Su
madre le ha enseñado el lenguaje de los signos, porque es sordo. Cada mañana,
cuando le saludas, te devuelve los buenos días con las manos llevándoselas al
corazón y a los labios.
No
se ha perdido nada. Es más, ha sido de los que más y mejor han participado de
la peregrinación. Su madre le preparó para la primera comunión, y allí estaba
él en la misa, tan a gusto. Pepe, el cura, iba de propio a darle la paz y se
fundían en un abrazo; luego comulgaba, con seriedad, sabiendo lo que hacía.
Raúl tiene novia; el día que fuimos a Belén era San Valentín, y lo sabía perfectamente. Se estuvo probando unos anillos porque se quiere casar. Pepe le ayudó a elegir. Al final no se compró el anillo, pero uno de los dependientes le regaló un rosario de pulsera, y Raúl te lo enseñaba y le daba un beso al Cristo.
Cuando
fuimos a la Visitación, a Ain Karen, allí vimos que la Virgen María y su prima
Santa Isabel se abrazaban. Pues Raúl nos regaló también un precioso abrazo con
Olivia.
Pruden,
su madre, dejaba que todos lleváramos de la mano a Raúl. Con todos simpático y
cariñoso, no le quitaba el brazo a nadie que se lo tendiera. Un tío majo y
abierto.
El último día hicimos el Vía Crucis. Raúl sabía que eso era muy importante y estuvo todo el rato serio, porque la Pasión de Cristo no se toma a broma. Del brazo de Blanca, nos pone cara de persona formal.
Esta mañana hemos regresado de Tierra Santa. Raúl se ha incomodado porque hemos tenido que madrugar, y nos preguntaba que por qué le habíamos despertado tan pronto. Luego, en el aeropuerto, se ha puesto de morros porque uno de los de seguridad le han hecho abrir la maleta. ¡Siempre hay necios y torpes en todas las partes!
Raúl ha peregrinado a Tierra Santa. ¡Bendito sea Dios!
Pedro Ignacio Fraile Yécora
19 de Febrero de 2014
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