Reconozco
que entre mis muchas contradicciones tengo que admitir que me encantan las
letras, y muchas canciones, de Joaquín Sabina (algunos pueden pensar que «no me
pega»). Una de ellas, de hace más de veinte años, describiendo la sociedad madrileña
dice que «las niñas ya no quieren ser princesas».
Hace
muchos años también, en el primer gobierno de Felipe González después de la
Transición, un lenguaraz y mal encarado Alfonso Guerra profetizaba, con mucha
mala idea, que de ingenuo no tenía nada, la frase ya histórica de que «a España
no la va a reconocer ni la madre que la parió» (¡dixit!).
Como tercer
motivo de introducción a mi reflexión quiero traer a la memoria a uno de mis
profesores de teología más «listos», Javier Calvo. En el primer número de la
Revista Aragonesa de Teología reflexionaba sobre la mujer en la Iglesia, y
decía que la Iglesia había perdido a las mujeres, que ya no era evidente que
las mujeres fueran el soporte de las parroquias, y que esta fractura iría en
aumento. También lo anunciaba, y así está siendo.
No voy a
analizar los porqués. Solo quiero recoger estos tres ejemplos ante el día de la
Inmaculada, que celebramos mañana. ¿Dónde quedan esas «Vigilias de la
Inmaculada» en muchas ciudades y pueblos de España que convocaban a decenas o
incluso centenas de jóvenes, en las que
se proponía sin tapujos a María como «modelo» para los jóvenes
cristianos, en especial para las chicas? ¿Dónde quedan ya esas asociaciones
piadosas que se denominaban «Hijas de María» que contaban con casi todas las
chicas del pueblo o parroquia de la «España católica y que ponían a María
Inmaculada como modelo a seguir? Están los «cruzados de María» y las «Milicias
de la Inmaculada» que se consagran a la Virgen. Siguen convocándose en algunos santuarios
y parroquias las «Novenas a la Inmaculada». ¿Dónde quedan, mucho más lejos,
esos «votos a la Purísima» de algunos pueblos de España? María Inmaculada, si
no me falla la memoria, es la «Patrona de España». En la tradición católica
Española la figura de María ha sido muy importante. El que os habla, con
cientos de niños y jóvenes de otros tantos pueblos de mi zona, nos educamos en
el «Seminario de la Inmaculada». Nuestro himno cantaba «¡Qué hermosa sois, oh
madre Inmaculada…!»
Con Joaquín
Sabina que nos dice en los «ochenta» que las niñas están cambiando, con Alfonso
Guerra que nos profetiza que no vamos a conocer a España, después de una, dos o
tres décadas nos preguntamos ¿de verdad hoy María es modelo para las mujeres de
hoy? ¿La mujer española, especialmente las más jóvenes, se ven motivadas por la
«pureza de pensamientos y obras», la «limpieza de corazón» o la «apertura
incondicional a Dios»? ¿No es un mensaje que hoy no vende? ¿Habrá que cambiar
el mensaje? ¿Habrá que presentar a María de otra forma, sin renunciar a hablar
de María y de su papel fundamental en el plan de Salvación?
Personalmente
sostengo que no son buenos momentos para la fe; ni para los chicos ni para las
chicas jóvenes. Entiendo por fe no la del «carbonero» que obedece lo que le
dicen y calla, sino la fe «de corazón y de entendimiento» que se sorprende,
confía, acoge y camina aun en medio de las dificultades. María es «modelo de
discípula» pues ella acogió en su vida de forma única, libre, sencilla, humilde
y perfecta la propuesta de Dios. Tenemos que aprender a ser «acogedores de esta
fe» como María. Sigue siendo modelo para tantos cristianos, chicos y chicas,
hombres y mujeres, que se abren al misterio insondable y cercano, cálido y
penetrante, necesario y desbordante que es Dios. Un Dios que no es anónimo,
sino que se hace carne en las entrañas de María gracias a su «heme aquí».
Pedro Ignacio Fraile
Yécora
7 de Diciembre de 2015
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