Por si os interesa, adjunto mi intervención. Como siempre, la podéis usar sin problemas, si os hace falta.
LEER LA BIBLIA HOY
IX Jornadas Bíblicas a la luz de la
Palabra
Parroquia de la Milagrosa – Barcelona-
28 de Enero de 2017
Pedro Ignacio Fraile
1. Una experiencia
personal
La Biblia es la asignatura pendiente de los cristianos;
al menos, para hablar con propiedad, de los católicos romanos. Es una
asignatura en la que hemos dados grandes pasos, y no cedemos al desaliento,
pero que no terminamos de aprobar. Parto
de mi experiencia en este campo, que abarca cuatro ámbitos
1) Ámbito académico. Parto de mi experiencia
como profesor durante años. La Biblia se puede estudiar como un libro: como literatura antigua y
religiosa: composición de los libros; etapas desde su origen hasta su edición
final; géneros literarios; exégesis etc. Es un camino legítimo por sus métodos; necesario para evitar los fundamentalismos
(la Biblia es ‘Palabra de Dios’, pero no es un ‘dictado ad pedem litterae’); necesario para la comprensión del
texto: ¿qué dice el texto?
Queda en el aire una pregunta ¿un no creyente puede ser
biblista? Suponiendo que la respuesta sea afirmativa, pues es literatura, surge
la siguiente: ¿un no creyente puede entender la Biblia como Palabra de Dios?
2) Ámbito celebrativo. La Palabra de Dios se
proclama en la liturgia de la Iglesia: desde las eucaristías dominicales hasta
la celebración de los sacramentos. La Palabra de Dios se proclama para que el
pueblo la «escuche». Dios «invita» y «exhorta» a la asamblea. El cristianismo
no es una religión individualista, sino comunitaria. Pero muchos cristianos
solo tienen este contacto con la Palabra de Dios: la que oyen en las
celebraciones. Si son de misa dominical, tienen la oportunidad de escuchar
ciclos completos de las lecturas; pero si son de «celebraciones casuales» (BBC,
Bodas-Bautizos-Comuniones) y entierros, tendrán una visión muy sesgada e
incompleta de la palabra de Dios.
Aparece otra pregunta inquietante: ¿cuántos
cristianos solo conocen la palabra de Dios por las lecturas de las
celebraciones?
3) Ámbito catequético. De mi experiencia como
catequista de niños, jóvenes y adultos, me quedo con la última. Precisamente
porque la Biblia nace de la vida, cuanto más se ha vivido, y se han hecho en
carne propia las experiencias fundamentales (dolor, frustración, muerte,
trabajo etc.) la Palabra de Dios arroja una luz sobre la vida que nunca te
hubieras podido imaginar.
De nuevo
preguntamos: ¿Hay que contar la historia de un pueblo, el de Israel, que es
ajena a nuestra historia, y no es siempre edificante? ¿No sería mejor hacer una
catequesis de valores humanos, dejando aparte la Biblia?
4) Ámbito espiritual. Por fin la Biblia, como
Palabra de Dios, tiene una lectura propia en el ámbito de la vida espiritual.
Llegados a este punto quiero expresar mi sorpresa: después de tantos siglos de
una supuesta evangelización, vemos cómo muchos de nuestros contemporáneos
recurren a la meditación oriental cuando hablan de espiritualidad, pero
rechazan la Biblia. ¿Qué ha pasado?
2.
Tres personas ante la Biblia
Pasamos a
presentar tres perfiles de personas que se dan hoy en nuestra sociedad, con
actitudes críticas a la Biblia como Palabra de Dios.
1) El joven universitario católico. Ha
asistido a catequesis y ha recibido los sacramentos. Hasta ha participado en
grupos juveniles. Pero al llegar a la universidad ve que los profesores
plantean preguntas racionalistas
donde no hay espacio para la fe. ¿Y si me han estado engañando mis padres y mis
catequistas? ¿No será más inteligente aceptar que la Biblia es un libro
precientífico que hay que abandonar definitivamente?
2) El católico ilustrado crítico. Está
bien formado, vive en el mundo de forma crítica, y se considera creyente. El
ascenso de la inmigración musulmana y la visión del mundo como «aldea global»,
hace que la Biblia, ya no es el único libro religioso de referencia, sino que
debe compartir su espacio con el Corán.
Esta persona se pregunta: ¿Dios habla en la Biblia y en el Corán? ¿Por qué uno
es Palabra de Dios y otro no? ¿O acaso son los dos «Palabra de Dios»; pero
entonces, por qué se contradicen?
3) El escéptico inteligente. Muchas
personas, bien formadas, se toman en serio la vida. Cultivan la lectura, la
música, la espiritualidad oriental. Pero se resisten a creer que Dios hable en un libro. Si son cultos y conocen
la Biblia, tienen muchas preguntas que hacerle, y no son de fácil solución:
¿habla del mismo Dios el del Antiguo y el del Nuevo Testamento? ¿Acaso la
elección de un pueblo no supone la exclusión de otros? ¿Cómo conciliar los
avances científicos con la Biblia?
