12 febrero, 2025

RUTA DE SAN PABLO Y DE LOS ORIGENES DEL CRISTIANISMO CON TECUM

 Ayer, martes, once de febrero, culminábamos una peregrinación a la que nos invitó TECUM, a la tierra que vio nacer la Iglesia. Sí, la Iglesia, la de Jesucristo. Esa "Iglesia UNA" que confesamos en el Credo.


Iglesia de San Pablo en Konia (Iconio). Nos recibe Maria Grazia, una milanesa del "Ordo Virginum", que mantiene viva la presencia cristiana en esta ciudad

Por la mañana, a buena hora, habíamos celebrado la misa en la Iglesia de san Antonio, de Estambul, que regentan los Padres Franciscanos conventuales. ¿Hay franciscanos en Estambul? Sí; la Iglesia latina está presente en esta comunidad viva, y en la misma calle, a unos trescientos metros, nos podemos recoger y celebrar la misa en la iglesia de Santa Maria in Draperis, más sencilla, que regentan los franciscanos Menores (OFM). No son las únicas iglesias católicas latinas, pues el primer día de nuestra estancia en la hoy Estambul, antaño Constantinopla, se puede celebrar con gran dignidad y solemnidad al mismo tiempo en la Iglesia del Espíritu Santo, que es la catedral.

¿Pero por qué empezar por el final, si estamos hablando de los "orígenes del cristianismo"? Nuestro viaje comenzó por Éfeso, ciudad tumultuosa y portuaria en los tiempos de san Pablo. Allí Pablo sostuvo a una comunidad viva que supo mantenerse firme en medio de la presión de los griegos nativos que iban a sacrificar a la diosa Artemisa, en su Templo. En esta misma ciudad visitamos dos basílicas cristianas, la que conmemora la proclamación de María como Teotókos (Madre de Dios); y la que hace memoria de san Juan Evangelista (en su tumba).

Pablo es un pilar de la Iglesia naciente en Asia (así se llamaba la provincia de la península anatólica en tiempos de Pablo). El otro pilar en san Juan, el evangelista. No solo por su tumba, en Éfeso; además porque las palabras que él mismo recoge en su evangelio, a los pies de la cruz, se hacen geografía y santuario en la conocida como "Casa de María", en un monte de pinos bajos, muy cerca de la antigua ciudad de Éfeso. 

Con la tradición paulina, y la joánica, sobre todo con esta última, hay que vincular las siete Iglesias del Apocalipsis.  Nuestra parada tiene lugar muy cerca de la antigua Laodicea; allí mismo, en el noroeste del valle del río Lico, disfrutamos de Hierápolis y de sus cascadas inigualables conocidas como los "Castillos de algodón" (en turco Pammukale). Allí recordamos también la cercana comunidad de Colosas (la de la Carta a los Colosenses).

Nuestra ruta sigue hacia la "Capadocia", región que aparece en el libro de los Hechos de los apóstoles y en el inicio de la primera carta de san Pedro. Recordamos a los tres grandes santos y teólogos (San Basilio el Grande, San Gregorio Nacianceno y san Gregorio de Nisa); recordamos su papel esencial en la conformación del credo niceno: Cristo es "Dios de Dios; Luz de Luz; engendrado, no creado; de la misma naturaleza que el Padre...."

En Capadocia nos embelesamos con las pinturas del conjunto rupestre monástico de Göreme; de una belleza inigualable.... 



Por fin, llegamos a Estambul. Recordamos el origen de este nombre de ciudad (Istambul procede del griego eis-ten-pólin, eso sí derformado por el uso popular). Era la respuesta de los bizantinos cuando les preguntaban por el destino de su viaje que les llevaba a la ciudad de Constantino: "voy a la ciudad (eis-ten-polin). Para los nuevos dueños de la urbe, después de 1453, el nombre ya  nunca fue Constantinopla, sino Is-tam-bul.

Santo Sofía, Santa Irene... y también, cómo no, la Mezquita azul, que copia el modelo de la cúpula de santa Sofía, de enorme belleza y estabilidad, y da norma a seguir para las múltiples mezquitas que irán llenando el paisaje de la ciudad, y por doquier.

En Santa Sofía, la Déesis... os dejamos con ella. Un saludo desde la tierra que vio nacer la fe cristiana, cuyo origen cierto es la muerte y resurrección de Cristo Jesús.