16 marzo, 2016

CRISIS DE REFUGIADOS: LA ZORRA GUARDA LA GALLINA


         En esta crisis de refugiados, a la que estamos asistiendo entre cabreados, impotentes, indignados y sobresaltados, vemos cómo Europa entrega por dinero a miles de personas a sus enemigos naturales: los turcos.
            La política es de todo menos ingenua. Los que se dedican a la política, arte necesaria, saben que siempre hay un pasado que recordar y que tener en cuenta. Nadie comienza de cero. Los políticos españoles no empiezan de cero (si así fuera, no estarían recordando ni la guerra civil, ni la dictadura de Franco, ni la Transición). Tampoco los políticos internacionales del próximo oriente negocian partiendo de cero. Recuerdan la cercana guerra del Golfo, las intervenciones soviéticas, la no menos cercana segunda guerra mundial, y por supuesto, la primera guerra mundial, porque de aquellos barros vienen estos lodos. La crisis de la primera guerra mundial no se cerró: el imperio turco fue derrotado y dividido en pedazos, como se parte una tarta de cumpleaños, pero no desapareció: quedó Turquía. Hubo miles de afrentas y humillaciones por parte de los vencedores, y  los turcos no se olvidan.

            La frontera sur de Turquía nunca ha sido zona clara, como tampoco lo han sido sus fronteras orientales: los kurdos se mueven en tierra de nadie entre Irak y Turquía. Los armenios siguen reivindicando el monte Ararat, símbolo irrenunciable de su país, que hoy está en Turquía. ¿Y la frontera con Siria? Zona permanente de conflictos. Uno de los más llamativos es la ciudad de Antioquía de Siria, lugar de nacimiento de la comunidad cristiana desde donde Pablo inició su evangelización, que siempre había sido de Siria pero fue conquistada por Turquía.
            Si echamos la vista atrás, buscando explicaciones, vemos una diferencia fundamental: los sirios son los descendientes de las culturas locales: los arameos, los cananeos, los seléucidas, los bizantinos etc. Son los habitantes naturales de esas tierras y culturas. Son los hijos de «Abrahán, Isaac y Jacob», que de aquellas tierras se desplazaron hacia el sur, hacia la franja costera entre el mediterráneo y el Jordán que hoy ocupan palestinos e israelitas.
            Los turcos, por su parte, son los descendientes de las invasiones de los habitantes del Asia central, que en sucesivas oleadas fueron ocupando desde el siglo XI el imperio bizantino, hasta que lo dominaron. No fueron siempre las mismas tribus turcas. Primero fueron las tribus selyúcidas, en el siglo XI; más tarde vinieron las tribus otomanas, que alcanzaron su máximo poder y extensión con Solimán el magnífico, en el siglo XVI. Tribus asiáticas que se instalaron en la antigua Anatolia. Tribus de ancestrales religiones chamánicas, que se hicieron musulmanas.
            Los turcos en el norte y los sirios en el sur. Comparten la fe musulmana, pero nada más. Ni la misma lengua (turco para unos y árabe para otros); ni la misma cultura (asiática para unos y mediterránea para otros); ni los mismos orígenes (las estepas de Asia central para unos, y los ríos de la Mesopotamia para otros). La cultura occidental proviene en buena parte de Siria (las bibliotecas de Ebla, Ugarit, Mari etc.) son fuente de las lenguas semíticas. La cultura turca es ajena a nosotros. Curiosamente la cultura occidental está mucho más cercana a la siria (es mediterránea) que la turca (de origen asiático).  Algunos matizarán: las dos son del Oriente. Sí, pero no. Siria, como Palestina, como Israel, pertenecen al Próximo Oriente; mientras que la cultura turca tiene su origen en el Medio Oriente. Parece una distinción ridícula, pero estudiando lenguas y culturas, nos damos cuenta de que no lo es.
            Volviendo a la crisis de los refugiados. Los sirios quieren venir a Europa por muchas razones. Una de ellas, no menor, es porque se miran en nosotros y se reconocen en nosotros. Para ello tienen que cruzar por Turquía. ¿Qué ha hecho Europa? Quitarse el problema y dárselos a los turcos, sus enemigos naturales y ancestrales, a cambio de dinero. Europa paga y Turquía es la zorra que cuida las gallinas.

Pedro Ignacio Fraile Yécora
Marzo de 2016