El próximo domingo
celebramos la fiesta del «Bautismo del Señor». Jesús, adulto, inicia su misión,
la que el Padre le ha encomendado: anunciar la Buena Noticia del Reino, que se
concentra en una frase: «Dios solo puede amar, porque es amor».
Estamos asistiendo a un
gran foro internacional, más allá de los ámbitos familiares, gracias a los
nuevos medios de comunicación de masas, revolucionados en los últimos años por
las «redes sociales». La causa inmediata son los últimos acontecimientos
violentos, la «matanza de París», donde la religión aparece de nuevo en el
centro: «religión y creencias», «religión y fe», «religión y fanatismo»,
«religión y amor», «religión y violencia», «religión y libertad de expresión»…
Los cristianos seguimos
nuestro calendario litúrgico. Este próximo domingo leeremos el evangelio del
bautismo de Jesús, recordaremos la figura de Juan Bautista como precursor del
Mesías (¡Juan Bautista murió violentamente –decapitado- por denunciar el pecado
del rey) y meditaremos sobre el bautismo de Jesús y el nuestro propio.
¿Solo esto? ¿Nada más que
esto? ¿Tiene algo que ver lo que está pasando, la actualidad del mundo que nos
afecta en esta «aldea global» en la que vivimos, con la fiesta del bautismo?
Por el bautismo nos
incorporamos gratuita y saludablemente a la salvación de Dios en Cristo; más en
concreto, a su vida entregada, a su muerte con sentido, a su resurrección que
culmina y alcanza la vida plena. Para los cristianos el bautismo es un
«triunfo», es un «logro», es una «fiesta». Somos de Cristo y lo somos en la
Iglesia, en ese misterio que es el «Cuerpo místico de Cristo». Bien entendido,
el bautismo no tiene nada que ver ni con las ideologías ni mucho menos con el
fanatismo. Compartimos y nos adherimos a la fe de la Iglesia, que siempre es
sana y sanadora, libre y liberadora. La fe ensancha el corazón y la mente.
¿De dónde nacen los
fanatismos que tanto daño hacen y que llevan incluso a que algunos maten en
nombre de Dios? Los fanatismos no nacen de la fe, sino de la «ideología». Hay
muchas «ideologías»; todas tienen que ver con la «exclusión»: no a los
distintos ni a los que no piensan como yo. Tienen que ver con la «debilidad
mental» que se proyecta en los demás: los otros son volubles, son influenciables,
se dejan engañar con facilidad… Tienen que ver con la soberbia y la vanidad que
humilla y desprecia: «yo tengo la razón, los demás están equivocados», parecen
decir. O también: «yo sé lo que me hago»… Tienen que ver con la «violencia»:
«el fin justifica los medios». Al final, el fanático violento impone sus
criterios y sus leyes.
¿Qué tiene que ver el
fanático, movido por las ideologías, con la fe en Dios? Nada. La fe es
«confianza» en Dios que ama, anima y suscita vida. Es «entrega» a un Dios que
quiere lo mejor para cada uno de nosotros. La fe es liberadora de «pesadas
ideologías» que impiden respirar y andar erguido.
¿Qué tiene que ver el
bautismo con la fe? Todo. El bautismo es la entrada por la puerta grande en la
casa de los «hijos amados de Dios». El bautismo es nuevo nacimiento a la
dignidad y a la libertad, que nadie nos «vende» ni nos «concede», sino que
brota de nuestra condición de «criaturas» convocadas a la vida por el Creador y
abrazada en la cruz salvadora por Jesús.
Una propuesta a trabajar:
vivamos el bautismo como alegría y responsabilidad, y evitemos todo lo que sea
ideología que nos conduzca al fanatismo.
Pedro Ignacio Fraile Yécora
Fiesta del Bautismo del Señor (2015)
http://pedrofraile.blogspot.com.es/
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