23 diciembre, 2014

UN POEMA PARA ESTA NAVIDAD


Quiero compartir con vosotros un hermoso poema de un poeta español, poco conocido, pero de una gran belleza y hondo sentir creyente. ¡Feliz Navidad a todos!


EL POSADERO DE BELÉN

No encontraron sitio en la posada (Lc  2,7)

¿Que a Dios no le dí posada?
Poco Dios llegó a mi puerta.
Venga a cara descubierta
o ábrame Dios la mirada.

- ¿Quién es?
- Una embarazada

- Ya hay aquí media docena
- La mía es la Gratia Plena

- ¿Decía, Señor viajero?
- Digo, señor posadero,
que esta noche es nochebuena.

***

Se fueron. Y ya se sabe
que me quedé tan a gusto.
¡Culpa de César Augusto!
¡Si ni Dios aquí me cabe!

Luego supe... Suerte grave
para mí y mi casa entera.

De entonces ando a la espera
de la puerta a la ventana
por si volviera mañana
por si de mayor volviera

(José Luis Blanco Vega, S.J., (+2005)
"... Y tengo amor a lo visible'; Sal Terrae, Santander 1997)



22 diciembre, 2014

PAPÁ NOEL Y MICKY MOUSE

Tengo un sobrino que es un portento. Tiene tres años y ya hace rigurosas y agudas percepciones que a la mayoría de la gente mayor se le escapan. Estábamos ayer en la sobremesa con el consabido tema del «papá Noel» y de los «reyes magos». Él participaba, pues nos explicaba que el día 24 venía «papa Noel». En una de sus intervenciones tuvo un «lapsus linguae» y dijo que el «día 24 venía Micky Mouse». Yo solté una sonora y nada disimulada carcajada y dije en voz alta: «esto es lo mejor que he oído en mucho tiempo».
            Los mayores nos hemos ido tragando, unas veces de forma inocente, como si no tuviera miga la cosa, y otras de forma consciente (alternativa «laica» a la navidad cristiana), que el día 24  viene «papá Noel». Hemos ido cediendo el protagonismo al «icono» vacío, feo, que dice un mensaje «provocador» (¡ho, ho, ho!), y que incita a una alegría extraña, rara (¡hay que comer mucho y beber mucho, y consumir mucho porque viene él!), y nadie ha levantado la voz. Como decía un señor no hace mucho, en uno de esos «gags» ingeniosos, que ya no había que cantar «¡Oh blanca Navidad!», sino «¡Oh laica navidad!».
            Hace unos quince o veinte años en todas las cadenas y en todas las  revistas nos recordaban machaconamente que las culturas antiguas celebraban en estos días el solsticio de invierno, y que indicar el día 25 de diciembre para el nacimiento de Jesús tenía que ver, sobre todo, con la celebración pagana romana del «Sol Invictus». Era una «apropiación ilícita» por parte del cristianismo de una fiesta pagana y natural. Mucha gente buena se quedaba consternada ante estas noticias y pensaba si la «Iglesia les había engañado». ¡Falta de cultura religiosa, una vez más, y falta de saber dónde está lo importante y dónde lo secundaria! ¡Seguimos confundiendo la luna con el dedo que apunta a la luna! Confundimos la novedad única y salvífica de la Encarnación de Dios, con el día puntual de un calendario, que es un cálculo humano variable culturalmente.
            El mundo del «marketing» es más listo y más práctico que los sesudos boicoteadores de la navidad cristiana. No hay que entrar en el mundo de la confrontación religiosa, no. Hay que proponer una navidad alternativa. Haremos un precioso programa:
            Primero: cambiaremos el nombre. Ya no será «Navidad» (que significa «nacimiento», de Jesús, se sobreentiende), sino serán las «Fiestas». En inglés «Christmas», que nadie lo entiende. Yo no sé por qué me felicitan las «fiestas», con lo bonito que es decir «Felices Pascuas» o «Feliz Navidad», que es más claro.
            Segundo: cambiaremos el icono o los iconos. Ya no se pondrán «belenes», ni «niños Jesús», sino que pondremos una nueva imagen, simpática, simple, facilona de imitar y de dibujar por los niños, universal, que sirva para todas las culturas, que se pueda disfrazar un mayor sin sentir vergüenza, y sobre todo, que invite a comprar muchas cosas. Este segundo cambio les está costando más, por lo menos en la «España de a pie», en las casas donde los abuelos aún tienen una palabra que decir, que eso de no poner el «belén» estos días, no se concibe. ¡Además, con los belenes tan bonitos que tenemos todos en casa! Uno, o más de uno…
            Tercero: cambiaremos sobre todo el mensaje. Hablaremos del «espíritu de la navidad», que nadie sabe en qué consiste. Como dicen algunos, «nada con sifón». Hay que estar contentos, hay que hacer fiesta, hay que hacer regalos, hay que darse abrazos, hay que … Venden humo, mucho humo, una «humera», o humareda que alcanza todo el mundo (menos las zonas islámicas recalcitrantes y peligrosísimas), pero ¡es un humo que se vende muy bien! El mensaje cristiano del «Dios con nosotros», o de «Dios que se encarna», o del «Dios que nace pobre, en las afueras, con los marginados», es «muy duro», está pasado, es «obsoleto», «es antiguo» y no sirve para vender. ¿Qué es eso de que «Dios se hace pobre con los pobres»?
            Cuarto: Sobre todo, haremos las grandes fiestas del consumo. Hay que comprar mucho, aunque no haga falta. Como oí hace mucho tiempo, el consumo es «comprar cosas que no necesitamos, con el dinero que no tenemos, para agradar a gente que no nos importa». Algún lector ya me está tirando de las orejas, lo noto, pues me dirá que «si no hay consumo, ¿cómo habrá recuperación económica?». Otro me dirá: «¿qué pasa?, que a ti no te compran nada o que tú no compras nada a nadie?». No es eso, no es eso…
            Vamos, que nos han fabricado unas «fiestas» para «niños grandes» (todos somos un poco, aunque no lo reconozcamos), para hacernos olvidar la dureza y tremendidad del mensaje cristiano: ¡Dios se hace hombre! ¡Qué barbaridad más necia! ¡Qué insensatez! ¡Serán mentecatos los cristianos diciendo semejante necedad!
            Mi sobrino, con sus tres años, se ha dado cuenta de que las nuevas fiestas tienen mucho de «dibujos animados» para adultos, y dijo ayer mismo, después de comer, que «el día 24 venía Micky Mouse».
            Yo invito a los que aún creemos en las cosas insensatas de la fe cristiana, que celebremos la sorpresa de Dios que ha cambiado la historia: en el niño de Belén está «Dios con nosotros». ¡Felices Pascuas!

