16 marzo, 2015

ES BUENO Y SALUDABLE CREER, AUNQUE A VECES SEA PELIGROSO




En esta semana pasada he podido recoger hasta ocho intervenciones, todas distintas, sobre el hecho religioso. Construyo una semana artificial, ¡de ocho días!, para seguir mejor el relato.
El domingo por la tarde, viendo una película insulsa en la televisión, una terapeuta norteamericana judía (la magnífica Meryl Streep), decía a una paciente: «la religión es muy importante. Es bueno profesar una religión». El lunes nos recordaban el debatido y discutido hasta la confrontación, papel de la religión en la escuela, conforme a la nueva ley de la LOMCE. El martes nos desayunábamos con que el nuevo partido político PODEMOS, en campaña para las elecciones andaluzas, proponía la expropiación de la Giralda de Sevilla. El miércoles, recordando el 11-M, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero declaraba al final de un acto laico de recuerdo de las víctimas, que ‘las religiones tenían mucho que ver con la intolerancia’ (luego matizó añadiendo que el islamismo debía hacer un esfuerzo). El jueves, ante un artículo mío sobre las matanzas de cristianos en Irak alguien comentó que ‘las religiones tenían que ser más respetuosas unas con otras’ (eso decía, metiendo en el mismo saco a verdugos  y víctimas). El viernes yo estaba traduciendo un libro de ensayo a medio camino entre la filosofía y la ciencia política que reflexionaba así: «¿merece la pena que el ser humano se siga reproduciendo si no tiene claro que merezca la pena vivir?». El sábado ojeé una revista donde se hacía propaganda de un libro que proponía una «espiritualidad no religiosa»; nada nuevo, por otra parte, pues desde que el mundo es mundo siempre han propuesto esto bajo mil nombres. El domingo, por fin, en la misa dominical escuchábamos el texto de Juan: «Dios no envió su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo».
Hagamos un recuento de los temas  enunciados: es bueno profesar una religión; enseñanza de la religión en la escuela a debate; expropiación de lugares de culto religioso; tolerancia de las religiones y su papel en la sociedad; violencia de unas religiones contra otras; sentido último de la presencia del ser humano en la tierra; búsqueda de una espiritualidad sin credos; confesión de fe en un Dios que no condena, sino que salva.
Apetece darle un orden a estos temas y escribir un opúsculo, unas cien páginas, no más, reflexionando sobre el papel y la necesidad, o no, de la religión en la vida de las personas. Como este artículo no suele pasar nunca de una página, no lo voy a hacer. Pero al menos propongo algunas ideas.
La religión ha acompañado al ser humano desde que dejó su condición de «homínido» para pasar a ser «humano». Los antropólogos encuentran junto a los grandes depósitos de huesos, utensilios y restos de los primeros seres animales a quienes llaman «homo» («homo sapiens», «homo faber»…), lugares de enterramiento (¿por qué se entierra a alguien si no se cree en nada?) o incluso lugares muy toscos de culto (objetos, adornos, posición de los enterrados).  Esto, en realidad dice muy poco. Solo dice que el ser humano siempre se ha visto a sí mismo con la necesidad de «dar un paso adelante» en esta vida, que es breve e insatisfactoria. Dice, eso sí, que la preguntaba por ahí rondaba.
Los filósofos han reflexionado continuamente. Recuerdo que en mi época de estudiante nos explicaban a don Augusto Comte, que hablaba de los «estadios sucesivos» de la sociedad humana; decía: «cuando lleguemos al estadio positivo, el estadio religioso desaparecerá». Señor Comte, no sé en qué estadio estamos, pero desde luego, en pleno siglo XXI la religión nos está dando muchos dolores de cabeza. Que se lo digan, si no, a todos los que hoy en día, en nombre de dios (lo pongo con minúscula a idea, para no confundirlo con Dios) dicen que hay que matar. La religión no desaparece porque sí. Hay que educarla, hay que matizarla, hay que relativizarla, hay que compararla con otras religiones, con la cultura, con la ciencia, con la filosofía, con la política ¡Pero no se puede ignorar o decir que no se habla de ella y ya está! Como diría el castizo, «muerto el perro, se acabó la rabia». Torpeza de los que así piensan, que si no hablamos de la religión o si la ignoramos, no existe. El hecho religioso existe y hay que afrontarlo de frente (valga la redundancia).


 (Foto de Ritxar Aguirre San Pedro)

 La religión es buena y saludable para la vida sana, sostengo con la terapeuta judía de la película norteamericana. Pero no vale cualquier forma religiosa. No se puede asesinar, ni llamar a la violencia, ni a la guerra santa, ni culpabilizar a nadie, ni cargarle con pesos insoportables, en nombre de Dios. No se puede condenar, humillar, excluir, marginar, «comer el tarro» a nadie en nombre de Dios. Tampoco está permitido que nadie se ría de otro porque es creyente, ¡ni siquiera en nombre de la «libertad de expresión»! La dignidad de cualquier persona y el respeto a su credo está por encima de la «libertad de expresión».
La religión sana es buena y da sentido a la vida. La pregunta del filósofo francés sobre la continuidad del ser humano, en el libro que estoy traduciendo y que pronto verá la luz, tiene una respuesta positiva: el ser humano se reproduce, busca su permanencia, porque en el fondo cree que la vida es buena, que tiene sentido. Es bueno ser persona y es bueno vivir. La religión da sentido a la vida y nos dice que es bueno que vivamos.
No quiero concluir estas palabras sin una referencia al evangelio de san Juan. La razón del ministerio de Jesús, nos dice el evangelista, es que tengamos vida y vida en abundancia. Dios no quiere ni amargarnos, ni que vivamos a medias. Cuando san Juan habla de «salvar» nos habla de «vivir plenamente» aquí, ahora, y con él, siempre.
Hay mucho camino que recorrer. Hay muchas aristas que limar. Hay muchas conversaciones que trabar. Hay muchas horas que rezar. Pero merece la pena, porque la Religión no es un «sombrero» que se le pone artificialmente al ser humano, de quita y pon. Estamos «marcados a fuego» por Dios… y antes o después lo reconocemos.

Pedro Ignacio Fraile
16 de Marzo de 2015
http://pedrofraile.blogspot.com.es/