21 marzo, 2014

LOS BUENOS DESEOS QUE TODOS TENEMOS, COMO LA SAMARITANA


Maite López, cantautora pamplonica de hermosa voz y letras pasadas una y otra vez por el corazón y la oración, tiene un disco que se titula «deseos».  Me encanta porque tiene una visión positiva de los deseos, siempre tan mal considerados tanto por los moralistas no evangélicos como por las espiritualidades no humanas.  Hay deseos que son buenos (también los hay malos); hay deseos que nos humanizan (otros nos separan de nuestra humanidad); hay deseos que nos liberan de un mundo invivible (otros, es verdad, nos atenazan a él). Dejemos que Maite, que por cierto es amiga y esposa de amigo, hable por ella misma. En la presentación de su trabajo Maite dice:

«Los mejores deseos son los que, antes aún de hacerse realidad, hacen brotar la vida. Los que se saborean, precisamente como la vida, incluso, antes de nacer. Esos deseos, propios y ajenos, son los que necesitamos encontrar y por los que vale la pena luchar. Muchos de ellos proceden de Dios. Es él quien los pone dentro de nosotros para que seamos felices y para que hagamos más felices a quienes nos rodean. Dios no es fruto de nuestros deseos, ni se identifica con ellos, pero sí los utiliza para comunicarse con nosotros y, a menudo, los hace suyos (o quizás lo eran primero), para dar plenitud a nuestra vida».


La canción que da título al disco lleva también este nombre, «deseos», y tiene una letra cuidada y sugerente:

«Deseos de sanar las heridas de quien sufre.
Deseos de abrazar y de derrochar ternura.
Amar hasta el límite, hasta el extremo.
Caminar codo a codo con todos vosotros.

BIENVENIDOS SEÁIS, DESEOS MÍOS,
            QUEDAOS CONMIGO, ACOMPAÑAD MI CAMINO,
            RECORDADME QUE ESTOY VIVA,
            QUE NO ESTOY SOLA, QUE ALGUIEN OS PUSO EN MÍ,

Deseos de gritar la verdad y que la escuchen.
Deseos de acabar de una vez con la injusticia.
Vivir sin defensas, con manos abiertas,
Salir de mi mundo y entrar en el tuyo.

Deseos de romper las cadenas de la muerte.
Deseos de reconciliación, de paz auténtica.
Mirar cara a cara las dificultades.
Buscar lo que más nos acerque a la meta.

Deseos de amar y ser amada, enteramente.
Deseos de compartir la vida, de entregarme.
Creer en la fuerza que llevamos dentro;
Beber de la fuente de todo deseo».

Este último verso, no sé si Maite estaba pensando lo mismo, nos lleva de la mano al evangelio del próximo domingo de Cuaresma, el de la Samaritana: «beber de la fuente de todo deseo». Los deseos tienen que ver con el alimento que sacia y con la bebida que reconforta. Los deseos piden respuesta; de lo contrario, un deseo insatisfecho puede ser fuente de frustración y de amargura.
Muchos de los deseos, nos dice Maite, proceden de Dios. En la letra de la canción los explicita: deseo de amar, deseo de gritar la verdad, de acabar con la injusticia, de romper las cadenas de la muerte…
El próximo domingo, el tercero de esta cuaresma, escucharemos el evangelio de esa mujer que estaba lleno de deseos, muy hondos, permanentes. Unos deseos que estaban insatisfechos.
Jesús se sirve de una situación humana, la de tener sed física, real, porque venía de lejos, de un largo camino y necesitaba beber. La mujer iba también a buscar agua para su casa. Jesús se pone a hablar con ella y le pregunta por lo que vive, por lo que le preocupa, por lo que lleva en su corazón; satisfacciones e insatisfacciones; cumplimientos y frustraciones.
Jesús le va sacando del fondo de su corazón todo lo que lleva dentro hasta que le descubre su profundo vacío: cree que está saciada, y está vacía. Cree que lleva una vida normal, y su vida no tiene nada que ofrecer. Busca agua porque ella misma está seca.
¿Qué nos dice este evangelio? Como la samaritana, también hoy hay muchas personas que están secas, resecas y cuarteadas en su interior por falta de frescura. Van a por agua a las fuentes, y como no solucionan el verdadero problema, tienen que volver otra vez o, si pueden, van emigrando de fuente en fuente, buscando qué agua es la mejor.
Jesús se propone como el «agua viva» que sacia, de forma que nunca más tengamos que ir mendigando un vaso de agua que nos refresque y reconforte.
¿Qué es evangelizar? ¿Cómo acercarse a muchas personas que están a años luz del evangelio? Un buen camino puede ser este (¡camino que apunta san Juan en su evangelio!): el camino de los deseos. ¿Cuáles son mis deseos?, ¿cómo busco satisfacerlos?, ¿cuáles son mis frustraciones?  
Jesús no busca amargarte la vida, sino que busques en tu interior, bucees en lo que llevas dentro de ti, y descubras cómo él puede saciar tanta necesidad de humanidad, de espiritualidad, de hondura. ¡Felices deseos a todos!

Pedro Ignacio Fraile Yécora
Tercer domingo de Cuaresma –La Samaritana-
http://pedrofraile.blogspot.com.es/