01 agosto, 2014

GRITO DE SOCORRO DE LOS CRISTIANOS DE BELÉN



Acabo de regresar de Tierra Santa. Ayer por la noche, día de san Ignacio de Loyola, concluíamos una peregrinación de amigos. La habíamos iniciado en pleno conflicto de Gaza (para muchos «guerra», para otros «acción de castigo», para otros «masacre» o incluso «genocidio»), que a día de hoy sigue abierto e imprevisible.
            No voy a hablar en este breve artículo de lo que está pasando allí porque no soy un especialista en política internacional, y aunque tengo mi visión y mi opinión propia, no creo que este sea el lugar para hacer un análisis detallado de la situación, de los motivos de las partes, de los verdugos y de la víctimas. No me inhibo, simplemente no lo hago por la complejidad y seriedad del tema. No se puede trivializar.
            Sin embargo, no puedo silenciar una petición que me hicieron unos amigos cristianos de Belén. No digo los nombres para no comprometerlos. Son un matrimonio joven con tres hijos menores de edad. Estuvimos hablando un buen rato, y lo último que me pidieron fue: «por favor, explica qué está pasando en Belén; que lo sepa todo el mundo; tienen que saberlo».
            Belén es para el imaginario infantil, evocación de las fiestas de la Navidad; para los cristianos, misterio de amor y de pobreza, de encarnación de nuestro Dios, el «Dios con nosotros»; para los políticos de este mundo, un lugar «caliente» de enorme intensidad en el Próximo Oriente. Para los judíos, el lugar donde «nació el rey David» y uno de las ciudades de la tribu de Judá; para los palestinos musulmanes, tierra irrenunciable de la que se van apoderando ante el éxodo de los palestinos cristianos y ante la explosión demográfica de las familias musulmanas… ¿Para los cristianos de Belén?
            Los cristianos de Belén se mueven en el dilema de ser «extranjeros en su tierra y entre los suyos». Para la mayoría musulmana (hace muchos años Belén era de mayoría cristiana; hoy se han cambiado de forma irrevocable las tornas), los palestinos cristianos tienen como única salida el convertirse al Islam. Pero ¿por qué una familia que es cristiana, y vive con alegría su fe tiene que renunciar a ella por presiones? Para el estado judío son «palestinos», sin distinguir si son cristianos o musulmanes. Los cristianos de Belén son una minoría que les estorban a todos.
            En la conversación que mantuve con mis amigos me insistían en que «aquí no tenemos futuro»;  «no hay trabajo, no podemos salir de aquí» (Belén está aislado por el Muro y por los controles - «check point» - militares que rodean la ciudad y sus aledaños). ¿Qué futuro les podemos dar a nuestros hijos? Se crían entre muros; no conocen nada del exterior; vivimos bajo presiones continuas; ¿en qué trabajarán sin o hay industria? La única solución es marchar…
            Aún más grave. En la conversación salió el tema de los cristianos de Irak que están siendo obligados a convertirse o a salir de sus casas so pena de muerte. La noticia de las ejecuciones de  cristianos de Irak por parte de uno de los grupos islamistas más radicales, que han llegado incluso a constituir un nuevo «califato», han llegado a Belén. Me decían: «tenemos miedo; si el fundamentalismo yihadista de Siria e Irak se extiende aquí, tendremos también que dejar nuestras casas y salir huyendo…». Y, ¡sorprendentemente!, añadieron: los únicos que nos protegen de estos fundamentalistas islamistas (aunque no lo hagan por eso, ni es lo que buscan), es el ejército de Israel. ¡Paradojas de la historia y de la política! La guerra de Israel contra Hamas y los fundamentalistas, de forma indirecta, sin que lo pretendan, sirve para contener la expansión del movimiento del califato del Norte (Siria-Irak) y para proteger a los atemorizados cristianos de Belén. Me decían: «si la cosa se hace insoportable, dejaremos todo… y también nosotros nos iremos». Insistían: «decidlo, que se sepa en Occidente».

Yo lo digo. Los cristianos de occidente vivimos muy tranquilos; podemos hacer profesión de nuestra fe sin que nos cueste nada. Una fe «sosa», «aguada», «light», que puede caer en el aburrimiento, en el desencanto, en el tedio, en el sopor, en la apatía… Este mismo año pregunté en una charla a un grupo de profesores, en un colegio religioso: ¿estaríais dispuestos a pasarlo mal por mantener vuestra fe? Uno de ellos, dijo sin medias tintas, en voz alta y clara: «¡yo no!».
Oremos, recordemos, tengamos muy presentes a todos los cristianos perseguidos por profesar la fe de Cristo… entre ellos, con mucho cariño, a los cristianos de Belén.

Pedro Ignacio Fraile Yécora


1 de Agosto de 2014