09 enero, 2016

COMO UN PUÑETAZO EN EL OJO

            La portada de la última revista «Charlie Hebdo» con motivo del primer aniversario del atentado de París contra esta publicación es terrible. Una imagen representa la figura de un anciano, con triángulo, cara de cólera, con la túnica ensangrentada y con un «kalasnikov» a la espalda. Se supone que representa a Dios. No es una simple ofensa, es mucho más. Querría detenerme en algunas reflexiones sobre lo que está pasando, a mi juicio, con la fe en Dios, que no es ni tema banal ni a dejar pasar como si nada.
            La imagen de un «dios terrible y cruel», desgraciadamente, ha formado parte de nuestra «mochila cultural». En mi experiencia como profesor de Sagrada Escritura y de «charlista», de forma constante he tenido que responder a la pregunta de si hay que creer en el Dios violento que aparece en el Antiguo Testamento. O, peor aún, de si es el mismo Dios el que se revela en el Antiguo Testamento y en Jesús. Un tema nada baladí, sino muy importante porque afecta a la unidad de la revelación de la Escritura y a nuestra misma fe en Jesús como Dios. A veces, después de haber estado hablado en una conferencia del tema que me habían propuesto durante una hora, alguien me preguntaba sobre el «dios violento» y veía cómo todo mi esfuerzo había resultado casi inútil. En dos o tres minutos de respuesta no podía responder a una idea que el pueblo llano lleva «metida» en su cabeza como un mantra a repetir.
            Es verdad que la catequesis de los últimos decenios ha querido cambiar el rumbo de esta imagen insistiendo en el «Dios Padre», en el «Dios amor», pero ¡queda tanto camino por recorrer y tantas generaciones por cambiar su imagen de Dios! Con un hilo de desilusión me pregunto ¿llegará el día en que no tengamos que explicar que Dios no es vengativo, ni cruel, ni violento, porque los creyentes vivamos con normalidad que es Dios-amor?
            La portada de la revista «Charlie Hebdo» es de todo menos ingenua. Tiene muy mala leche. Como decimos popularmente «tira a dar»; pero «no tira a dar» porque sí, sino que sabe lo que quiere. Apunta al «Dios monoteísta». Todos sabemos que los atacantes fueron unos islamistas radicales unidos al ISIS, pero a ellos les da lo mismo. Para ellos fueron unos «que creían en Dios»; por eso dibujan a un Dios que se parece más a la imagen cristiana del Dios anciano (con triángulo, la Santísima Trinidad, que los musulmanes no admiten), que al Dios-Alá de los musulmanes que no se puede dibujar, ni diseñar, ni mencionar indirectamente con unos trazos. Los enemigos para ellos son todos los que creen en Dios. Repito, no es ninguna tontería.
            No es para tomárselo a broma porque hace tiempo que algunos intelectuales proponen acabar con la fe en un Dios personal y trascendente (el del judaísmo-cristianismo-Islam) porque es violento, porque no se puede conciliar con la libertad humana (pensamiento de la Ilustración) y buscan una espiritualidad sin Dios personal. Ellos saben que el ser humano es «espiritual en sentido amplio», por eso proponen métodos de autoconocimiento, de autoexploración, de concentración, de meditación… pero no religiosos. Para ellos la religión (entendida como «religación» con Dios) es perjudicial, es mala; por eso proponen fórmulas alternativas para que la gente viva tranquila (o eso pretenden), en una «finitud aceptada serenamente» pero sin Dios.
            Otros proponen una vuelta al paganismo; esto es, a las religiones naturales previas al cristianismo, al que consideran como una «religión invasiva importada». Los mitos del mediterráneo son más alegres, más divertidos, no culpabilizan. Las religiones monoteístas (judaísmo-cristianismo-islam) hablan de pecado, de culpa… ¡hay que acabar con ellas y hay que volver a la felicidad precristiana! Repito, no es ninguna tontería. ¿Cuántas propuestas de regreso a cultos ancestrales celtas, íberos o montañeses; o simplemente cultos al fuego, a los árboles y plantas conocéis que se van abriendo de nuevo camino entre nosotros? La pregunta es ¿tanto esfuerzo de evangelización para volver a una cultura pagana sin Dios?
