Otros son poemas que publico en mis colaboraciones con tres hojas pensadas para la predicación y las celebraciones dominicales: Hoja Eucaristía, Dabar y Homilética.
Otros, por fin, son poemas que no he publicado en ningún sitio, pero que quiero compartir.
Los podéis usar siempre que sea para bien, y un ruego, que pongáis mi nombre, para evitar confusiones innecesarias.
«RASTRO, ROSTRO, RETO, RESTO»
«Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde,
que confiará en el nombre del Señor.
El RESTO de Israel no cometerá maldades,
ni dirá mentiras’. (Sof 2;3)
Seguimos el
«rastro» de las pistas
que nos indican
una metaaunque a veces preguntamos: ¿hacia dónde?
Ponemos «rostro» a las personas,
queremos ver el «rostro» de Dios.
La vida se nos despierta cada mañana
qué decir, qué decisiones tomar.
El «resto» parece indicar lo sobrante,
(…)
Dios habla y dice:
Os dejo un «rastro» a seguir,
si queréis ver mi «rostro»,
si no os dan miedo los «retos»:
Yo os hablo en los pequeños,
me digo en los que creen,
me doy en los que esperan y aman,
me revelo no en los «imprescindibles»,
sino en el «resto».
Pedro Fraile
Octubre 2013
«UN CORAZÓN SENCILLO»
"Te conocía sólo de
oídas,
ahora te han visto mis
ojos" (Job 42,5).
Señor, tú me sondeas y me
conoces.
Conoces mis ilusiones
y sabes de mis
preocupaciones.
A veces quiero escaparme
de tu presencia,
Gritar que no te conozco.
Pero ¿cómo cerrarme a ti,
que me has dado la vida?
¿cómo gritar que no te
conozco,
cuando sé que estás
presente?
Dame un corazón sencillo
que pueda descubrirte,
Un espíritu alegre que
pueda bendecirte,
Un alma agradecida que
sepa reconocerte.
Que descubra la Sabiduría
que procede de Ti,
que Jesucristo sea luz en
mis decisiones,
claridad en mis noches,
sosiego en mi desazón.
Señor, tú me sondeas y me
conoces.
«GRABADO EN LAS PALMAS DE LAS
MANOS»
Texto: Is 49,7-16
Mi oración es pobre,
Señor,
y repito ante ti mis
quejas:
El consumismo me tiene
atrapado,
el rencor reaparece como
un fantasma,
la comodidad me hace
insensible,
la superficialidad agosta
mi vida.
¿Cómo cambiar mi corazón
si no tengo tu gracia?
¿Cómo aceptar tu perdón
si me cuesta perdonar?
¿Cómo pensar en los demás
si el centro lo ocupo
solo yo?
Pero tú me repites al
oído, despacito,
como el susurro de una
madre:
«No temas, no estás abandonado:
te llevo grabado en las palmas de mis manos».
Pedro Fraile
«SEÑOR,
DINOS QUE PODEMOS»
Ez 37,1-14
Dios, Padre bueno,
Fuente de todo consuelo y misericordia.
Reconocemos que estamos cansados,
Que nos falta el aliento para seguir en la
brecha,
Que se nos apodera el peso de la rutina.
Míranos con cariño y danos tu abrazo
reconfortante.
Dinos al oído que estás con nosotros,
Que es posible hacer un mundo conforme a tu
voluntad,
Que podemos seguir creyendo en el hombre
Que la violencia no tiene la última
palabra.
Dios, Padre bueno, danos la fuerza de tus
profetas,
Dinos la palabra exacta para que sepamos
ser
Portadores de esperanza,
Recreadores de la historia,
Obreros entusiasmados de tu Reino. Amén.
«DANOS UN CORAZÓN DE CARNE»
Buen Dios, Señor de la historia,
Presente y horizonte de la humanidad
Enséñanos a leer tu palabra
como lo es en verdad,
«buena noticia»
que se dice «para
nosotros»
y que se dice « hoy».
Danos un corazón
humano,
que sepa amar y soñar,
que te busque y no te esquive
que se admire y sepa llorar.
Danos un corazón humanado,
que sepa orar a carne viva,
que se estremezca con tus palabras
y que las haga vida de vida.
