02 mayo, 2016

LECTIO DIVINA: TESTIGOS HASTA DAR LA VIDA


Lectio del evangelio del 3 de Mayo de 2016

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Os he hablado de esto, para que no tambaleéis.
Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí.
Os he hablado de esto para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho.» (Jn 15,26-16,4)

LECTIO. Jesús se despide de sus discípulos y anuncia el envío del Espíritu Santo. Él dará testimonio de quién es Jesús, y los discípulos serán a su vez testigos de Jesús. Ser testigo supone compartir la suerte de aquel de quien se testifica, incluso a riesgo de ser perseguido. La expulsión de la Sinagoga de la que habla el texto es la prueba cierta de la expulsión de los primeros cristianos de la comunidad judía que tiene lugar a finales del primer siglo de la era cristiana. Es importante el comentario que añade San Juan: el que esto hace, el que usa la violencia, incluso la persecución a muerte, ‘piensa que así da culto a Dios’.

MEDITATIO. Testigo, testimonio y Espíritu Santo van unidos. Nadie puede ser testigo de Jesús y dar testimonio de él si previamente el Espíritu Santo no ha descendido en él, transformado en plenitud y renovando su propia vida. Lo demás es voluntarismo, ideología o soberbia espiritual. El verdadero testigo asume, incluso, la posibilidad de sufrir una persecución. Cuando hablamos de «persecución» no hablamos de algo suave, llevadero y pasajero: un disgusto, una preocupación, un contratiempo, un revés. La historia de antes y la de hoy nos dice que la confesión de Jesús puede llevar en muchos casos a la condena a muerte (cristianos de Irak, de Siria, de Egipto, de Pakistán, de Kenia, de Nigeria, de India, de China etc.). Lo más grave: como anuncia de forma profética san Juan, «quienes hacen esto, piensan que así dan gloria a Dios». Increíble, impensable, terrible. ¡Cuánto tenemos que seguir purificando nuestra experiencia y nuestra imagen de Dios!

ORATIO. Vivifica, Señor, por medio de tu Espíritu, mis deseos de seguirte. Que no caiga en la trampa de la soberbia ni en el engaño del voluntarismo. Que nunca caiga, bajo ningún concepto, en la condena a muerte de nadie, ni siquiera en la violencia contra nadie; menos aún, que pronuncie tu nombre en la justificación de estas atrocidades.


CONTEMPLATIO. Vamos repasando y poniendo cara a todos estos testigos de Jesús, y de la acción del Espíritu Santo proclamada en su fe valiente. Testigos que han llegado a morir por no renunciar a su adhesión firme y limpia ante Dios. Damos gracias a Dios por su testimonio y pedimos que su sangre no haya sido derramada en vano. Que la humanidad respete la fe profunda y sincera de todas las personas.

NOTA. Acabo de darme cuenta de que hoy, 2 de Mayo, es San Atanasio de Alejandría. Santo de la antigua Egipto bizantina, cristiana. Los mártires que ilustran esta 'lectio' son la comunidad cristiana heredera de la fe de san Atanasio. Solo nos queda decir: San Atanasio de Alejandría, ruega por nosotros.

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