Estamos de nuevo
sobrecogidos, al menos algunos, por los cuatrrocientos (¡400!) inmigrantes que
han desaparecido en las aguas del Mediterráneo en su intento de llegar a
Europa.
Los asesinos salvajes del
ISIS, entre otras decisiones inhumanas, han puesto de nuevo en el mercado a
mujeres, jóvenes y niñas, para ser vendidas como esclavas.
Ayer mataron, quemándolo
vivo, a un joven de quince años en Pakistán porque declaró que era cristiano y
no quiso apostatar de su fe.
Hoy mismo, en España, un
hombre se parapeta en su casa después de disparar contra el compañero de su
hija.
¿Qué tienen todas estas constataciones de la realidad
cotidiana? Que todas hablan de personas y de muerte o de vida. Por eso la
pregunta es pertinente ¿cuánto vale una persona?
Vayamos por partes. En el caso de los emigrantes
muy poco; casi nada. Los comentarios que oímos todos (no se me hagan ustedes
los ‘castos’) es ¿por qué vienen? ¿por qué no se quedan en sus países? El
Obispo de Tarazona, Don Eusebio, este Domingo de Ramos hizo una reflexión
oportuna y certera: «exigimos el estado de bienestar para nosotros, y nos
despreocupamos del estado de malestar para millones de personas; personas que
nacen y, sin haber comido, a los pocos años, sin ayuda de nadie, mueren..’ ¿Eso
es lo que queremos? ¿Dónde está escrito que haya personas que tengan derecho a
un «estado de bienestar» y que otras tengan que morir pronto y en condiciones
terribles porque han nacido en África o en América Latina, en medio de la
pobreza? En el Génesis Dios entrega a Adán (el Ser humano) la tierra; pero Adán
es toda la humanidad, no solo el Occidente bien comido, bien dormido y bien «festejado»
que se queja de que su bienestar no aumenta o se puede perder por culpa de unos
que llegan a desestabilizar y a pedir su derecho a vivir.
En el caso del ISIS, que no de los musulmanes, ¡no
hay que confundir tirios con troyanos!, el ser humano no vale nada. Nada es
nada. Después de miles de años de humanización, lenta, dura, progresiva… todo
se queda en nada. El cristianismo dio la puntilla a la esclavitud; es verdad
que pasaron siglos hasta que desapareciera del todo (no olvidemos que en Estados
Unidos, en plena guerra de la Independencia, luchaban los «abolicionistas»
contra los que la querían mantener, entre otras cosas, claro), ¿os acordáis de
las batalla de «Federales» contra «Confederados»? ¿Recordáis la «Cabaña del Tío
Tom»? San Pablo dice en su carta a los Gálatas: «Ya no hay judío ni griego; no
hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en
Cristo Jesús» (Gál 3,28). Esta es una declaración revolucionaria. En Cristo
Jesús el ser humano vale por lo que es, persona, hijo de Dios. En el relato
bíblico de la creación, Dios hace «libre» al ser humano. ¿Quién puede contradecir
la voluntad del mismo Dios?
En Pakistán unos asesinos queman vivo a un niño de
quince años porque no quiere renunciar a ser cristiano. El cainismo no se va de
la condición humana, sino que una y otra vez vuelve. También en el Génesis Dios
pregunta a Caín: ¿Dónde está tu hermano? Caín, que tenía culpa pero no quería
reconocerla le responde con otra pregunta ¿Acaso soy yo el guardián de mi
hermano? Dicho de otro modo, no nos importa la sangre de los inocentes.
Por último, aunque podríamos seguir mucho más, el
caso del anciano de 70 años que dispara con su escopeta contra la pareja de su
hija, tiene varias lecturas. Una es que no terminamos de dejar atrás la «España
profunda» con sus atavismos y herencias vengativas. Otra es ¿acaso no es lo que
vemos todos los días, en todas las cadenas de televisión, en todas las series y
películas? ¿Nos escandaliza que un hombre haga lo que aplaudimos en la
Televisión? ¿O acaso debemos aceptar que vivimos en una esquizofrenia
permanente en la que aprobamos los argumentos que nos quedan lejos pero
reprobamos y nos escandalizamos cuando los vemos en casa? De todas formas,
volvemos a la pregunta Estamos en el siglo XXI, hemos pasado las atrocidades sin nombre del siglo XX No aprendemos ¿Cuánto vale la vida de una persona?
Pedro Ignacio Fraile
16 de Abril de 2015