No permitas que cerremos
los oídos a tu mensaje,
los puños a tu mano extendida,
el corazón a tu voluntad.
Buen Dios, Señor de la historia
Presente y horizonte de la humanidad
«ESCUCHA AMOROSA»
Dios, Padre bueno,
que has querido mostrarnos
tus entrañas de misericordia,
tus designios de salvación
para toda la humanidad.
Haz que escuchemos tu palabra
con el espíritu de los niños.
Sorprendidos, boquiabiertos,
como si fuera la primera vez.
Limpios de prejuicios,
que resuene tu voz y no la nuestra.
Dóciles y obedientes
para que ella nos transforme.
Concédenos tener hambre de tu palabra
Que la deseemos y la añoremos.
Que la pidamos como los pobres
Y la esperemos como las madres.
Danos la alegría de escucharla
y repetirla, y rumiarla,
con el amor de los hijos.
Que tu palabra, Señor,
nos haga discípulos de tu Hijo Jesucristo
y sigamos de cerca sus huellas. Amén.
«DESEOS
DEL CORAZÓN»
Háblame, Señor, y entra en mi vida.
Hazme, Señor, pobre de espíritu.
Hiéreme, Señor, en mis entrañas.
Grita a mi oído cuando te evite.
Abre mis ojos cuando me ciegue.
Sostenme cuando tropiece.
Si tú me buscas, que no te rehúya,
si tú te me cruzas, que no te aparte,
si tú me ardes, que no te apague.
Ojalá fuera oyente de tu palabra,
ojalá aprendiera en la escuela de tu Hijo,
ojalá te buscara en el corazón de mis hermanos.
Tu voz resuena en mi vida,
mi historia bien la conoces,
¡Dame la dicha de los hijos!
«UNA ALIANZA ESCRITA EN EL
CORAZÓN»
Un gesto de complicidad,
cuando los dos rivales se estrechan la mano
y prometen que no van a ser beligerantes.
Un gesto de paz,
cuando dos enemigos se abrazan
y sellan el deseo de las buenas intenciones.
Un gesto de amor,
cuando el esposo pone el anillo a la esposa
proclamando que se pertenecen y se quieren.
Un gesto de confianza en el hombre
cuando en tu Misericordia te abajas, Señor,
para estrecharnos, abrazarnos,
decirnos que nos pertenecemos:
¡Somos tu pueblo y Tú eres nuestro Dios!
Ayúdanos a comprender, Señor,
que la Alianza iniciada en el Sinaí
ha llegado a su plenitud
en la vida entregada de Jesús.
Que podamos gritar con la cabeza erguida
¡Somos tu pueblo y Tú eres nuestro Dios!
«EL DON DE LA FE»
Gracias, Señor por el don de la fe.
Es don porque la iniciativa ha sido tuya.
Tú me has llamado desde el seno de mi madre,
Tú me has acompañado,
me has corregido y me has acariciado.
Me siento un privilegiado, un elegido.
Pero, a la vez, Señor, reconozco
que tengo la tentación de creerme único,
como si tu amor sólo fuera para mí y los míos.
Tengo la tentación de sentirme con los derechos en exclusiva,
Negándoselos a los demás.
Tengo la tentación de identificar ‘don’ con ‘inmunidad’,
Como si tuviera una ‘carta blanca’ para hacer lo que quiera.
Concédeme un corazón grande y generoso
Que acoja a los hermanos como hijos tuyos,
Y herederos de tu amor universal.
No permitas que caiga en la trampa mortal
De las ‘falsas seguridades’ que abochornan al hombre
y le incapacitan para acoger tu reino. Amén
«EL ÁRBOL DE LA VIDA»
La Tierra Prometida
está siempre detrás de aquella colina.
El guía nos dice, ‘un poco más’,
y nosotros sólo podemos musitar: ‘ya no puedo más’.
Con voz débil le decimos:
¿Dónde estás, Señor, en este desierto?
¿Vas a dejar que tu pueblo muera renegando?
¿No vas a intervenir?
Si murmuramos, no te extrañes.
¿Vas a castigarnos porque recordamos otros tiempos
cuando éramos insultantemente felices?
