22 mayo, 2015

PENTECOSTÉS 2015 «Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro»



En la misa de Pentecostés, antes del evangelio, proclamamos y escuchamos una preciosa secuencia dirigida al Espíritu Santo. Una de las peticiones que recoge es esta: «Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro». Creo que es de una oportunidad única. No más que en otros años, pero sin duda oportuna en este acontecer de los inicios del siglo XXI.

            El siglo XX ha sido, con seguridad, el más sangriento de toda la humanidad. Mucho más que la violenta y oscura Edad Media, ¡y eso que el occidente había pasado por la filosofía de la Ilustración que luchó sin cuartel contra todo tipo de oscurantismo! La «Gran Guerra», donde los soldados murieron a miles y sufrieron, como nunca había sucedido antes, en las novedosas «trincheras». La «Segunda Guerra Mundial», precedida de campos de exterminio nazis y seguida por los campos de exterminio estalinistas. La Bomba atómica, no solo amenaza , sino real, con dos explosiones sin control. Las masacres sin número de Camboya. Las innumerables guerras locales: la cruel «Guerra civil española» (incivil, dicen algunos); la guerra de Vietnam y sus bombas de Napalm; las guerras tribales del Congo Belga y de Ruanda; las multiétinicas y multireligiosas de los Balcanes con sus crímenes contra la humanidad; las guerras del petróleo de Irak…
            El siglo XXI se despereza, solo estamos en la segunda década, y ya tenemos nuestras guerras mezcladas con un terrorismo que no controlamos. ¿Guerras político-culturales entre Occidente y Oriente? ¿Guerras de dos facciones de los musulmanes: suníes contra chiíes? ¿Guerras de religión: musulmanes contra cristianos? Un poco de todo. Nada es del todo cierto y nada es del todo falso. Unas guerras que destacan por su crueldad, vuelven a matar niños indefensos, y por hacerla pública sirviéndose de los Medios de Comunicación. En la primera guerra de Irak vimos por primera vez un bombardeo televisado ¡cosa inaudita! Ahora vemos degollaciones grabadas y extendidas por la red universal de Internet.
            El siglo XXI se despereza con una tragedia de números y proporciones incalculables. Mi hermano me dijo hace varios años: «los pájaros no tienen fronteras». El saber popular dice: «no se pueden poner puertas al campo». La idea de una sociedad «plural», «abierta», «multucultural» la defendemos por ser «políticamente correcta», para no ser un cafre fascistoide y misántropo, pero si  nos dicen que debemos ir a una sociedad en la que haya que compartir, en la que todos cedamos nuestros legítimos derechos para que todos puedan vivir y nadie pase necesidad; en la que habrá que cambiar usos y costumbres para que todos trabajemos y todos quepamos, entonces la cosa cambia. La vieja Europa quiere a los pobres de África al otro lado del mar, en sus aldeas pobres; a los humildes sudamericanos quietos en sus tierras, aguantando sin protestar; a los asiáticos les piden que no atraviesen de nuevo las estepas orientales. Eso sí, si son mano de obra barata y sumisa, que elevan nuestro «bienstar» y no causan problemas, entonces los aceptamos. Pero ya no son «emigrantes», sino «servicio doméstico».
            Estamos en Pentecostés. Benedicto XVI repetía una y otra vez que el problema «de fondo» de la vieja Europa era que había decidido con determinación acallar a Dios, hasta que nadie hable de él.
Tenemos que decirlo con valentía y claridad, sin miedo: El ser humano, es menos humano cuando expulsa de su vida a Dios, su sello original, su semilla de divinidad. ¡Espíritu Santo, ven y llénanos del sentido profundo, cálido, humanizador, vivificador de Dios!

Pedro Ignacio Fraile Yécora