            Hace muchos años, más de veinte, escuché al entonces obispo de Sigüenza-Guadalajara, don José Sánchez, que había sido durante muchos años capellán de emigrantes españoles en Alemania. Le preguntaron sobre los musulmanes; él respondió que los «adversarios de los cristianos, no eran los musulmanes, sino los ateos». Ahora lo entiendo. Yo me entiendo mejor con un musulmán que reza a Dios/Alá, que con los dibujantes de «Charlie Hebdo» que lo dibujan con un kalasnikov.
            El tema es muy complejo. Mucho más de los que podemos pensar y escribir en pocas líneas. Entre otras cosas porque los cristianos de Siria e Irak tienen el riesgo real de desaparecer del todo, como ya pasó en Turquía y en el norte de África, por avance del Islam. O sea, que no es para decir simplicidades. A modo de ejemplo. De las cinco sedes patriarcales que dan origen a la Iglesia, cuatro han desaparecido por completo: no tienen presencia cristiana. Las enumero: Sede de Jerusalén (mayoría musulmana); Sede de Antioquía en Siria (cristianismo a extinguir); Sede de Alejandría en Egipto (cristianismo a extinguir); Sede de Constantinopla (hoy Estambul, en Turquía, cristianismo extinguido). Solo queda de la «pentarquía inicial» la sede patriarcal de Roma con una mayoría cristiana. Esto es así, guste o no.
            En nuestra querida España, o lo que va quedando de ella, la religión cristiana va en franco retroceso. El análisis sería muy complejo. Por una parte una evangelización muy deficiente en amplias zonas (se bautizaban a los nacidos, pero no se catequizaba); por otra parte un «rebote» de amplias capas de la población de hace cuatro o cinco décadas a una religión nacional-católica impuesta y unida al franquismo; hoy en día destacamos un entreguismo generalizado a la cultura dominante, evitando así la sorna de algunos «modernos», donde «ser católico» es en importantes foros y reuniones motivo de risa, incluso de desprecio no disimulado: «¿aún sigues yendo a misa?». No podemos dejar a un lado la confusión de la «tradición» con lo «casposo»: la fe cristiana bebe de la tradición (¡dos mil años de cristianismo!), pero no por ello es ni retrógrada ni casposa. Tampoco podemos dejar a un lado el intento de muchos grupos variopintos de derechas y de izquierdas (sí, he dicho bien, de derechas que dicen que la religión es algo privado, y de izquierdas que la quieren echar del ámbito público a cualquier costa) de eliminar cualquier tipo de expresión religiosa pública o de su enseñanza.
            Preguntas: ¿serán nuestros hijos más humanos y mejores ciudadanos si hundimos para siempre en el baúl de los recuerdos la religión? ¿Podremos explicar la historia de la humanidad sin referencia a la religión? ¿Sabremos dar un sentido pleno a la vida, o presentar de forma coherente y creíble motivos para vivir en medio de contradicciones y culpas sin la religión? ¿No mutilamos a la persona quitándole conscientemente de una parte muy importante de él (un brazo, una pierna, no sé…) cuando le quitamos conscientemente la religión?
            El Papa ha convocado un año jubilar de la Misericordia, cuyo título es precisamente «Misericordiosos como el Padre». Pues bien, ese «padre» no es nuestro progenitor de carne y hueso, sino Dios. El papa nos dice que Dios es misericordioso. ¿Los dibujantes de «Charlie Hebdo» conocen este mensaje del papa? ¿Lo conocen y se mofan de él? ¿Siguen con su campaña de acoso y derribo contra Dios?
            Hace años oí también una frase inteligente con la que me quedé: «Dios no necesita que le defiendan». Es verdad. Dios, porque es Dios y no hombre como nosotros, no necesita defensores, en muchos casos torpe como el que escribe. Pero los hombres tenemos derecho a que otros hombres nos «respeten» porque nosotros seamos creyentes. ¿O no? ¿O solo se puede respetar a unos sí –los que se ríen de Dios en nombre de la libertad de expresión- pero  no son dignos de respeto los que afirman/afirmamos que creemos en un Dios Padre de Misericordia?


Pedro Ignacio Fraile   - Sábado 9 de enero de 2016