22 junio, 2016

EL SEÑOR SOSTIENE MI VIDA. Salmo 54


Comparto con vosotros esta breve exégesis del Salmo 54, una súplica individual.

Salmo 54

            3          Oh Dios, sálvame por tu nombre,
                        sal por mí con tu poder.
            4          Oh Dios, escucha mi súplica,
                        atiende a mis palabras;
            5          porque unos insolentes se alzan contra mí,
                        y hombres violentos me persiguen a muerte,
                        sin tener presente a Dios.
            6          Pero Dios es mi auxilio,
                        el Señor sostiene mi vida.
            7          Devuelve tú su maldad a mis contrarios
                        Y destrúyelos, por su lealtad
            8          Te ofreceré un sacrificio voluntario,
                        dando gracias a tu nombre, que es bueno;
            9          porque me libraste del peligro,
                        y he visto la derrota de mis enemigos.

            1. Notas textuales. El salmo empieza en el v. 3 porque los dos primeros versículos forman parte de la «cabecera». ‘Al maestro del coro, con arpas. Oda de David. Cuando los de Zif fueron a decir a Saúl que David estaba escondido con ellos’.
            El versículo 7 es una petición de intervención de Dios contra los enemigos. La Liturgia de las Horas excluye intencionadamente este versículo.
            2. Aspectos literarios: El salmo pertenece al género literario de las 'súplicas individuales'.    Desde el punto de vista estilístico, se distingue con claridad tres paralelismos sinonímicos:

                        v. 4      Oh Dios,                                 escucha mi súplica
                                                                                   atiende mis palabras
                       
                        v. 5      unos insolentes                         se alzan contra mí
                                    unos hombres violentos            me persiguen a muerte

            El tercer paralelismo ocupa el centro del salmo (tres versos [3-5], centro en el v. 6 y  tres versos [7-9]), ayudándonos a reconocer el sentido que el orante quiere destacar: Dios auxilia y sostiene la vida del creyente

                        v. 6      Dios                 es                     mi auxilio
                                    el Señor           sostiene            mi vida
            
               3. Antropología teológica: El ser humano, débil en su constitución, y rodeado de peligros (carestía, violencia, enfermedades) suplica a Dios. La oración de súplica es, quizás, la más natural y espontánea. Tres verbos significativos: «sálvame», «escucha», «atiende». En una relación de fe de carácter interpersonal, el creyente pide a Dios que esté atento a sus súplicas y que además le haga caso, que no le ignore.
            El salmo continúa con una «confesión de confianza» en Dios: él es «mi auxilio», él «sostiene mi vida». No se puede rezar a Dio si se duda bien de que salva, bien de que está cerca de quien le reza. La confianza es necesaria en la vida relacional, y en la vida de la fe.
        El orante pide que Dios intervenga y que destruya a los «adversarios/contrarios/enemigos». ¿Quiénes son y, consecuentemente en qué consiste esta destrucción? Los «enemigos» que acechan no se identifican, si bien insiste en que son «violentos»: ¿acreedores que buscan cobrar un dinero? ¿Personas violentas que persiguen al justo? O de forma simbólica, ¿una enfermedad? ¿Un período largo de hambre?
            El salmo da un salto repentino y concluye con una promesa de acción de gracias porque Dios ha intervenido salvando. El colofón invita a la confianza en Dios.
            4. Lectura espiritual. La fe no excluye ni el dolor, ni el sufrimiento, ni las carestías, ni las dificultades. Pero el creyente las afronta de forma distinta. Los «adversarios» del ser humano, como hemos indicado, son múltiples; cada uno puede identificarlos y ponerles nombre.
            La fe en Dios no es un «seguro de vida», de forma que el creyente se ve libre de acosos, violencias, crisis o persecuciones. Pero la confianza en que Dios hace justicia, que no abandona, es el motor principal y el fundamento de su vida. Como dice el orante: «el Señor sostiene mi vida».

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