15 abril, 2016

LECTIO DIVINA: CUESTIÓN DE FONDO: ¿IMITADORES O DISCÍPULOS?


Lectio divina de San Juan 6, 52‑58

En aquel tiempo, disputaban los judíos entre si: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.» Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.


LECTIO. Seguimos leyendo el «Discurso del Pan de vida» que tiene lugar, como dice el texto, en la Sinagoga de Cafarnaún. Jesús da un paso radical y sorprendente. Pasa en su argumento del pan a la «carne» y a la «sangre». Estas dos palabras indican toda la «persona» en expresión judía. La carne sin sangre está muerta, no tiene vida. Jesús se nos ofrece a sí mismo, en su totalidad personal, como «carne» y «sangre». Sus palabras son radicales y provocativas. Nos invita a «comer su carne» y a «beber su sangre»; invitación extraña e insolente.

MEDITATIO. La fe cristiana, conforme a los evangelios sinópticos, habla del «seguimiento» de Jesús, nunca habla de una «imitación», muchas veces externa y de pose, que no afecta al interior del ser humano. Juan va más lejos en su evangelio; dice no sólo hay que «seguir» a Jesús, sino que hay que entrar en comunión plena con él. El que cree en Jesús comparte su estilo de vida, su suerte, su causa, todo su ser. En lenguaje bíblico «comer su carne» y «beber su sangre» es identificarse con Jesús, con sus proyectos y con sus decisiones. Los judíos no lo entienden porque están en «clave materialista»; para los judíos es cuestión alimentaria y alimenticia, incluso de ¡antropofagia!, pues habla de comer carne y beber sangre. Los judíos se escandalizan, solo los creyentes entienden la radicalidad de la propuesta.

ORATIO. No quiero ser como los mimos que imitan. No quiero hacer remedos de tu vida. Quiero ser de los tuyos, ponerme en tus huellas y comulgar contigo y con tu suerte, Jesús. Ayuda mi debilidad, aumenta mi fe.

CONTEMPLATIO: Traigo a mi memoria los grandes creyentes de ayer y de hoy que no se han escandalizado de Jesús, sino que le han seguido. Diferencio entre los «imitadores» burdos de Jesús que escapan a la mínima dificultad y sus discípulos que viven la fe con sencillez  y valentía cristiana. Doy gracias por los primeros y pido distinguir siempre entre la imitación engañosa y la verdad necesaria.

Pedro Ignacio Fraile