Maite López,
cantautora pamplonica de hermosa voz y letras pasadas una y otra vez por el
corazón y la oración, tiene un disco que se titula «deseos». Me encanta porque tiene una visión positiva de
los deseos, siempre tan mal considerados tanto por los moralistas no evangélicos
como por las espiritualidades no humanas. Hay deseos que son buenos (también los hay
malos); hay deseos que nos humanizan (otros nos separan de nuestra humanidad);
hay deseos que nos liberan de un mundo invivible (otros, es verdad, nos
atenazan a él). Dejemos que Maite, que por cierto es amiga y esposa de amigo,
hable por ella misma. En la presentación de su trabajo Maite dice:
«Los mejores deseos son los que, antes aún
de hacerse realidad, hacen brotar la vida. Los que se saborean, precisamente
como la vida, incluso, antes de nacer. Esos deseos, propios y ajenos, son los
que necesitamos encontrar y por los que vale la pena luchar. Muchos de ellos
proceden de Dios. Es él quien los pone dentro de nosotros para que seamos
felices y para que hagamos más felices a quienes nos rodean. Dios no es fruto
de nuestros deseos, ni se identifica con ellos, pero sí los utiliza para
comunicarse con nosotros y, a menudo, los hace suyos (o quizás lo eran primero),
para dar plenitud a nuestra vida».
La canción que
da título al disco lleva también este nombre, «deseos», y tiene una letra
cuidada y sugerente:
«Deseos de sanar las heridas de quien sufre.
Deseos de abrazar y de derrochar ternura.
Amar hasta el límite, hasta el extremo.
Caminar codo a codo con todos vosotros.
BIENVENIDOS SEÁIS, DESEOS MÍOS,
QUEDAOS CONMIGO, ACOMPAÑAD MI
CAMINO,
RECORDADME QUE ESTOY VIVA,
QUE NO ESTOY SOLA, QUE ALGUIEN OS
PUSO EN MÍ,
Deseos de gritar la verdad y que la
escuchen.
Deseos de acabar de una vez con la
injusticia.
Vivir sin defensas, con manos abiertas,
Salir de mi mundo y entrar en el tuyo.
Deseos de romper las cadenas de la muerte.
Deseos de reconciliación, de paz auténtica.
Mirar cara a cara las dificultades.
Buscar lo que más nos acerque a la meta.
Deseos de amar y ser amada, enteramente.
Deseos de compartir la vida, de entregarme.
Creer en la fuerza que llevamos dentro;
Beber de la fuente de todo deseo».
Este último
verso, no sé si Maite estaba pensando lo mismo, nos lleva de la mano al
evangelio del próximo domingo de Cuaresma, el de la Samaritana: «beber de la
fuente de todo deseo». Los deseos tienen que ver con el alimento que sacia y
con la bebida que reconforta. Los deseos piden respuesta; de lo contrario, un
deseo insatisfecho puede ser fuente de frustración y de amargura.
Muchos de los
deseos, nos dice Maite, proceden de Dios. En la letra de la canción los
explicita: deseo de amar, deseo de gritar la verdad, de acabar con la injusticia,
de romper las cadenas de la muerte…
El próximo
domingo, el tercero de esta cuaresma, escucharemos el evangelio de esa mujer
que estaba lleno de deseos, muy hondos, permanentes. Unos deseos que estaban
insatisfechos.
Jesús se sirve
de una situación humana, la de tener sed física, real, porque venía de lejos,
de un largo camino y necesitaba beber. La mujer iba también a buscar agua para
su casa. Jesús se pone a hablar con ella y le pregunta por lo que vive, por lo
que le preocupa, por lo que lleva en su corazón; satisfacciones e
insatisfacciones; cumplimientos y frustraciones.
Jesús le va
sacando del fondo de su corazón todo lo que lleva dentro hasta que le descubre
su profundo vacío: cree que está saciada, y está vacía. Cree que lleva una vida
normal, y su vida no tiene nada que ofrecer. Busca agua porque ella misma está
seca.
¿Qué nos dice
este evangelio? Como la samaritana, también hoy hay muchas personas que están
secas, resecas y cuarteadas en su interior por falta de frescura. Van a por
agua a las fuentes, y como no solucionan el verdadero problema, tienen que
volver otra vez o, si pueden, van emigrando de fuente en fuente, buscando qué
agua es la mejor.
Jesús se
propone como el «agua viva» que sacia, de forma que nunca más tengamos que ir
mendigando un vaso de agua que nos refresque y reconforte.
¿Qué es
evangelizar? ¿Cómo acercarse a muchas personas que están a años luz del
evangelio? Un buen camino puede ser este (¡camino que apunta san Juan en su
evangelio!): el camino de los deseos. ¿Cuáles son mis deseos?, ¿cómo busco
satisfacerlos?, ¿cuáles son mis frustraciones?
Jesús no busca
amargarte la vida, sino que busques en tu interior, bucees en lo que llevas
dentro de ti, y descubras cómo él puede saciar tanta necesidad de humanidad, de
espiritualidad, de hondura. ¡Felices deseos a todos!
Pedro Ignacio Fraile Yécora
Tercer domingo de Cuaresma –La Samaritana-
http://pedrofraile.blogspot.com.es/
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