"Tres jueves hay en el año
que deslumbran más que el sol,
Jueves Santo, Corpus Christi,
y el día de la Ascensión"
(dicho popular castellano)
Hoy es el 'jueves de la Ascensión', si bien desde hace años lo celebramos el próximo domingo.
No es fácil explicar la Ascensión, porque unas veces nos refugiamos en el 'imaginario' y nos ponemos a ensoñar con 'subidas y bajadas', con 'cielos superiores y tierras bajo los pies', con 'movimientos ascendentes' de Jesús, como si de un extraterrestre de otro mundo se tratara. ¡Y Jesús ni pertenece al mundo de la cosmología ni de los extraterrestres! Jesús tenía los pies muy bien puestos en la tierra. Jesús es muy humano ¿nos sorprenderá al final de su vida con movimientos extraños?
Otras veces nos refugiamos en los números: cuarenta días después, cincuenta días después... ¡qué lío de números! ¡Vamos, como si toda el misterio salvífico de Dios en Jesús estuviera supeditado a un calendario! Imaginaos que 'nuestra salvación' dependiera de unas horas, o de unos días, o de unas semanas... ¿Acaso no es poco serio? ¿no tienen un sentido litúrgico más que cronológico?
El misterio de la Ascensión tiene que ver con el ser humano (antropología), con el misterio salvífico de Dios (teología), y con Jesús el Cristo (Cristología).
El ser humano se siente desvalido, pequeño, huérfano... ¿dónde refugiarme? ¿bajo qué protección cobijarme? La soledad es muy fuerte ¿será una soledad definitiva? ¿Te vas, me dejas, y me abandonas? (Como dice la canción)
El misterio salvífico de Dios es misterio de amor que salva, no de 'problemas irresolubles' o de 'esoterismos mágicos'. Dios no juega al escondite, mucho menos se ríe de nuestra debilidad. Dios no se puede 'controlar' como cuando controlamos un espacio, un tiempo, una escena... Dios es 'incontrolable', pero no se esconde; da la cara. La última palabra es suya, y es de triunfo, de vida, de gloria.
La vida, muerte y resurrección de Jesús no son 'decoración' en el misterio de Dios. Si las quitáramos, ¿pasaría algo en la vida cristiana? ¡Pasaría todo! No seríamos cristianos sin Jesús-muerto y resucitado. Jesús, hombre, se 'vuelve al Padre', pero no nos deja solos. La nueva vida de Jesús no es solo para él, sino para todos: él va para 'prepararnos sitio'. Su ascensión no es un 'desentenderse', un 'quitarse de enmedio', un 'escaquearse'. Jesús se va, pero no nos deja solos: nos envía al Espíritu Santo.
Fray Luis de León, de forma hermosa, quizá un poco difícil por el lenguaje, lo dice poéticamente: ¿dejas pastor santo a tu grey en este valle oscuro? ¿nos dejas llorando y solos? No. Jesús no nos 'deja solos'. La fe, que es esperanza y certeza a partes iguales, nos dice que Jesús ha entrado en 'su gloria', que es también 'nuestra gloria'.
¿Y dejas, Pastor santo,
tu grey en este valle hondo, escuro,
con soledad y llanto;
y tú, rompiendo el puro
aire, ¿te vas al inmortal seguro?
Los antes bienhadados,
y los agora tristes y afligidos,
a tus pechos criados,
de ti desposeídos,
¿a dó convertirán ya sus sentidos?
¿Qué mirarán los ojos
que vieron de tu rostro la hermosura,
que no les sea enojos?
Quien oyó tu dulzura,
¿qué no tendrá por sordo y desventura?
Aqueste mar turbado,
¿quién le pondrá ya freno? ¿Quién concierto
al viento fiero, airado?
Estando tú encubierto,
¿qué norte guiará la nave al puerto?
¡Ay!, nube, envidiosa
aun deste breve gozo, ¿qué te aquejas?
¿Dó vuelas presurosa?
¡Cuán rica tú te alejas!
¡Cuán pobres y cuán ciegos, ay, nos dejas!
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