04 abril, 2014

¿Y SI JESÚS TUVIERA RAZÓN? (QUINTO DOMINGO DE CUARESMA: YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA)


            Unas veces hay que titula de forma enunciativa y rotunda: «El racismo no es de Dios». Otras veces hay que titular de forma propositiva: «Podemos vivir de otra forma». Existe también el título ambiguo: «¿Por qué sí o por qué no?» Tenemos también el título retórico, que es como un guante arrojado al público para ver quién lo recoge.
            Este próximo domingo cerramos las tres catequesis de san Juan sobre la vida (sus estímulos natos y sus ofuscaciones) con una tercera reflexión bordada de realismo. Estos días se llenan los blogs y los posts de comentarios al «evangelio de Lázaro»: unos más sesudos, otros más sentimentales, otros piadosos, otros crueles, otros irónicos, otros llenos de sentido común. Yo quiero hacer mi comentario partiendo de un «título retórico»: ¿y si Jesús tuviera razón?
            El evangelio no es pródigo en relatos abundantes, rococós o simplemente recargados. Va a lo esencial. Nos habla de un hombre que era amigo de Jesús y está enfermo. Jesús no está con él, por lo que las hermanas de aquel judío envían recado a Jesús para que venga pronto. Cuando Jesús llega, ya ha fallecido. ¿Cómo reaccionan los personajes que aparecen en el relato? Unos, los judíos que quieren buscarle las cosquillas a Jesús, están atentos para ver qué hace; no les importa el acontecimiento, sino que están al quite para sacar provecho. Las hermanas del difunto, Marta y María, le reprochan a Jesús que haya tardado tanto. Jesús, por su parte, manifiesta sus sentimientos; habla y actúa.
            Los sentimientos de Jesús son de tristeza y dolor: «Jesús lloró», hasta el punto de que los espectadores comentan: «mirad cómo lo quería».
Las palabras de Jesús nacen de una pregunta a María y tienen una respuesta: Jesús le pregunta: «¿crees que tu hermano resucitará?».  Ella, que es judía, responde con la fe de los judíos: «creo que resucitará en la resurrección del último día». Algunos judíos de la época de Jesús, no todos (los saduceos entre ellos), creían que después de la muerte hay un juicio y hay una resurrección, que tendrá lugar «en el último día» y se desarrollará en «el valle de Josafat», allí en Jerusalén. La respuesta de Jesús es «Yo soy la resurrección y la vida». Jesús, en el evangelio de san Juan, enlaza una serie de afirmaciones solemnes que revelan quién es él: «yo soy la luz del mundo»; «yo soy el buen pastor»; «yo soy el pan de vida». Ahora dice: «yo soy la resurrección y la vida». No estamos ante un simple ejercicio de gramática: pronombre personal con función de sujeto+verbo copulativo+ predicado nominal. No. Estamos ante verdadera teología. Cuando Juan pone en los labios de Jesús el «yo soy», está recordando el «yo soy el que soy» (Yahveh), del monte Sinaí. Jesús puede decir que es el pan de vida, la luz del mundo, la vid y la «resurrección y la vida» porque es Dios entregado, Dios humanado, Dios encarnado (Jn 1,14).
El gesto de Jesús es devolverle la vida biológica a Lázaro. Los exegetas comentan que la «vuelta a la vida biológica» de Lázaro pertenece a otro género distinto de la Resurrección de Jesús. Lázaro ve cómo su vida biológica se prolonga, pero sabe que tendrá que morir. Jesús, por su parte, muere en la cruz, pero su resurrección no es una vuelta a la vida biológica, sino entrar en la vida de Dios: una resurrección que culmina su  obra, su mensaje, su obediencia, su entrega, su amor. Es una vida en plenitud que sólo Dios puede dar.
Aquí, llegados a este punto, es cuando todos «culeamos» (con perdón de la expresión) ¿Y nosotros qué? La referencia del cristiano no es lo acontecido con Lázaro, pues en definitiva no soluciona nada, sino que es un «dilata», una prórroga. Lo fundamental para los cristianos es el acontecimiento de Jesús, el Cristo de Dios: muerto y resucitado; muerto en solidaridad con la humanidad y resucitado como vida nueva y definitiva que regala Dios.
¿Y si Jesús tuviera razón y la vida que esperamos no fuera un «tiempo prorrogado» sino una vida «en plenitud»?

Pedro Ignacio Fraile Yécora
4 de Abril de 2014

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