La distancia es demasiado grande
entre nuestra condición rota y tu Señorío.
No nos dejes; no renuncies a tu obra;
somos tuyos; tú nos llamaste a la vida;
tú nos regalaste el don de la fe».
Y entonces, como en una visión,
aparece la cruz del Hijo, y una voz que dice:
«En este árbol está la Vida».
Pedro
Fraile
«NO PUEDO REZAR»
(Salmo 42)
No puedo rezar cuando te
me escondes.
No puedo rezar cuando te
me ocultas.
No puedo rezar cuando te
me silencias.
No puedo rezar cuando te
me apartas.
No puedo rezar si antes
no me paro
a hacer silencio, a parar
las prisas.
No puedo rezar si te cojo
y te dejo,
como un diosecillo de
baratijas.
No puedo rezar cuando me
burlo del pobre.
No puedo rezar cuando uso
al hombre.
No puedo rezar cuando me
molesta tu presencia.
No puedo rezar cuando
escupo a la cara.
No puedo rezar, pero
quiero
que mi oración no sea
falsa,
para acallar conciencias
ni para jugar a tus
espaldas.
Concédeme, Señor, el don
de la oración
en intimidad, en
constancia,
en ternura y en amargura,
en gozo y en esperanza.
Pedro Fraile
«TÚ
ERES MI DIOS, DIOS DEL AMOR»
1Jn 4,7-21
Cuando calculas los
beneficios de tu generosidad,
cuando recueces el corazón en
venganza,
cuando maldices todo lo que
te rodea,
no busques allí el rostro de
Dios.
Cuando pisas al que está por
debajo,
cuando te ríes del que no tiene
nada que ofrecer,
cuando destierras de tu vida
la sonrisa,
mejor que no pronuncies el
nombre de Dios.
Cuando haces bromas con los
defectos ajenos,
Cuando justificas tu
comodidad y egoísmo,
Cuando quieres reducir a Dios
a un teorema,
no ensucies el nombre de Dios
Dios es amor y Dios se hace
amor.
Dios ama y perdona, sonríe y
es gratis,
busca y abraza, bendice y
acoge.
Dios lo hace todo nuevo,
El cielo y la tierra,
Los días y las horas,
también el corazón.
¡Concédeme Señor comprender
que tú eres mi Dios: el Dios
del Amor!
Pedro Fraile
«¿QUIÉN ERES JESÚS?»
Me vuelve la pregunta una
y otra vez.
Parece como si no
sirviera la respuesta
que di hace años, siendo
aún un niño.
Se queda insuficiente,
porque la vida cambia
y la fe pide una nueva
luz.
¿Un rebelde con mala
suerte,
cuya fama
–inexplicablemente- perdura?
¿Un hombre misterioso,
prisionero de distintos
credos?
¿Un profeta de tiempos
que nunca llegan?
No sirven las respuestas
de otros.
Tampoco basta con repetir
frases hechas.
Menos aún soporto a
quienes te quieren usar,
para sus fines no siempre
claros.
¿Por qué mi corazón desea
conocerte?
¿Por qué mi mente busca
tu verdad?
¿Por qué te rezo y quiero
seguirte?
Déjame, como Pedro,
mirarte a los ojos
y decir con voz queda
pero segura:
‘Tú eres el Mesías’ ‘Tú
eres mi Señor’
‘En ti pongo mi esperanza’ ‘Tú eres el Hijo de Dios’
«JESÚS, CAMINO, VERDAD Y VIDA»
Revelar es quitar el velo.
Rebelarse es sublevarse.
Desvelar es ver sin velos.
Rebelión es oposición.
Juan nos desvela el misterio de
Jesús.
«¿Quién eres, maestro? »
«¿Dónde vives? »
Juan nos invita a la rebelión:
«¡Sois hijos de la Verdad,
no consintáis con la mentira!»
Juan nos desvela la Luz,
para que nos rebelemos contra
las tinieblas.
Cuando las sendas se desdibujan,
las verdades se difuminan,
y lo vital se delimita,
haz Señor que proclame con Juan,
que desvela y se rebela:
‘Tú eres mi Camino ,
Tú eres mi Verdad,
Tú eres mi Vida’
Pedro Fraile
«¿SERVIR O TREPAR?»
