18 marzo, 2014

LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN TIENE MUCHOS COLORES (Las primeras lecturas de los cinco domingos de Cuaresma)


(Guardado en la página: 'Año litúrgico'. Cuaresma 2014)

Es sabido que el Antiguo Testamento nos resulta especialmente difícil a los cristianos. 


No sabemos bien qué hacer con él. Sin embargo, hay una lectura no sólo válida y legítima, sino necesaria: ver cómo se despliega la historia de la salvación.                

Dios salva en la historia de la humanidad y de las personas. Dios despliega su salvación bajo mil pequeñas historias particulares. Incluso algunas muy difíciles de entender o de aceptar. 
Pero es Dios.
                 
Os propongo leer seguidas las cinco «primeras lecturas» de esta Cuaresma (leemos el ciclo A), y descubrir que la Palabra de Dios tiene una «lógica interna» que está presente (el Espíritu Santo es el Inspirador), pero que a la vez hay que descubrir. La Palabra de Dios no es monocolor, sino que tiene muchos colores; por que Dios escribe en todos los momentos de la vida.

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA

Lectura del Libro del GÉNESIS  2,  7‑9;  3,  1‑7

           El Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida y el hombre se convirtió en ser vivo.
           El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en él al hombre que había modelado.
El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer; además el árbol de la vida, en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal.
La serpiente era el más astuto de los animales del campo que el Señor Dios había hecho.
           Y dijo a la mujer: - ¿Cómo es que os ha dicho Dios que no comáis de ningún árbol del jardín?
           La mujer respondió a la serpiente: Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; solamente del fruto del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: «No comáis de él ni lo toquéis, bajo pena de muerte.»
           La serpiente replicó a la mujer: No moriréis. Bien sabe Dios que cuando comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios en el conocimiento del bien y el mal.
           La mujer vio que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable porque daba inteligencia; tomó del fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió.
           Entonces se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; entrelazaron hojas de higuera y se las ciñeron.

                        «SOMOS LIBRES POR VOLUNTAD DE DIOS»
                
                 Comienza la «historia de la salvación» con un texto de los orígenes. El relato del Génesis no es un «cuento infantil»; tampoco es una explicación científica de los primeros pasos de la humanidad.
                 Leemos una reflexión sobre el  alma humana. Es una página de «antropología» (¿qué y quién es el ser humano?), pero de «antropología bíblica» (¿qué, quién y cómo es el ser humano con Dios, para Dios y ante Dios?).
                 Se sirve de una imagen curiosa; un «árbol del conocimiento del bien y del mal». El «conocimiento» bíblico tiene matriz semítica, no griega. No consiste, por tanto, en un «conocimiento» que busca descubrir la «verdad» entendida como adecuación del objeto a mi mente; no busca las «esencias». El «conocimiento»  bíblico tiene que ver con la experiencia, con la intimidad, con el gusto, con el saborear, con el placer de encontrarse con el otro, con la exploración del otro que me lleva a amarle. 
                 Dios conoce el bien y el mal porque es creador del ser humano. Dios sabe qué da la felicidad al ser humano, qué le lleva a su perdición; pero Dios es también el que da la libertad. Una persona que no fuera libre ¿podría ser feliz?
                 No somos muñecos en manos de Dios, sino que la libertad forma parte de nuestra condición de seres creados por Dios. Los humanos descubren su desnudez cuando se apartan de Dios.  

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA

Lectura del Libro del GÉNESIS  12,  1‑4a

En aquellos días, el Señor dijo a Abrahán:

           “Sal de tu tierra
          y de la casa de tu padre
         hacia la tierra que te mostraré.
           Haré de ti un gran pueblo,
        te bendeciré, haré famoso tu nombre
        y será una bendición.
           Bendeciré a los que te bendigan,
        maldeciré a los que te maldigan.
           Con tu nombre se bendecirán
        todas las familias del mundo.”

Abrahán marchó, como le había dicho el Señor.

«LA CONFIANZA DE ABRAHÁN NO TIENE FECHA DE CADUCIDAD»
                
                 El capítulo 12 comienza la segunda gran parte del libro del Génesis que se extiende hasta el 50; es la historia de los «patriarcas», familias de pastores que viven sin tierra fija, apoyándose en una descendencia que les asegure protección y supervivencia.
                 Israel, que escribe una vez asentado en Canaán, relee su historia como una vuelta a la tierra de donde salieron sus antepasados. Leen la época patriarcal como etapa de las promesas de Dios: tierra y descendencia; ambos son dones prometidos y bendecidos por Dios.
                 En la persona de Abrán (posteriormente Abrahám)  Dios bendice un proyecto de salvación que se abre a toda la humanidad, a pesar de que todo parece imposible: Abrahám es anciano, para abandonar su tierra; no tiene hijos que le aseguren un futuro; Sara su mujer es estéril.
                 La historia de la salvación, que en sus inicios vio cómo el ser humano desobedecía a Dios, ahora sigue con la obediencia frágil de un anciano: ‘salió Abrahán, como le había dicho el Señor’.  La historia apunta al futuro, muy lejos, de forma casi imposible de creer; sin embargo, en Abrahán se cumple la confianza plena.
                 Abrahám ha pasado a ser en las tres religiones monoteístas  modelo de creyente que se pone en camino fiándose de Dios.





TERCER DOMINGO DE CUARESMA

Lectura del libro del ÉXODO 17,  3‑7

           En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés:
           ¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?
           Clamó Moisés al Señor y dijo: ¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen.
           Respondió el Señor a Moisés: Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los ancianos de Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el río y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña y saldrá de ella agua para que beba el pueblo.
           Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel.
Y puso por nombre a aquel lugar Massá y Meribá, por la reyerta de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor diciendo: ¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?

«LA FE PASA SIEMPRE POR EL CRISOL DE LAS PRUEBAS»
                
El tercer texto de esta cuaresma nos presenta la rebelión del pueblo. Dios crea al hombre libre (primer domingo); en Abrahám encontramos al hombre obediente que cree en el plan de Dios (segundo domingo); el pueblo de Israel no sólo desconfía, sino que ofende y provoca al mismo Dios (tercer domingo)
                 El pueblo en el desierto sólo encuentran «aguas amargas» (mará, Ex 15, 22-25); cae en la «tentación» (masá) de dudar de la  presencia de Dios y «pleitea» (meribá) con él. Duda sobre la presencia de Dios y sobre la autoridad de Moisés. «Masá – tentación» y «Meribá – pleito» equivalen a desesperar y pedir a Dios un signo de su poder. Llegan a la blasfemia:  ¿Dios les ha sacado de Egipto para matarlos? 
                 La promesa de la presencia de Dios, «allí estaré yo ante ti»  y la pregunta final «¿está el Señor en medio de nosotros ?» son la clave de toda la sección. El camino del Éxodo es el camino de cualquier persona y de cualquier grupo humano en su relación religiosa. Cuando nos liberan, cuando nos favorecen, cuando nos va todo bien, cuando tenemos a Dios de nuestra parte, hasta el desierto es llevadero. Cuando aparece la prueba, lo primero que se resiente es nuestra fe en Dios. ¿La fe en Dios es ‘acomodaticia’? ¿Creemos en un Dios de la historia o en un Dios de juguete que debe estar a nuestro servicio? La duda (¿está Dios? forma parte de la conciencia y de la libertad humana.
                 El Dios que se revela en la historia nos ayuda a descubrir su presencia en la vida ordinaria, en los momentos en que experimentamos el gozo de la liberación, y en las pruebas que van surgiendo en el camino.


DOMINGO 4 DE CUARESMA

Lectura del primer Libro de SAMUEL 16, 1b. 6‑7. 10‑13a

En aquellos días, dijo el Señor a Samuel:
           Llena tu cuerno de aceite y vete. Voy a enviarte a Jesé, de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí.
Cuando se presentó vio a Eliab y se dijo: «Sin duda está ante el Señor su ungido.»
           Pero el Señor dijo a Samuel: No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo le he descartado. La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, pues el hombre mira las apariencias, pero el Señor mira el corazón.
           Hizo pasar Jesé a sus siete hijos ante Samuel, pero Samuel dijo: A ninguno de éstos ha elegido el Señor.
           Preguntó, pues, Samuel a Jesé:
           - ¿No quedan ya más muchachos?
El respondió:
           - Todavía falta el más pequeño, que está guardando el rebaño.
Dijo entonces Samuel a Jesé:
Manda que lo traigan, porque no comeremos hasta que haya venido.
Mandó, pues, que lo trajeran; era rubio, de bellos ojos y hermosa presencia.
           Dijo el Señor: Levántate y úngelo, porque éste es.
Tomó Samuel el cuerno de aceite y le ungió en medio de sus hermanos.

«A DIOS SE LE ENCUENTRA EN LOS CAMINOS SENCILLOS Y NUEVOS»

                 Dios se sirve para llevar adelante su salvación de un ser humano que le desobedece (Adán), y que le obedece (Abrahán); de un pueblo que duda de él y se querella contra él (Masá y Meribá), y se sirve también de un niño pequeño.
                 La historia de David comienza con un gesto sorprendente. El ungido de Dios no es el rey Saúl (a quien ha rechazado), ni ninguno de los hermanos mayores, fuertes para el combate y dignos de una corona. Por medio de Samuel, profeta (Dios siempre se sirve de mediaciones), David es ungido como futuro rey de Israel. Es una unción anticipada, en germen, pues aún quedan muchos episodios por jugar. Pero Dios ya ha dicho su palabra.  
                 Tres palabras a resaltar en esta lectura: «mediador carismático», «niño pequeño», «unción real». Dios siempre se ha servido de mediaciones sorprendentes; el pueblo no reconoce tanto a la persona cuanto al Espíritu que se posa en una persona. La esbeltez y fortaleza pasan a un segundo plano; es más, Dios hace su obra de salvación con lo pequeño, despreciable, débil. El ungido tiene la misión de ser fiel al plan de Dios y de servir al pueblo de Israel.



QUINTO DOMINGO DE CUARESMA

Lectura del Profeta EZEQUIEL 37, 12‑14.

Esto dice el Señor:

           Yo mismo abriré vuestros sepulcros,
           y os haré salir de vuestros sepulcros,
               - pueblo mío-,
           y os traeré a la tierra de Israel.
           Y cuando abra vuestros sepulcros
           y os saque de vuestros sepulcros, 
               - pueblo mío-,
           sabréis que soy el Señor:
           os infundiré mi espíritu y viviréis;
           os colocaré en vuestra tierra,
           y sabréis que yo, el Señor,
           lo digo y lo hago.
-     Oráculo del Señor-.

«DIOS SIGUE RECREANDO EL MUNDO»

                 La historia de la salvación, que recuerda la liberación de Egipto y el camino a la tierra prometida (Éxodo), pasa necesariamente por el destierro en Babilonia y un nuevo regreso (Segundo Éxodo).
                 El texto litúrgico es la conclusión de la conocida visión de los huesos secos (Eze 37,1-14).  El contexto histórico nos sitúa en Babilonia, mitad del siglo VI a.C., donde la palabra de Dios se dirige a la comunidad judía allí desterrada sin esperanzas de volver un día a Judá. En el destierro de Babilonia el pueblo carece de toda esperanza.
                 Están convencidos de que Dios les ha abandonado a su suerte y no cabe la posibilidad de volver a la ciudad santa de Jerusalén. El pueblo se queja: nuestros huesos están calcinados, estamos muertos en vida, sin esperanza. El profeta Ezequiel plantea una revitalización de las fuerzas exhaustas, una recapitalización de los créditos inexistentes, una refundación de los cimientos. Si el pueblo vive en sepulcros (muerte, hedor, llanto, luto) él anuncia la vida (espíritu, tierra, esperanza, futuro...) que provienen del mismo Dios: «abriré sepulcros», «os traeré a Israel».
                 Dios mismo es el que actúa (fijémonos en que habla en primera persona). La actuación de Dios, al igual que en el pasado, les llevará al verdadero conocimiento: «sabréis que yo soy el Señor» (v. 13).
                 El Espíritu de Dios sopla de nuevo, como en la creación, recrea, hace que de lo seco, de la muerte, surja la vida.  De nuevo aparece la paradoja: el destierro como lugar de gracia. El pueblo de Israel vio en el exilio no sólo el castigo justo al que había sido conducido por su pecado (abandono del Dios de la Alianza) sino un lugar de gracia desde el que recomenzar de nuevo la historia con Dios.

Pedro Ignacio Fraile Yécora
Cuaresma 2014
http://pedrofraile.blogspot.com.es/