19 junio, 2013

JESÚS, LOS HIPÓCRITAS, Y SÉFORIS


 
               Son tres palabras que aparentemente no tienen relación, como si dijéramos ‘Isabel, la alegría y Zaragoza’. Sin embargo podemos adivinar un lazo común que las une. El evangelio de hoy es de san Mateo; por tres veces Jesús advierte contra los ‘hipócritas’. Los avezados estudiantes pronto se preguntan: ‘¿Jesús, que hablaba arameo, pronunció esta palabra que es griega? Una pregunta bien hecha. Además, nuestro avezado estudiante nos advierte: ‘la  palabra hipócrita en la época antigua no servía para insultar o para definir un comportamiento humano, sino que designaba a los actores de teatro’. Esta segunda afirmación también es correcta. En efecto, los actores de la antigüedad podían representar distintos papeles en una misma obra (bien hombre respetuoso, honrado y noble, bien un pérfido asesino). Sólo tenía que cambiarse de ‘máscara’. De ahí, del uso de las máscaras en los teatros, se pasó a designar a la persona que podía cambiar de comportamiento y actitud ante los demás sólo cambiándose la máscara. Eso es un hipócrita; alguien de quien nunca sabes qué máscara lleva puesta.

               Admitiendo todo lo anterior podemos preguntarnos de nuevo si Jesús conocía esta palabra en el contexto de su uso originario y habitual (actor de teatro), y además si la pudo decir él. Dos nuevas vías en nuestra investigación se abren; ambas tienen que ver con la ciudad de Séforis, a sólo cinco kilómetros monte a través desde Nazaret. Sabemos por la arqueología que en la juventud de Jesús el rey Herodes Antipas mandó reconstruir la ciudad de Séforis que previamente había sido arrasada por los generales romanos en una de sus campañas de castigo contra los rebeldes judíos. Algunos autores proponen (nunca se sabrá a ciencia cierta), que Jesús pudo ir a trabajar como jornalero en la reconstrucción de Séforis con José y con otros hombres de Nazaret. Ni decimos que sí, ni decimos que no; puede ser. Queda por resolver el enigma de los actores de teatro. Cuando hoy vamos a Séforis, podemos encontrar los restos de un teatro grecorromano en la ladera de la ciudad. Los arqueólogos tienen que decirnos con precisión de qué época es, pues Séforis como todas las ciudades conoció distintos momentos en su no muy dilatada vida. Concluyendo: si en Séforis encontramos hoy un teatro grecorromano, es indicio de que pudo haber un teatro en la época de Jesús; si Jesús llegó a trabajar como jornalero en la reconstrucción de la ciudad pudo conocer la existencia de aquellos hombres que se ponían máscaras para actuar y que se conocía como ‘hipócritas’. Es plausible, por tanto, que el uso de esta palabra griega, ‘hipócrita’, se pueda remitir a Jesús mismo. No sería una idea descabellada.

               Pasemos de la arqueología al evangelio vivo. Jesús advierte contra aquellas personas de las que no te puedes fiar porque llevan siempre máscara, careta, y no sabes ni qué piensan ni quiénes son en verdad. Jesús arremete contra los que falsean los tres pilares de una vida piadosa en la concepción judía: la oración, la limosna y el ayuno. Los tres, bien entendidos, son signos de una libertad interior. El hombre libre reza ante Dios, que es su origen, su sustento y su meta; el hombre libre comparte de forma espontánea con los necesitados, porque la única riqueza absoluta es Dios; el hombre libre ayuna para decir que no adora a nada ni a nadie (cuerpo, placeres, objetos) fuera de Dios. No adoréis a nadie más que a él.

               Las personas que nos quieren engañar esconden tras la máscara una vida que no es la suya y que muchas veces está totalmente vacía. Las personas libres no necesitan máscaras, sino que van con la libertad y la verdad por delante, con transparencia, como nos enseña Jesús. Somos discípulos de Jesús, de Nazaret, y no somos aprendices de actores de teatro griegos. ¿Llevamos caretas? Seguro que alguna vez nos la hemos puesto. Pues tenemos una tarea: ir poco a poco quitándonoslas para ser personas libres como nos enseña Jesús.

 

Pedro Ignacio Fraile Yécora, 19 de Junio de 2013

 
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