Señor Jesús,
leo en tu evangelio una
invitación a servir,
y me empeño en ‘buscar
enchufes’.
Critico, como todos, a los hijos
del Zebedeo,
y sueño con ‘trepar’ en los
puestos sociales.
Me alegro cuando denuncias, sin
medias tintas,
las formas de gobierno de los
poderosos,
pero yo las uso con mis hermanos
y vecinos.
Señor Jesús, sana mi corazón,
ponme frente a mis falsedades,
muéstrame mis contradicciones,
purifica mis deseos nunca
confesados.
Señor Jesús, que la buena
noticia de tu evangelio
se identifique con el ‘servicio humilde y alegre’
¡nunca con la fuerza ni la
imposición!
Pedro Fraile
«OTRA VIDA ES
POSIBLE
«No se puede cambiar a según qué edad»,
Me decías convencido.
Leímos juntos el texto de Nicodemo,
Y tu corazón cambió:
¿Qué es nacer de nuevo?
¿Quién puede hacer ese
milagro en mí?
¿No estoy condenado por mi vida pasada?
¿No estoy determinado por fuerzas extrañas?
Después de leer, oramos,
Con palabras nuevas dijimos:
Señor Jesús,
No permitas que me acostumbre a la rutina,
Que me cierre a lo nuevo,
Que encarcele mi corazón.
¡Dame tu gracia y viviré!
Pedro Fraile
«DUREZA DE CORAZÓN»
Inicio un camino,
y me aferro al punto de partida.
Tomo una iniciativa,
y quiero asegurar el éxito.
Sueño con el futuro,
y necesito signos.
Te rezo, y te exijo resultados.
Leo tu palabra y busco pruebas
de tu amor.
‘Por tu palabra echaré las
redes’,
dijo un día Pedro a Jesús.
‘Porque tú lo dices, volveré
adonde
no he podido pescar,
contra toda evidencia’,
musitó el pescador galileo.
Haz Señor, que aprenda a confiar
en tu palabra, en tus promesas,
en ti.
Que sepa llorar, Padre,
como Pedro, en el mar de
Galilea,
la terquedad de mi corazón.
Pedro Fraile
«EL MIEDO A LO DESCONOCIDO»
Tuve miedo y levanté barreras.
Estaba inseguro y no quise oír.
Tuve dudas y me aferré a la
costumbre
La Escritura de nuestros mayores
¡Lo decía todo; lo sabía todo;
no hay novedad; no hay que
insistir!
Un día apareció Jesús
y dijo con voz clara, para que
todos lo entendiéramos,
y con voz suave para que nadie
se asustara:
‘Está escrito…pero yo os digo’
Aquel día me atreví a pensar por
mí mismo;
a escuchar otras palabras; a ver
con otros ojos;
a quitar barreras y a levantar
persianas.
Y el evangelio se abrió paso
con la claridad de lo bueno,
con la frescura de lo limpio,
con la nitidez de lo único
necesario:
«Cada vez que lo hicisteis con
uno de estos
más pequeños, conmigo lo
hicisteis»
Pedro Fraile
«RENUEVA EN MI TU MILAGRO»
De pequeño me hablaron de ti
y te dejé en el baúl de los
recuerdos,
de las cosas perdidas,
de los saberes prescindibles.
Pasados los años,
cuando las preguntas importantes
las trae la vida y no los
libros,
cuando quiero no pensar
y se me apodera el corazón,
has vuelto sin avisar.
He leído mucho sobre ti.
Algunos dicen que eres un
personaje extraño;
que las Iglesias te han
manipulado,
que te usan ladinamente para sus
intereses.
Yo sólo quiero volver a la
verdad primera,
a la que me enseñaron mis
padres,
mis catequistas, mis abuelos…
¿Quién eres Jesús?
Si al ciego del camino le
devolviste la vista,
y a la pecadora el perdón,
renueva en mi tu milagro.
Pedro Fraile
«CAERSE DEL CABALLO»
Iba montado en el caballo de mis
seguridades.
Llevaba las riendas de mi
montura con soltura
-al menos eso creía-
En mi ceguera y soberbia te
perseguía.
