
cosas que no suelen darse de antemano por sabidas. Hoy nos ha sorprendido con
una: «conversión significa movilización»; y ha añadido «hay que movilizarse
para cambiar lo que no nos gusta».
Me
ha gustado porque tiene mucha verdad. Siempre nos han explicado que «conversión»
en griego tiene que ver con «cambio de mentalidad» (metanoia; la nous es la
mente humana). Surge la pregunta ¿en qué se nota que uno «cambie de mentalidad»
si luego «no se mueve»?
Ayer
celebrábamos la «conversión de san Pablo», ¡Qué bien lo entendió! Fue
convertirse y fue un «no parar». Se «movilizó» del todo: de Damasco a Tarso; de
allí a Arabia; luego a Antioquía de Siria; luego a Jerusalén; luego a la
península anatólica (el centro de Turquía) hasta en tres ocasiones; saltó «el
minicharco» de los Dardanelos y se plantó en Grecia; luego llegó a Atenas y por
fin a Roma. Dicen que incluso llegó a Hispania, a Tarragona. Aún más; en los
alrededores de Huesca (la Osca romana) conservan una «Iglesita de san Pablo»,
que se erige hasta donde llegó el «apóstol de las gentes», según algunos.
Convertirse, cambiar de forma de ver la vida y ponerse en movimiento es todo
uno.
La
palabra «movilizarse» tiene, como todas las palabras, «carga significativa».
Cuando comienza una guerra los ejércitos «movilizan» incluso a la población civil.
En un movimiento social, los grupos fuertes «movilizan» a sus militantes y a
quienes estén de acuerdo con ellos. Incluso los clubes de fútbol «movilizan» a
sus «tifosi» para evitar que el equipo pierda un partido o que descienda de
categoría. ¡Todo el mundo se moviliza por algo!
Los
cristianos, cuando Jesús nos llama al comienzo de su predicación a que nos «convirtamos», ¿nos movilizamos,
nos movemos? ¿o nos quedamos cariacontecidos, adormilados y aburridos como si
nada interesante o importante hubiera que hacer?
Pedro Ignacio Fraile Yécora
26 de Enero de 2014
http://pedrofraile.blogspot.com.es/
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