15 julio, 2013

ELÍAS, LA VIRGEN DEL CARMEN Y EL MONTE CARMELO


 
               Mañana es la Virgen del Carmen. En mi ciudad natal, Tarazona, hasta hace pocos años hubo tres conventos carmelitanos: uno masculino y dos femeninos; hoy ya no queda ninguno de los tres. No es tiempo de hacer juicios de valor; personalmente pienso que para juzgar la historia hay que poner años por medio, tener una visión larga, contrastada y de conjunto para no emitir juicios apresurados, malintencionados, desinformados o equívocos. Lo que sí puedo decir es que la devoción a la Virgen del Carmen ha quedado grabada a fuego entre los turiasonenses. El ejemplo de mi ciudad episcopal aragonesa, a las faldas del Moncayo, es extrapolable a otros muchos lugares de España. ¡En cuantas ciudades ha habido conventos de carmelitas y en cuántas han visto como el testimonio contemplativo, de la presencia de Dios, se iba apagando! ¡ Y a la vez, cuánto se echa de menos!

               Me voy con el corazón, la memoria y el alma al Monte Carmelo. Allí, en un promontorio de la ciudad israelí de Haifa, asomándose a la hermosa bahía, se erige el santuario de Stella Maris, cuna de los carmelitas y de la devoción a la Virgen del Carmen. Debajo del altar mayor de la Iglesia hay una gruta donde se recuerda al profeta Elías. Los peregrinos fijan sus ojos en la imagen de la Virgen del Carmen, pero la mayoría de ellos no saben qué hace allí Elías. Son dos mundos paralelos, sin que se toquen. El guía va desgranando sus explicaciones: muchos siglos antes de que allí se establecieran los primeros varones cristianos consagrados a la Virgen, en aquel lugar había memoria viva de ser un monte santo, donde el profeta Elías defendía la causa de Dios. Los primeros religiosos tomaron su nombre del monte bíblico: ellos eran los nuevos adoradores de Dios, religiosos cristianos, consagrados a Nuestra Señora del Monte Carmelo. Había continuidad en lo esencial con Elías, la consagración total a la causa de Dios («el celo por Dios me consume»), si bien los tiempos eran distintos: Jesús, el Cristo, había irrumpido en la historia.

               Elías había pasado a la historia bíblica como «defensor de Dios» frente a los dioses vecinos, que no eran nada, que engañaban a la gente. El nombre mismo del profeta era un mensaje: Elías significa «Yahveh es Dios»; o sea, que no son dioses todos los diosecillos de juguete, variables, blandos, moldeables, que se hacían a su medida los habitantes del lugar. Pero Elías era un profeta duro, irascible; no tenía cintura con los que no pensaban como él.

               Los nuevos habitantes del Carmelo, los carmelitas, también defendían la causa de Dios, pero lo hacían con la ternura, la sencillez, la hermosura, la magnanimidad, la cordialidad, la hondura que da la figura de María. Ella nos lleva de la mano a la salvación que nos ha traído su hijo Jesús.

               En estos  tiempos confusos, en donde si dices que eres creyente los más «in» te miran como a un australopitecus de tiempos remotos; donde si dices que eres cristiano, algunos te miran con pena no disimulada, como si de un débil mental se tratara; donde si dices que la fe en Dios es nuclear en tu vida, piensan que es mejor no escuchar mucho tus razonamientos porque adolecen de «fundamentalismo o dogmatismo»; donde Dios ha pasado de ser un «huésped» querido del corazón a un objeto antiguo que se recoge en el desván de los recuerdos. En este tiempo, hay que volver a lo esencial: «Dios es Dios, no un producto de mis insatisfacciones o frustraciones»; «el Señor es Dios; no los diosecillos de juguete, de quita y pon»; « Sólo Dios basta, como nos dirá la Carmelita por excelencia, Teresa de Jesús».

               Hay que volver al Monte Carmelo de la mano del profeta Elías, pero sobre todo de María, y dejarnos adentrar en los caminos trillados a la vez que novedosos; oceánicos a la vez que caseros;  profundos a la vez que seguros, que es siempre la experiencia de Dios. Santa María, Madre del Monte Carmelo, ruega por nosotros.

 

Pedro Ignacio Fraile Yécora, Víspera de la Virgen del Carmen 2013