Pedro Ignacio Fraile Yécora
22 de Diciembre de 2014
http://pedrofraile.blogspot.com.es/


10 diciembre, 2014

EL SENTIDO DE LA VIDA Reflexiones cristianas para el Adviento, y más.

EL SENTIDO DE LA VIDA Reflexiones cristianas para el Adviento, y más.

No hace una semana aún que enterramos a mi cuñado Juan Antonio. En el encabezamiento de la esquela mi hermana quiso que se pusiera: «íntegro en su vida, fuerte en su enfermedad, sereno en su muerte». Preciosas palabras que le hacen justicia. En el tanatorio uno de sus hermanos se me acercó y me dijo al oído mientras nos abrazábamos: «la vida es una puta mierda».
Atravesando las calles de su ciudad natal me paré en un anuncio de papel, de esos que ponen en los cristales de los escaparates. El título decía: «El sentido de la vida»; era la convocatoria para unas charlas en las que una señora o señorita, cuyo nombre desconocía, nos quería explicar (supongo que desde las nuevas filosofías orientalistas) cuál es el sentido del para qué vivimos.
El funeral fue sobrio y correcto. El párroco en su homilía pronunció unas palabras ajustadas, pulidas, previsibles. Nada fuera del guión: el Adviento, la dureza de la muerte, la esperanza, la salvación, la vida eterna. Los que creemos, salimos con la misma fe. Los que no creen, probablemente no se sintieron entusiasmados ni provocados a buscar consuelo en la fe.

Las pautas me las marcó, una vez más, el comentario entre sollozos del hermano del fallecido, «la vida es una puta mierda», y el cartel de la filósofa orientalista de consumo popular, con sus charlas «sobre el sentido de la vida». Me pregunto. ¿Por qué los sacerdotes cristianos no hablan del «sentido de la vida»? ¿Por qué los cristianos no hablamos del «sentido de la vida»? No sólo «por qué» vivimos (razones del por qué hay vida, por qué existe el «ser» y  no «la nada»), sino «para qué» vivimos: para qué nos levantamos cada día, para qué perdonamos al que nos ha hecho una ofensa, para qué trabajamos y proyectamos, para qué construimos y dibujamos, y escribimos, y convocamos.

La fe cristiana tiene que hablar del «sentido de la vida», también en Adviento. Hace varios años un joven me dijo que el Adviento era de los cristianos progres, y la Cuaresma de los conservadores. Él argumentaba diciendo que en Adviento se habla de «romper fronteras», de «abrir caminos», de «mirar al futuro», mientras que en Cuaresma se hablaba de «penitencia», de «recogimiento», de «privaciones»… No sé si tenía razón o no. Yo pienso que en todo momento, aunque cambiemos los matices y los puntos de insistencia, hay que hablar del «sentido de la vida».
Los cristianos creemos que Dios se «enhumanó», se «encarnó» porque quería que todo tuviese un sentido, y que nos pudiéramos levantar por la mañana con esperanza, y que creyéramos que el futuro no es una palabra reservada a los visionarios. El Adviento, que habla de esperanza, y de futuro, y de Dios que se anuncia como «Dios con nosotros», es tiempo para hablar del sentido de la vida.
¿Hay que replantear muchas cosas? ¿Hay que cambiar el lenguaje, aunque no los contenidos? ¿Hay que empezar a vivir desde dentro hacia afuera, con la mirada en Dios y los pies en la tierra? ¿Hay que hablar del sentido de cada persona, que no desaparece en la nada, sino que es abrazada por el Dios del perdón, del amor y de la vida? Hay esperanza, hay futuro, hay sentido. Que el Adviento de este año nos lleve al corazón de la Navidad.

Pedro Ignacio Fraile
Diciembre de 2014

http://pedrofraile.blogspot.com.es/