05 noviembre, 2017

«MASTER EN DISCIPULADO» (Domingo XXXI del Tiempo Ordinario)

Las titulaciones de ‘master’. Hace solo unos pocos años, una década o a lo sumo dos, nadie hablaba de los estudios universitarios que llevaban el título anglosajón de ‘master’. Es más, nos parecía una cursilería propia de unos pocos sabidillos. Hoy, sin embargo, oímos hablar de este título universitario con normalidad. Los estudiantes jóvenes han hecho, o tienen en sus planes inmediatos realizar un ‘master’. Podríamos traducir este término literalmente como ‘maestro’, añadiéndole el sentido de que adquiere una ‘autoridad’ en la materia, de que es un ‘especialista’  de referencia.
                En el judaísmo que vivió Jesús, ya había ‘maestros’ o ‘masters’ en la Ley judía, la Torah. Todos se dirigían a ellos, convencidos de que eran ‘autoridades’ en la interpretación de la Ley. Les escuchaban con admiración y respeto; les obedecían porque la gente sencilla ponía en ellos la respuesta a sus dudas y descansaban.
El evangelio da un vuelco. Jesús conocía bien esta situación. Él desde pequeño había oído hablar de estos ‘maestros de la Ley’ y luego, sin duda, en más de una ocasión los frecuentó y los escuchó. Sin embargo no lo hizo con la sumisión entregada y acrítica de la mayoría de sus compañeros. Jesús no solo no estaba de acuerdo con ellos, sino que se enfrentó a ellos y les denunció. El evangelio de Mateo comienza solemnemente con las palabras de Jesús: «en la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos». Jesús no rechaza la Ley de Dios, sino el abuso y la interpretación que unos pocos hacen de ella. Ellos se consideran «maestros»; Jesús dice, sin embargo, a sus discípulos que no les llamen «maestros», porque uno solo lo es, Dios. Lo mismo dice con el título de «padre»: solo a Dios se le debe llamar «Padre»; lo mismo dice del título de «jefe».
                ¿Acaso Jesús propone una sublevación total de los estamentos sociales? ¿Podríamos pensar que Jesús anuncia un cambio de esquemas políticos? A lo largo de la historia se han intentado distintas lecturas en esta línea: Jesús como revolucionario, como instigador de cambios radicales en la sociedad… La compleja y convulsa vida de la humanidad y de la Iglesia han ido desvelando que se tratan muchas veces de lecturas del evangelio interesadas, que parten de prejuicios ideológicos.
‘Master’ sí, en discipulado. Recuperamos la imagen del título de ‘master’ que tanto juego da, en los albores del siglo XXI, en los países de occidente que sueñan con un futuro prometedor e ilusionante. Siguiendo esta estela, me atrevería a reflexionar y compartir. ¿Jesús nos propone un ‘master’? La respuesta sería, ‘sí’. La propuesta de Jesús sigue siendo paradójica. Se mueve entre el ‘ya’ y el ‘todavía no’; entre las ‘expectativas’ que se crean y la ‘realidad profunda’ que encierra.
                Jesús nos propone que seamos ‘maestros en su seguimiento’; que hagamos el ‘curso del discipulado’; que nuestra ‘especialidad’ sea la de interpretar y seguir las huellas por donde  él transita. La sorpresa será, precisamente, esa: que no llamaremos a nadie «maestro», ni «padre», ni «jefe», porque Dios hará que descubramos que él mismo, Dios, es nuestro maestro; que Dios es «el Padre del cielo»; que las jerarquías entre jefes que mandan y subordinados que obedecen desaparecen ante la nueva realidad: todos somos hermanos en nuestra condición de hijos del Padre de Dios, de hermanos en el hermano mayor que es Jesús.
Un deseo final: que todos hagamos este ‘master de discipulado’ tras las huellas de Jesús.

Pedro Ignacio Fraile