Pero te apareciste, Señor,
y me derribaste de un golpe
certero.
¿Quién eres? Sólo me atreví a
decir
Quise resistirme con coces
alocadas,
sin mirar hacia dónde se
dirigían.
Pudiste más, y tu marca ha
quedado en mí
¡para siempre!
¿Qué debo hacer? – fue mi
pregunta-
y tú, Señor, me respondiste
¡Levántate! ¡Sé honesto!
¡Camina!
Pedro Fraile
«TÚ ERES MI DIOS, DIOS DEL AMOR»
Cuando calculas los beneficios
de tu generosidad,
cuando recueces el corazón en
venganza,
cuando maldices todo lo que te
rodea,
no busques allí el rostro de
Dios.
Cuando pisas al que está por
debajo,
cuando te ríes del que no tiene
nada que ofrecer,
cuando destierras de tu vida la
sonrisa,
mejor que no pronuncies el
nombre de Dios.
Cuando haces bromas con los
defectos ajenos,
Cuando justificas tu comodidad y
egoísmo,
Cuando quieres reducir a Dios a
un teorema,
no ensucies el nombre de Dios
Dios es amor y Dios se hace
amor.
Dios ama y perdona, sonríe y es
gratis,
busca y abraza, bendice y acoge.
Dios lo hace todo nuevo,
El cielo y la tierra,
Los días y las horas,
también el corazón.
¡Concédeme Señor comprender
que tú eres mi Dios: el Dios del
Amor!
Pedro Fraile
«LAS HERIDAS CICATRIZARÁN»
La queja de mi pueblo, Señor,
repite, entre dientes, con
insistencia,
«ni perdono ni olvido».
La sentencia del humillado, mi
Dios,
recuerda una y otra vez
que la «venganza se sirve en
copa fría».
¿Dónde están tus espaldas
cubiertas de delitos ajenos?
¿Dónde queda la justicia
con los débiles que no tienen
quien les defienda?
¿Dónde está el perdón
cuando supura por las venas el
odio?
Deja que repita este himno
que me saja como
un cuchillo hasta el fondo:
Sí, es verdad
«Cristo padeció por nosotros
para que sigamos sus huellas».
Sí, déjame que crea y que te
diga:
«tus heridas nos han curado».
Pedro Fraile
«VEN SEÑOR JESÚS»
¡Ven pronto, Señor,
como nos prometiste!
Las fuerzas del mal
parecen desatadas,
en una orgía de injusticias y de
violencias,
como si nadie pudiera
detenerlas.
¡Ven pronto, Señor!
para mostrarnos que el camino
del bien está en la entrega,
no en las armas;
que el camino del hombre
es la justicia y la libertad,
no el abuso ni la manipulación.
¡Ven pronto, Señor!
Dinos dónde buscar la verdad;
dónde apoyarnos en la verdad;
en quién poner nuestra
esperanza.
Tú respondes y dices,
¡Sí, vengo pronto!
¡Aleluya! ¡Amén!
Pedro Fraile
«DANOS UN CORAZÓN DE CARNE»
Buen Dios, Señor de la
historia,
Presente y horizonte de la
humanidad
Enséñanos a leer tu palabra
como lo es en verdad,
«buena noticia»
que se dice «para nosotros»
y que se dice « hoy».
Danos un corazón humano,
que sepa amar y soñar,
que te busque y no te esquive
que se admire y sepa llorar.
Danos un corazón humanado,
que sepa orar a carne viva,
que se estremezca con tus
palabras
y que las haga vida de vida.
No permitas que cerremos
los oídos a tu mensaje,
los puños a tu mano
extendida,
el corazón a tu voluntad.
Buen Dios, Señor de la
historia
Presente y horizonte de la
humanidad
Pedro
Fraile
«ESCUCHA AMOROSA»
Dios, Padre bueno,
que
has querido mostrarnos
tus
entrañas de misericordia,
tus
designios de salvación
para
toda la humanidad.
Haz
que escuchemos tu palabra
con
el espíritu de los niños.
Sorprendidos, boquiabiertos,
como
si fuera la primera vez.
Limpios
de prejuicios,
que
resuene tu voz y no la nuestra.
Dóciles
y obedientes
para
que ella nos transforme.
Concédenos
tener hambre de tu palabra
Que
la deseemos y la añoremos.
Que
la pidamos como los pobres
Y
la esperemos como las madres.
Danos
la alegría de escucharla
y repetirla, y rumiarla,
con
el amor de los hijos.
Que
tu palabra, Señor,
nos
haga discípulos de tu Hijo Jesucristo
y
sigamos de cerca sus huellas. Amén.
Pedro
Fraile
«DESEOS DEL CORAZÓN»
Háblame, Señor, y entra en mi vida.
Hazme, Señor, pobre de espíritu.
Hiéreme, Señor, en mis entrañas.
Grita a mi oído cuando te evite.
Abre mis ojos cuando me ciegue.
Sostenme cuando tropiece.
Si tú me buscas, que no te rehúya,
si tú te me cruzas, que no te aparte,
si tú me ardes, que no te apague.
Ojalá fuera oyente de tu palabra,
ojalá aprendiera en la escuela de tu Hijo,
ojalá te buscara en el corazón de mis
hermanos.
Tu voz resuena en mi vida,
mi historia bien la conoces,
¡Dame la dicha de los hijos!
Pedro
Fraile
«UNA ALIANZA ESCRITA EN EL CORAZÓN»
Un gesto de complicidad,
cuando los dos rivales se
estrechan la mano
y prometen que no van a
ser beligerantes.
Un gesto de paz,
cuando dos enemigos se
abrazan
y sellan el deseo de las
buenas intenciones.
Un gesto de amor,
cuando el esposo pone el
anillo a la esposa
proclamando que se
pertenecen y se quieren.
Un gesto de confianza en
el hombre
cuando en tu Misericordia
te abajas, Señor,
para estrecharnos,
abrazarnos,
decirnos que nos
pertenecemos:
¡Somos tu pueblo y Tú
eres nuestro Dios!
Ayúdanos a comprender,
Señor,
que la Alianza iniciada
en el Sinaí
ha llegado a su plenitud
en la vida entregada de
Jesús.
Que podamos gritar con la
cabeza erguida
¡Somos tu pueblo y Tú
eres nuestro Dios!
Pedro
Fraile
«¿QUIÉN ERES JESÚS?»
Me vuelve la pregunta una
y otra vez.
Parece como si no
sirviera la respuesta
que di hace años, siendo
aún un niño.
Se queda insuficiente,
porque la vida cambia y
la fe pide una nueva luz.
¿Un rebelde con mala
suerte,
cuya fama
–inexplicablemente- perdura?
¿Un hombre misterioso,
prisionero de distintos
credos?
¿Un profeta de tiempos
que nunca llegan?
No sirven las respuestas
de otros.
Tampoco basta con repetir
frases hechas.
Menos aún soporto a
quienes te quieren usar,
para sus fines no siempre
claros.
¿Por qué mi corazón desea
conocerte?
¿Por qué mi mente busca
tu verdad?
¿Por qué te rezo y quiero
seguirte?
Déjame, como Pedro,
mirarte a los ojos
y decir con voz queda
pero segura:
‘Tú eres el Mesías’ ‘Tú
eres mi Señor’
‘En ti pongo mi esperanza’ ‘Tú eres el Hijo de Dios’
«EL ÁRBOL DE LA VIDA»
Num 21,4-9; Jn 3,14
La Tierra Prometida
está siempre detrás de aquella colina.
El guía nos dice, ‘un poco más’,
y nosotros sólo podemos musitar:
‘ya no puedo más’.
Con voz débil le decimos:
¿Dónde estás, Señor, en este desierto?
¿Vas a dejar que tu pueblo muera renegando?
¿No vas a intervenir?
Si murmuramos, no te extrañes.
¿Vas a castigarnos porque recordamos otros tiempos
cuando éramos insultantemente felices?
La distancia es demasiado grande
entre nuestra condición rota y tu Señorío.
No nos dejes; no renuncies a tu obra;
somos tuyos; tú nos llamaste a la vida;
tú nos regalaste el don de la fe».
Y entonces, como en una visión,
aparece la cruz del Hijo, y una voz que dice:
«En este árbol está la Vida».
