09 junio, 2015

'VOLVER A JESÚS' (2): 'TE SEGUIRÉ ADONDEQUIERA QUE VAYAS'


            La devoción al Corazón de Jesús es, sin duda, de las más fructíferas en los dos últimos siglos de nuestra fe. En ella se marca de forma especial su condición de amor incondicional y entrañable. ¿Qué hay más noble que el cariño, que el perdón, que la compasión? Ahora bien ¿podemos vivir de forma separada la devoción y el amor a los hermanos?

  1. CREER Y SEGUIR
Fe y creencias. En nuestra forma de hablar normalmente usamos de forma indiferente los dos términos, fe y creencias, pero son muy distintos. Las «creencias» forman parte de una religión entendida como «mercado»; de esta forma cada uno compone su «cesta de la fe» mezclando la fe en Jesús con los astros o el destino. Reivindican que todas las creencias son respetables. Sin embargo, cuando nos movemos en el ámbito de la fe, nos movemos en el ámbito de la Iglesia. No sólo creemos lo que «sentimos», sino la fe de la Iglesia.

Fe y discipulado. En los evangelios la fe está unida directamente a Jesús, de forma que no se trata sólo de aceptarlo como «digno de fe», sino de «seguirle». Jesús mismo nos invita a su seguimiento. Es una llamada al corazón de la persona, a su interioridad y a su libertad. Es soberana y a la vez exigente.

Las dificultades del discipulado. Precisamente por esto, Jesús se encuentra con que no todos a quienes les invita están dispuestos al seguimiento. En el evangelio encontramos los ejemplos de personas bien dispuestas, pero también encontramos personas que se echan otras cuentas y piensan que hay otros «negocios» mejores. Ser discípulo no es sinónimo de no tener dificultades, sino de seguir a Jesús como Señor aun en medio de las dificultades.

  1. CREER Y ESPERAR
"El que espera desespera". Con este dicho popular indicamos nuestra condición humana sometida al cansancio y a las frustraciones. Con frecuencia ponemos nuestra esperanza en cosas que no tienen consistencia, no tienen fundamento… o si lo tienen están por encima de nuestras posibilidades. La esperanza se frustra cuando no alcanza sus objetivos.



El que espera confía. Sin embargo, la fe cristiana no está marcada por la frustración sino por la confianza. Sabemos que estamos en buenas manos, y sabemos que aunque no podamos comprobar y ver de forma «evidente», sí que podemos poner nuestras vidas en manos de otro; en este caso de Jesús, y podemos decir «sé de quién me he fiado».


El que cree vive para otro. La confianza en Jesús marca la identidad del cristiano. La espiritualidad cristiana es un «desapropiarse» de uno mismo, para ponerse en las manos de otro. Cuando decimos «Corazón de Jesús, en ti confío» estamos diciendo que nuestras seguridades las ponemos en sus manos.







3. CREER Y AMAR

Se puede tener creencias y no amar. Una persona puede ser ‘crédula’ o incluso ‘creyente’ en sus cosas, pero no sentirse obligada a amar: los astros, fetiches…no aman

El discípulo cree y ama. Sin embargo quien se pone en la órbita de Jesús sabe que el amor forma parte inexcusable de su espiritualidad.

La novedad de Jesús. El mandamiento nuevo es ‘que os améis’; es nuevo no porque antes de Jesús no hubiera amor, sino porque une la fe en Dios y el amor al prójimo de forma inseparable. Casi podríamos decir que los identifica: amar y creer son una misma cosa. Al revés podríamos decir: ¿te atreves a decir que crees en Jesús si tienes cerrado el corazón a los hermanos? ¿Si te niegas a crecer, a avanzar, a ceder en aquellas cosas que no son importantes en bien de la comunidad? ¿Te atreves a decir que crees en Jesús si no perdonas, si no colaboras? La novedad de Jesús está en que el amor es el camino que lleva al corazón mismo de Dios.

Pedro Ignacio Fraile Yécora
Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús 2015

VOLVER A JESUS. SOLEMNIDAD DEL SAGRADO CORAZON

En la próxima solemnidad del Corazón de Jesús, la Iglesia nos recuerda que el único camino es este: «volver a Jesús».



«VOLVER A JESÚS»

De pequeño me hablaron de ti
y te dejé en el baúl de los recuerdos,
de las cosas perdidas,
de los saberes prescindibles.

Pasados los años,
cuando las preguntas importantes
las trae la vida y no los libros,
cuando quiero no pensar
y se me apodera el corazón,
has vuelto sin avisar.

He leído mucho sobre ti.
Algunos dicen que eres un personaje extraño;
que las Iglesias te han manipulado,
que te usan ladinamente para sus intereses.

Yo sólo quiero volver a la verdad primera,
a la que me enseñaron mis padres,
mis catequistas, mis abuelos…
¿Quién eres Jesús?

Al ciego del camino le devolviste la vista,
a la pecadora el perdón.
Soy yo quien hoy te pide
que hagas en mi tu milagro.

Pedro Ignacio Fraile Yécora

Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús