07 abril, 2014

PASIONES Y APATÍAS DE UN CRISTIANO DE BIEN


            Estamos en la semana de Pasión, según el calendario popular cristiano. Es más, estamos en la «semana de los dolores»: la Virgen de los Dolores, la Dolorosa, prepara su recorrido por las calles de los pueblos de España un año más. Las «Dolores-Lolas» sacan sus mantillas para acompañar a la Virgen.
            Lo contrario al dolor es la «apatía». Es una palabra que suena mal, que no nos gusta a nadie aunque no sepamos bien por qué. La «apatía» tiene que ver con la ausencia de «pathos», de «pasión», de «padecimiento», de «empatía», de «pasibilidad», La persona «apática» no tiene «compasión»,  es «impasible».
            Luego hay otras palabras del mismo «espectro semántico», como simpatía o antipatía. El «simpático» comparte un mismo lenguaje, una misma forma de expresión, de saber estar, de comunicación verbal y no verbal. El «antipático» todo lo contrario. Hay gente muy sesuda que es muy antipática, porque con él ni irías ni a heredar; también están los «bribones simpáticos» que te engañan y encima quedas contento.
            ¿Y un cristiano de bien? ¿Es «pasional» o «apático? ¿Con qué «empatiza» y de qué «siente compasión»? No son tiempos buenos para los que se toman la fe en serio (tampoco para los que se toman la fe «a medio gas», no nos engañemos). Los que quieren vivir conforme al evangelio no pueden vivir de forma impasible ante un mundo que se desangra. Los ejemplos los ponéis cada uno de vosotros: eso sí, que tenga que ver con la sangre derramada, con la sangre violentada, con la sangre inocente, con la sangre de los débiles… En un mundo que se desangra, el cristiano no puede decir que no «padece» también él.
            La «pasión» forma parte de la esencia cristiana. Jesús se «compadecía» de las personas que sufrían. No sólo «le daba penita», o «sentía lástima», sino que se revolvía por dentro, tomaba decisiones, y actuaba. Por eso lo mataron; no porque fuera un «señor simpático», ni siquiera «empático», sino porque llevaba la pasión a flor de piel y de vida. La «compasión» de Jesús le llevó a su «Pasión»; son dos términos no solo lingüísticos, sino teológicos.
            Estamos en la Semana de Pasión como pórtico a la Semana Santa. No es ninguna cosa del otro mundo si nos preguntamos, los que decimos que somos cristianos – al menos-, si bien esta pregunta es muy humana: ¿cómo estamos de compasión con las víctimas, con los desahuciados, con los ninguneados, con los empobrecidos, con los «sobrantes» (según las estadísticas) de este mundo?
            Si somos cristianos «apáticos» podremos defender con labios y formas externas nuestra piedad popular, pero si no somos «compasivos» no entraremos en la Pasión de Jesús, entrada en su misterio de muerte entregada que nos conduce a la plenitud de la vida en la Resurrección.

Pedro Ignacio Fraile Yécora
7 de Marzo de 2014
Lunes de Pasión