04 febrero, 2016

SAN JUEVES LARDERO. El calendario laico



            Hoy es ‘jueves lardero, longaniza en el puchero’. En Cataluña es ‘dijous llarder’ o ‘dijous gras’. En algunos sitios se conoce como «día del palmo», por el «palmo» de longaniza que se comía en la merienda de hoy, algo extraordinario en tiempos de hambre o, al menos de penuria. Para los que me leen fuera del «solar hispánico» o de los que me leen y no conocen los «localismos lingüísticos», el «palmo» es una medida, al menos en Aragón. Extienda todo lo que pueda el dedo pulgar y el índice, y la extensión obtenida (mayor cuanto mayor sea la mano), eso es «un palmo».
            Hoy hay que comer fuerte, con consistencia; principalmente un buen embutido, con carne de cerdo: longaniza, butifarra o chorizo. Pero que sea de sustancia. ¿Por qué? No contesto ahora; lo haré unas líneas más abajo.
            Estamos en una sociedad que camina inexorablemente, «velis nolis» (quieras o no quieras), como decían los clásicos latinos, a vivir al margen de una fe oficial. No es el momento de discutirlo; solo levanto acta de un hecho.
            Sin embargo, esta sociedad no confesional, necesita de un calendario, como todas. Ahora es el tiempo de los «Carnavales». Tamaña contradicción; ¿se han dado cuenta ustedes de que nuestra sociedad celebra solo la mitad del tiempo que se aproxima? ¿Se ha dado cuenta usted de que asistimos impávidos a un recorte salvaje del sentido de este tiempo sin que nadie proteste? ¿Se ha dado cuenta de esta reducción? Así es; los carnavales existen como preludio, anticipo y contraste con la Cuaresma. Los Carnavales son diversión y la Cuaresma penitencia. Los Carnavales son desmadre y la Cuaresma recogimiento. Pues bien, nuestra sociedad se queda con la diversión y el desmadre y echa al cajón del olvido la penitencia y el recogimiento. Como dice un amigo mío, «con un par…».
            Los clásicos españoles conocían y aceptaban esta división religiosa del tiempo secular. No olvidemos cómo se entablaba, decían ellos, un combate entre «Don Carnal» y «Doña Cuaresma». La lengua, que muchas veces nos hace de memoria colectiva a nuestro pesar, nos guarda estos regalos que a muchos les molesta; estamos en el tiempo de las «Carnestolendas» o en catalán de las «Carnestoltas»; o sea, ¡la carne, fuera!, porque es tiempo de ayuno y abstinencia. Esto lo dice la «sabidurencia» popular, que no yo. Más aún, la procesión del «entierro de la sardina» es una mofa socarrona que anuncia precisamente el cambio de alimentación.
            Toda sociedad necesita un calendario de celebraciones. Quitamos conscientemente todas las religiosas, pero no podemos con la «memoria popular». Así, el jueves anterior a carnavales, o sea, el jueves anterior al «Miércoles de ceniza» hay que comer fuerte (Jueves Lardero) inaugurando un «mini tiempo» de excesos, que se verán cortados drásticamente en Cuaresma.
            ¿Dónde está la locura de estas celebraciones? Primero, que los que anuncian Jueves Lardero y Carnavales, no anuncian ni Miércoles de Ceniza, ni Cuaresma. Segundo, que ante el peso de una fiesta popular (al menos en los pueblos rurales de Aragón y Cataluña), como no pueden evitarla, la celebran, pero despojadas de todo sentido. ¿Por qué comemos hoy un «palmo de longaniza»? Muchos que la propagan dirán, «pues no sé…» O también, «siempre se ha hecho así».
            Jueves Lardero, calendario laico que denuncia lo que un día fue un calendario religioso, y que hoy celebramos vaciado de su sentido original. Hay muchos más ejemplos; con el de hoy, basta.

Pedro Ignacio Fraile Yécora

Jueves Lardero de 2016

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