«OTRA VIDA ES POSIBLE»
Jn 3,1-6
«No se puede cambiar a
según qué edad»,
Me decías convencido.
Leímos juntos el texto de
Nicodemo,
Y tu corazón cambió:
¿Qué es nacer de nuevo?
¿Quién puede hacer
ese milagro en mí?
¿No estoy condenado por
mi vida pasada?
¿No estoy determinado por
fuerzas extrañas?
Después de leer, oramos,
Con palabras nuevas
dijimos:
Señor Jesús,
No permitas que me
acostumbre a la rutina,
Que me cierre a lo nuevo,
Que encarcele mi corazón.
¡Dame tu gracia y viviré!
Pedro Fraile
«¿SERVIR O TREPAR?»
Mc 10,35-45
Señor Jesús,
leo en tu evangelio
una invitación a servir,
y me empeño en
‘buscar enchufes’.
Critico, como todos,
a los hijos del Zebedeo,
y sueño con ‘trepar’
en los puestos sociales.
Me alegro cuando
denuncias, sin medias tintas,
las formas de
gobierno de los poderosos,
pero yo las uso con
mis hermanos y vecinos.
Señor Jesús, sana mi
corazón,
ponme frente a mis
falsedades,
muéstrame mis
contradicciones,
purifica mis deseos
nunca confesados.
Señor Jesús, que la
buena noticia de tu evangelio
se identifique con
el ‘servicio humilde y alegre’
¡nunca con la fuerza
ni la imposición!
Pedro Fraile
«DUREZA DE CORAZÓN»
Lc 5, 1-11
Inicio un camino,
y me aferro al punto de partida.
Tomo una iniciativa,
y quiero asegurar el éxito.
Sueño con el futuro,
y necesito signos.
Te rezo, y te exijo resultados.
Leo tu palabra y busco pruebas de tu amor.
‘Por tu palabra echaré las redes’,
dijo un día Pedro a Jesús.
‘Porque tú lo dices, volveré adonde
no he podido pescar,
contra toda evidencia’,
musitó el pescador galileo.
Haz Señor, que aprenda a confiar
en tu palabra, en tus promesas, en ti.
Que sepa llorar, Padre,
como Pedro, en el mar de Galilea,
la terquedad de mi corazón.
Pedro Fraile
«EL MIEDO A LO DESCONOCIDO»
Mt 5 5,21-43
Tuve miedo y levanté barreras.
Estaba inseguro y no quise oír.
Tuve dudas y me aferré a la costumbre
La Escritura de nuestros mayores
¡Lo decía todo; lo sabía todo;
no hay novedad; no hay que insistir!
Un día apareció Jesús
y dijo con voz clara, para que todos lo
entendiéramos,
y con voz suave para que nadie se asustara:
‘Está escrito…pero yo os digo’
Aquel día me atreví a pensar por mí mismo;
a escuchar otras palabras; a ver con otros
ojos;
a quitar barreras y a levantar persianas.
Y el evangelio se abrió paso
con la claridad de lo bueno,
con la frescura de lo limpio,
con la nitidez de lo único necesario:
«Cada vez que lo hicisteis con uno de estos
más pequeños, conmigo lo hicisteis»
Pedro Fraile
«JESÚS, CAMINO, VERDAD Y VIDA»
Jn 6, 32-58
Revelar es quitar el velo.
Rebelarse es sublevarse.
Desvelar es ver sin velos.
Rebelión es oposición.
Juan nos desvela el misterio de Jesús.
«¿Quién eres, maestro? »
«¿Dónde vives? »
Juan nos invita a la rebelión:
«¡Sois hijos de la Verdad,
no consintáis con la mentira!»
Juan nos desvela la Luz,
para que nos rebelemos contra las tinieblas.
Cuando las sendas se desdibujan,
las verdades se difuminan,
y lo vital se delimita,
haz Señor que proclame con Juan,
que desvela y se rebela:
‘Tú eres mi Camino ,
Tú eres mi Verdad,
Tú eres mi Vida’
Pedro Fraile
«RENUEVA EN MI TU MILAGRO»
Lc 7,36-50
De pequeño me hablaron de ti
y te dejé en el baúl de los recuerdos,
de las cosas perdidas,
de los saberes prescindibles.
