08 marzo, 2014

EL DULCE SABOR DE LA TENTACIÓN


(Guardado en la página Año Litúrgico: Cuaresma 2014)

Las dulces tentaciones que nos rodean. Las tentaciones son dulces, apetitosas, sabrosas; por eso son atractivas. Todas llevan en sí la marca del «deseo» y del «placer». El «deseo» es muy humano; de lo contrario no avanzaríamos, no nos moveríamos de casa, no arriesgaríamos. El «placer» también es muy humano. Nos gusta «descansar con placidez», nos gusta «alimentarnos con satisfacción», nos gusta «que nos reconozcan» socialmente. No podemos decir, por tanto, que las tentaciones sean perversas.
El punto débil de las tentaciones está en lo que esconden. Tras la tentación suele haber una trampa que, si no controlamos, caemos en ella y nos puede esclavizar, someter o incluso destruir. Tras la tentación del descanso placentero está la inactividad, el inmovilismo; tras la tentación de la satisfacción de las necesidades vitales está el acaparar sin límites; tras la tentación del aplauso, está la soberbia.
Jesús fue tentado. Jesús también fue tentado. No una sola vez, de forma puntual. Jesús estuvo tentado en el centro de su ser y de su misión. Él era el Mesías de Dios, pero: ¿cómo ser el mesías-salvador y liberador en aquellas circunstancias? Una posibilidad era llenar el estómago de la gente y llenar sus arcas de riquezas; la gente le aclamaría, pero Jesús no ha venido a ser un «empresario» que cobre luego sus beneficios, como si de un negocio se tratara. Otra tentación es la de alcanzar el poder; cuando todo esté bajo sus pies, todo y todos se le someterá; pero Jesús no ha venido a controlar países, gobiernos, estados, que le llevarían a dar órdenes, normas, decretos, incluso represiones; Jesús es el mesías débil cuya fuerza es el servicio. La última tentación es la de la magia; Jesús sabe que el corazón del ser humano se va tras lo maravilloso, lo sorprendente; si él es un Mesías que hace cosas portentosas, todos lo considerarán como un ser superior, extraño y sorprendente; pero Jesús no pone la fuerza que le ha dado su padre al servicio de la farándula, sino que es fuerza para curar.
¿Cómo ser discípulo hoy? Las tentaciones de Jesús se repiten hoy en nosotros, sus discípulos. ¿Por qué no hacer de nuestras comunidades lugares de riqueza para repartirá los más pobres? ¿por qué no hacer de nuestras parroquias y asociaciones centros de poder político y desde allí tomar decisiones? ¿por qué no poner la fe al servicio de los espectáculos maravillosos para conseguir nuevos adeptos que se queden subyugados? El camino que nos lleva a la Pascua comienza por ponernos cara a cara con nosotros mismos y con el evangelio; descubrir nuestras tentaciones y nuestra condición de discípulos del crucificado.
Pedro Ignacio Fraile Yécora


La palabra de Dios nos ilumina

Texto a leer: SAN MATEO  4,  1 11

Jesús tuvo tentaciones en el comienzo de su misión. ¿Tenía que dar respuesta a todas las necesidades humanas? ¿No sería mejor demostrar su poder con milagros que no dejaran lugar a dudas acerca de su persona y de su misión? ¿No es mejor alcanzar el poder y desde arriba conseguir sus objetivos legítimos? El camino de Jesús no le lleva al trono de Herodes o al Pretorio desde donde gobierna Pilato, sino al Gólgota. La muerte de Jesús se ilumina con su vida. El misterio de quién es Jesús se comienza a comprender cuando se ve cómo tuvo que hacer frente a las tentaciones que le cercaron.

Todos tenemos tentaciones. No nos vamos a fijar ahora en las más habituales, diarias u ordinarias. Vamos a ponernos delante del evangelio y ver cuáles son las tentaciones por las que pasa Jesús y que se repiten en nuestra vida. Leemos despacio el texto.

1)     La primera tentación lleva trampa. Si Jesús dice que no quiere transformar las piedras en panes, parece que no le preocupa el hambre y las necesidades de la gente. Él habla del «hambre de la palabra de Dios». ¿La misión de Jesús es solucionar problemas cotidianos o devolverle al hombre su verdadera condición, dignidad, sentido, vocación, que realmente le satisfarán?
2)     ¿Podemos hacer de la fe un espectáculo? ¿Podemos reducir la fe en Jesús a buscar protección divina en «pulseras milagrosas», «cruces protectoras», «llamadores de ángeles»? ¿podemos buscar nuevos adeptos confundiendo lo esencial con lo secundario o incluso terciario, como milagros o apariciones que no tienen nada que ver con el evangelio?
3)     La tercera tentación es muy sutil. ‘Si alcanzamos el poder… haremos leyes justas’. ¿Por qué Jesús no quiso llegar a ser el rey, o el emperador, o el líder político de un grupo? ¿Podemos corregir a Jesús, el maestro?
4)     ¿Cómo vivimos nosotros estas tentaciones en nuestra sociedad, en nuestros ambientes, en nuestros grupos y parroquias? ¿Nos damos cuenta de las trampas que llevan dentro?


«PAN, FUERZA Y CIRCO»

Los romanos estaban satisfechos
con tener «pan y circo».
el diablo les corrige
y añade el placer del dominar.

Jesús ha recibido del Padre
el encargo de hacer presente el Reino.
¿multiplicando riquezas?
¿reforzando sistemas de control?
¿haciendo del hombre una marioneta?

Jesús nos recuerda que cada uno de nosotros,
sólo nos podemos saciar con Dios;
sólo vencemos con la fuerza del servicio,
sólo adoramos al Señor y Creador.

Pedro Ignacio Fraile Yécora


Pedro Fraile
8 de Marzo de 2014 
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