En el fondo
subyace esta pregunta: ¿es propio de una persona moderna leer la Biblia como
Palabra de Dios o pertenece al pasado, al mundo de la comprensión precientífica
del mundo, al mundo de la religión heredada de los padres, del lenguaje mítico?
3.
Propuestas de presente y de futuro: ventana y espejo
1) Una lectura diferenciada según ámbitos y
momentos. Debemos tener en cuenta dos
principios. En primer lugar, la Biblia no
se funda en «compartimentos estancos» que no se comunican ni se afectan
uno a otro: «esto es ciencia», «esto es culto», «esto es espiritualidad» y «esto
catequesis». El exegeta no puede quedarse en la literatura, sino que debe
abrirse al misterio de Dios: ¿Cómo ilumina este texto mi vida? Una lectura meramente literaria, o arqueológica,
o desde las religiones comparadas, aunque sea necesaria, es sin embargo claramente parcial e insuficiente para
el teólogo. Una lectura con la «cabeza fría» es necesaria para no hacerle decir a la Biblia lo que no dice (evita
el fundamentalismo); pero no «calienta el corazón» como a los discípulos de
Emaús: «¿No ardía nuestro corazón cuando
nos explicaba las Escrituras?».
Pero la Biblia tampoco
se funda en «compartimentos permeables»,
donde unos se confunden con los otros. Esto es, el creyente debe distinguir sin confundir entre los
ámbitos donde tiene lugar. Por ejemplo: la celebración no es un ámbito
académico, por eso una homilía no debe
ser una lección de exégesis (aunque la presuponga previamente); pero
tampoco un profesor de exégesis debe hacer catequesis en el aula.
2) «Dios habla hoy». Este es el título de una
conocida versión de la Biblia. Primero «habla», y si «habla» hay que
«escuchar», «estar atento», «obedecer». Luego dice que es «hoy». Esta
«contemporaneidad» de la Palabra de Dios, por antigua que sea, y aunque haya
sido escrita en otras lenguas y en otras culturas, no es obra nuestra, sino que
es obra del Espíritu Santo.
Aquí es donde podemos
enganchar con la vida de las personas. La Biblia no es un libro de teorías
filosóficas, sino que habla de personas de carne y hueso que han vivido en la
tierra: unos fueron creyentes como Abrahán y otros rebeldes a Dios como Jonás;
unos fueron honestos como Tobías y otros pecadores como David. La Biblia no
es un «libro de santos del cielo», sino de «buscadores de Dios».
3) La Biblia como «ventana» y «espejo». Esta imagen nos puede ayudar a
comprender mejor qué es cómo hay que leer la Biblia.
Si yo miro por la ventana
a una calle transitada, puedo describir lo que veo. Si dedico tiempo, puedo
hacer análisis, comentarios. Impresiones, suposiciones… Con cierta agudeza
«estudio la vida de la calle».
Si yo me miro en un
«espejo» me veo reflejado. Veo lo que me gusta y lo que no me gusta. Veo mi
rostro personal, único, que me identifica; pero veo también las arrugas y
manchas de mi cara.
Podemos leer la Biblia
como se estudia un libro, con rigor, con seriedad. Es sin duda uno de los ‘best
seller’ imprescindibles en cualquier biblioteca.
Podemos leer y escuchar la
Biblia como Palabra de Dios. Descubrir que yo también me pongo en camino como
Abrahán, que me peleo con Dios como Jonás, que peco como David. Que puedo
acoger a Dios como María, que puedo ser discípulo de Jesús.
¿Métodos? Muchos. Los que
cada grupo elija. No diré yo cuál es mejor ni peor. El más equilibrado que
conozco es la Lectio Divina, porque recoge los cuatro ámbitos que he marcado:
1) En la Lectio se estudia
el texto
2) En la Meditatio se
escucha la palabra de Dios hoy, para mí y se plantean preguntas abiertas
3) En la Oratio se reza
4) En la Contemplatio se
retorna a la vida, tanto personal como comunitaria.
Pedro
Ignacio Fraile Yécora
Me ha gustado mucho esta descripción, tan real y gráfica, de personajes actuales como son : el joven universitario católico, el católico ilustrado crítico, y el no menos interesante, el ilustrado escéptico. Todos ellos descartan la Biblia como libro de vida, no le encuentran la chispa. La muestra está en la búsqueda de otros instrumentos "emotico", que la suplan y que son presentados con un atractivo y un agarre realmente inteligentes y emocionalmente atrayentes. El primero porque se halla en una etapa en la que la confluencia de conocimientos le hace casi imposible sentirse necesitado de algo que no sea "conocimiento", y la Biblia es algo más que conocer: "salió el sembrador a sembrar..." Mc 4, 1; El segundo, porque la arrogancia de lo que cree saber le impide abrirse a un nuevo conocer: "el que no nazca de nuevo..." Jn,3,3; por último tenemos al tercer personaje, aquel que se basta a sí mismo, y por lo tanto no dará cabida a lo que no entre en sus esquemas y la Biblia no tiene esquemas: "el viento sopla y oyes su ruido, pero no sabes de donde viene ni a donde va, así es todo el que ha nacido del Espíritu" Jn 3, 1-8
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