Pasados los años,
cuando las preguntas importantes
las trae la vida y no los libros,
cuando quiero no pensar
y se me apodera el corazón,
has vuelto sin avisar.
He leído mucho sobre ti.
Algunos dicen que eres un personaje
extraño;
que las Iglesias te han manipulado,
que te usan ladinamente para sus intereses.
Yo sólo quiero volver a la verdad primera,
a la que me enseñaron mis padres,
mis catequistas, mis abuelos…
¿Quién eres Jesús?
Si al ciego del camino le devolviste la
vista,
y a la pecadora el perdón,
¡renueva en mi tu milagro!
Pedro Fraile
«VEN
SEÑOR JESÚS»
Ap 21,1-5
¡Ven pronto, Señor,
como nos prometiste!
Las fuerzas del mal
parecen desatadas,
en una orgía de injusticias y
de violencias,
como si nadie pudiera
detenerlas.
¡Ven pronto, Señor!
para mostrarnos que el camino
del bien está en la entrega,
no en las armas;
que el camino del hombre
es la justicia y la libertad,
no el abuso ni la
manipulación.
¡Ven pronto, Señor!
Dinos dónde buscar la verdad;
dónde apoyarnos en la verdad;
en quién poner nuestra
esperanza.
Tú respondes y dices,
¡Sí, vengo pronto!
¡Aleluya! ¡Amén!
Pedro Fraile
«CAERSE DEL CABALLO»
Hch 9, 1-9
Iba montado en el caballo de mis seguridades.
Llevaba las riendas de mi montura con soltura
-al menos eso creía-
En mi ceguera y soberbia te perseguía.
Pero te apareciste, Señor,
y me derribaste de un golpe certero.
¿Quién eres? Sólo me atreví a decir
Quise resistirme con coces alocadas,
sin mirar hacia dónde se dirigían.
Pudiste más, y tu marca ha quedado en mí
¡para siempre!
¿Qué debo hacer? – fue mi pregunta-
y tú, Señor, me respondiste
¡Levántate! ¡Sé honesto! ¡Camina!
Pedro Fraile
«LAS
HERIDAS CICATRIZARÁN»
1 Pe 2,21-24
Is
52,13-53,12
La queja de mi pueblo, Señor,
repite, entre dientes, con insistencia,
«ni perdono ni olvido».
La sentencia del humillado, mi Dios,
recuerda una y otra vez
que la «venganza se sirve en copa fría».
¿Dónde están tus espaldas
cubiertas de delitos ajenos?
¿Dónde queda la justicia
con los débiles que no tienen
quien les defienda?
¿Dónde está el perdón
cuando supura por las venas el odio?
Deja que repita este himno
que me saja como
un cuchillo hasta el fondo:
Sí, es verdad
«Cristo padeció por nosotros
para que sigamos sus huellas».
Sí, déjame que crea y que te diga:
«tus heridas nos han curado».
Pedro Fraile
EL DON DE LA FE
Nos educan
para conquistar
tierras inexploradas,
para alcanzar
cumbres inexpugnables,
para adentrarnos
en espacios inimaginables .
Nos educan
para desentrañar
misterios escondidos,
para reconstruir
estructuras ocultas,
para descifrar
claves secretas.
¿Pero quién nos
educa
para escuchar tu
palabra?
¿Quién nos enseña
a ponernos a tus pies?
¿Quién nos ayuda
a comprender tu
don,
el don de la fe?
Pedro Fraile
Yécora
TESTIGOS DEL
RESUCITADO
Amantes de la
vida,
Rebeldes por causa
de los débiles,
Tiernos con los
frágiles
Y duros con los
severos.
Profetas ante los
poderosos,
Sabios que disipan
tinieblas,
Evangélicos en
todo momento.
Un nombre: Jesús.
Una misión: su
causa.
Un reto: vivir
como él vivió.
Una lacra:
nuestras contradicciones
Un riesgo: el
cansancio.
Señor Jesús, tu
triunfo es nuestro triunfo;
Tu glorificación
anuncia la nuestra.
Somos tus
testigos:
¡Testigos del
Resucitado!
Pedro Fraile
Yécora – Pascua 2013
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