07 septiembre, 2015

LA HISTORIA INTERMINABLE DE UNA HUMANIDAD VIOLENTA



            Llevo muchos días pensando que tengo que escribir algo a raíz de los acontecimientos últimos sobre los miles de desplazados que piden entrar en Europa. El tema es no solo muy duro, sino muy difícil. Es una roca con muchas aristas afiladas y se puede caer con facilidad en la demagogia, en la insensibilidad, en el pragmatismo, o en la inhumanidad.

            Está en primer lugar la arista de la hipocresía. La guerra de Siria, que es uno de los focos de donde provienen estos refugiados, aunque no es el único, ¡ha cumplido cinco años! El mundo entero, en sus políticos, lleva cinco años mirando a otra parte. Ahora se escandaliza de que hayan salido entre tres y cuatro millones de refugiados del país. No dirán que no lo sabían o que no lo esperaban.
        


 Está la arista de la información. La información, se sabe, es un arma muy potente que se puede usar marcando los tiempos. Hace un año ya empezaron a llegar escenas terribles de los crímenes abominables y demoníacos del así llamado «Estado Islámico», ISIS o DAESH. Las fotos de niños cristianos crucificados llegaban a cuentagotas; de niñas violadas aparecían y desaparecían inmediatamente de los informativos. Después de un año, por fin, la imagen de un niño de tres años ahogado en una playa ha servido para que todos los periódicos, y todas las televisiones del mundo dijeran: ¡Hay que hacer algo! ¿Por qué no reaccionaron ante los niños torturados hace ya un año? ¿Quién ocultó esas fotos?
           
          Está la arista de los intereses políticos. La zona en cuestión es un auténtico polvorín. Es muy difícil explicar los juegos de interés que hay allí: en la zona disputada hay petróleo, ahora controlado por el ISIS; Turquía, que es musulmana, ha hecho siempre de «policía» de occidente en la zona, pues pertenece a la OTAN, pero es enemiga de los kurdos, que son un pueblo sin territorio. Los americanos, ingleses y franceses, meten la mano en el avispero, lo revuelven y se van corriendo. ¿Qué quieren, qué buscan?

              Está la arista de la historia. No podemos olvidar que estos países son de creación muy reciente. Algunos aún no han cumplido un siglo de existencia. Al derrumbarse y desaparecer el Imperio Otomano tras la primera guerra mundial, los vencedores, los franceses e ingleses, se repartieron el territorio vencido e inventaron fronteras y países que nunca antes habían existido: Irak, Jordania… Existían los montes, los pueblos, los valles…. Las tribus y las familias pasaban de un sitio a otro sin problemas… hasta que les dijeron que habían nacido unos «estados». Naciones sin estado y estados con varias naciones. Familias en dos países distintos.

            Está la arista de la religión. Nos quieren hacer creer que esos países son musulmanes en su origen y en su historia. No es verdad. El Islam nace en el año 622 después de Cristo, mientras que las iglesias cristianas se remontan al siglo segundo después de Cristo. La presencia cristiana en aquellas tierras, muy rica por cierto, es cuatro siglos anterior a la aparición del Islam. Parece que esto no interesa a nadie. Recordemos que la palabra «cristiano» nace en Antioquía de Siria, el primer lugar donde se da este nombre a los «discípulos del Nazareno» (Hch 11,26).


            Está la arista del mundo árabe del Golfo. Hoy he visto en una televisión pública, aunque de forma muy tímida, que los refugiados de esta «crisis» buscan los países occidentales, mientras que los supermillonarios países petrolíferos del golfo, con los que comparten la misma lengua (el árabe) y en muchos casos la religión (el Islam) no acogen a refugiados. Las cifras son: Turquía, Líbano y Jordania, unos tres millones de refugiados; a Occidente se le pide que acoja a 200.000… y los países del Golfo, los que participan en los equipos de fútbol europeos, los que compran acciones de grandes empresas españolas, los que tienen griferías de oro en los hoteles, entre todos no llegan a dos mil refugiados.

            Está la arista de las políticas de la Unión Europea. Es interesante ver cómo reaccionan unos y otros países. Por cierto, los refugiados quieren ir todos a Alemania, no quieren venir ni a Italia, ni a Portugal ni a España. ¿Han leído lo que piensa hacer Inglaterra, la misma que ha provocado en buena parte el conflicto? ¿Dónde está Estados Unidos de América, que metió la mano para mover un avispero que estaba apaciguado; eso sí, la paz de los dictadores?
            
Está la arista del modelo mundial. ¿Qué mundo queremos? ¿Queremos un modelo único para todo el mundo? ¿Tienen que seguir los pueblos semitas, cuya organización está basada en las familias y en los clanes, a día de hoy, los mismos esquemas de organización que los pueblos occidentales: una persona, un voto? Parte del conflicto está en que se quiere imponer a pueblos que durante siglos se han gobernado con criterios propios, el modelo único de occidente. ¿Es mejor nuestro sistema que el suyo? Parece que no funciona. Al menos eso dan a entender los resultados tras varios años de la cacareada «primavera árabe».

            Está la arista de los delincuentes y traficantes. Para que esas familias crucen desde Siria hasta la costa oeste de Turquía, se tienen que poner en manos de traficantes humanos. Pagan cantidades enormes de dinero para que les crucen de lado a lado de Turquía de la forma más invisible posible a las autoridades. ¿Nos tenemos que creer que las autoridades turcas no lo saben o que no se enteran? Tráfico de personas, de niños y familias enteras, a comienzos del siglo XXI. Más aún; la guerra no existiría si no hubiese armas: ¿quién y dónde se fabrican las armas? ¿Quién las vende y trafica con ellas? ¿Quién la distribuye sin que aparentemente se vea? ¿De dónde sale el dinero para pagar tantos millones en comprar armas?

            Está la arista de las soluciones. ¿Cuál es la solución? Evidentemente que la primera es darles refugio, pero… ¿y la guerra? Más aún, no solo la guerra de Siria, sino la de Irak, y la de Afganistán, y la de Somalia… Los que allí se han quedado gritan: ¡no queremos irnos de nuestro país, lo que queremos es que acabe la guerra!


            Está la arista de la islamización. En este complejo y enrevesado mundo moderno, que dicen que debe ser «laico», hay que interpretar o hay que leer entre líneas que debe ser «laico frente a los cristianos», pero no «laico frente al Islam». Es políticamente incorrecto, pero hay que decirlo. Europa le está permitiendo al Islam lo que no le permite a ninguna iglesia cristiana. Sin ir más lejos: algunos refugiados se niegan a aceptar comida que reparta la «Cruz roja». Esto es así. Algunos Centro de Inteligencia de los gobiernos han dado la voz de alarma: ¿cuántos yihadistas pueden entrar en Europa bajo el paraguas de los refugiados? ¿Los estados tienen que dejar a todos o tienen que guardarse las espaldas? Solidarios y justos sí, pero no ingenuos

            Como personas y como cristianos tenemos que tener el corazón y las casas abiertas. Pero que no nos impidan reflexionar y que no nos digan lo que tenemos que pensar.

Pedro Fraile
7 de Septiembre de 2015