EL SENTIDO DE LA VIDA Reflexiones cristianas para el Adviento, y más.
No hace una semana aún que enterramos a mi cuñado
Juan Antonio. En el encabezamiento de la esquela mi hermana quiso que se
pusiera: «íntegro en su vida, fuerte en su enfermedad, sereno en su muerte».
Preciosas palabras que le hacen justicia. En el tanatorio uno de sus hermanos
se me acercó y me dijo al oído mientras nos abrazábamos: «la vida es una puta
mierda».
Atravesando las calles de su ciudad natal me paré
en un anuncio de papel, de esos que ponen en los cristales de los escaparates.
El título decía: «El sentido de la vida»; era la convocatoria para unas charlas
en las que una señora o señorita, cuyo nombre desconocía, nos quería explicar
(supongo que desde las nuevas filosofías orientalistas) cuál es el sentido del
para qué vivimos.
El funeral fue sobrio y correcto. El párroco en su
homilía pronunció unas palabras ajustadas, pulidas, previsibles. Nada fuera del
guión: el Adviento, la dureza de la muerte, la esperanza, la salvación, la vida
eterna. Los que creemos, salimos con la misma fe. Los que no creen,
probablemente no se sintieron entusiasmados ni provocados a buscar consuelo en
la fe.
Las pautas me las marcó, una vez más, el
comentario entre sollozos del hermano del fallecido, «la vida es una puta
mierda», y el cartel de la filósofa orientalista de consumo popular, con sus
charlas «sobre el sentido de la vida». Me pregunto. ¿Por qué los sacerdotes
cristianos no hablan del «sentido de la vida»? ¿Por qué los cristianos no hablamos
del «sentido de la vida»? No sólo «por qué» vivimos (razones del por qué hay
vida, por qué existe el «ser» y no «la
nada»), sino «para qué» vivimos: para qué nos levantamos cada día, para qué
perdonamos al que nos ha hecho una ofensa, para qué trabajamos y proyectamos,
para qué construimos y dibujamos, y escribimos, y convocamos.
La fe cristiana tiene que hablar del «sentido de
la vida», también en Adviento. Hace varios años un joven me dijo que el Adviento
era de los cristianos progres, y la Cuaresma de los conservadores. Él
argumentaba diciendo que en Adviento se habla de «romper fronteras», de «abrir
caminos», de «mirar al futuro», mientras que en Cuaresma se hablaba de
«penitencia», de «recogimiento», de «privaciones»… No sé si tenía razón o no.
Yo pienso que en todo momento, aunque cambiemos los matices y los puntos de
insistencia, hay que hablar del «sentido de la vida».
Los cristianos creemos que Dios se «enhumanó», se
«encarnó» porque quería que todo tuviese un sentido, y que nos pudiéramos
levantar por la mañana con esperanza, y que creyéramos que el futuro no es una
palabra reservada a los visionarios. El Adviento, que habla de esperanza, y de futuro,
y de Dios que se anuncia como «Dios con nosotros», es tiempo para hablar del
sentido de la vida.
¿Hay que replantear muchas cosas? ¿Hay que cambiar
el lenguaje, aunque no los contenidos? ¿Hay que empezar a vivir desde dentro
hacia afuera, con la mirada en Dios y los pies en la tierra? ¿Hay que hablar
del sentido de cada persona, que no desaparece en la nada, sino que es abrazada
por el Dios del perdón, del amor y de la vida? Hay esperanza, hay futuro, hay
sentido. Que el Adviento de este año nos lleve al corazón de la Navidad.
Pedro Ignacio Fraile
Diciembre de 2014
http://pedrofraile.blogspot.com.es/
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