13 marzo, 2016

YO TAMPOCO TE CONDENO

La muerte por lapidación se encuentra en la Biblia como castigo a pecados muy graves; entre ellos el adulterio. Es una ley tribal que se pierde en la memoria de los tiempos. Los que así hacen dicen que quieren cumplir la Ley de Moisés. ¡Manipulan a Dios para sus intereses!

Hoy en día se sigue argumentando, incluso ejecutando a mujeres, de forma semejante. Se sigue haciendo en nombre de Dios. Hoy en día se sigue usando a Dios para atacar a los más débiles. ¿Hay mayor blasfemia?


Si Dios no es el enemigo del ser humano, sino su máximo valedor, ¿cómo argumentar con preguntas falsamente religiosas para matar a una persona? La vida de todos es "sagrada". No hay nada que justifique la muerte de nadie.



Jesús no entra a discutir la norma sagrada con sus contrincantes, sino que pone a la persona por encima de la Ley de Moisés. 
Jesús no cae en la trampa que le tienden, sino que revela a Dios que es misericordia. Tampoco justifica el comportamiento de la mujer: no la condena, y le pide que "no vuelva a pecar".


Quinto domingo de Cuaresma

Pedro Ignacio Fraile Yécora