23 noviembre, 2013

UN REY EN EL PATÍBULO DE LA CRUZ


            La cruz es un patíbulo. En la historia cruenta de la humanidad, los ajusticiados a muerte han ido pasando, en momentos diversos, por el «filo de la espada o del alfanje», por la «guillotina» francesa, por el «garrote vil» ibérico, por la «horca» primero , la «silla eléctrica» o la «inyección letal», después, de los sheriffs americanos; por el disparo de fusilería de los paredones; por los «hornos crematorios», los «gulags» y los «campos de reeducación» de los asesinos institucionalizados del siglo XX… y por la cruz…. La cruz de los imperialistas romanos.
            La condena a muerte es abominable, como todas las condenas a muertes. Pareciera que a muerte se condenan sólo a asesinos reincidentes confesos, a violadores sin escrúpulos, a delincuentes muy peligrosos, a revoltosos y sublevados… También la historia nos dice que la pena de muerte se ha aplicado a reyes burgueses que vivían a espalda del sufrimiento secular de su pueblo. También que se han matado a personas cuyo único delito era «el no ser de los nuestros» o «no pensar como nosotros».              La historia recoge el grito de muerte de muchos condenados a muerte. La historia recoge también la ejecución de un «rey pacífico y compasivo; humano y coherente; duro con los poderosos y misericordioso con los débiles; un rey inocente». Mañana es «Cristo Rey y Señor del Universo». La Iglesia nos invita a celebrar en una gran fiesta que la historia de la humanidad no está desbocada como un caballo sin rumbo; que la historia tuvo un comienzo en el acto creador de Dios (Alfa) y que se dirige a su consumación final en la nueva creación de Cristo (Omega). La historia tiene principio y fin: todo viene de Dios y todo se dirige a Dios. Jesucristo, el rostro humano de Dios, ocupa todo el arco dándole dirección y sentido. Ahora bien. La tentación perenne de la humanidad es hacer de este Cristo un «emperador» poderoso al estilo humano: violento, justiciero, vengativo, duro, inmisericorde… ¡Cuánto daño se ha hecho con esta imagen de Dios, que se ha traspasado de forma injusta y dañina a la de Cristo!

            El evangelio de este domingo de Cristo Rey del Universo apunta en la dirección correcta: Jesús es rey en la cruz. Sí, en un patíbulo. Jesús muere como un condenado a muerte. Para entender quién es el Cristo-rey-crucificado no podemos acudir a las imágenes de los reyes de la antigüedad (¡tampoco de los reyes de hoy!). Solo podemos entender a Cristo-crucificado poniendo nuestra mirada en el Siervo de Yahvé que no abría la boca cuando le insultaban, que ofrecía su espalda para llevar culpas ajenas, cuyas heridas nos han curado.
            Jesús sí que es rey; así lo dice el cartel que corona el palo vertical «Jesús nazareno, rey de los judíos». Tiene corona, pero es de espinas. Lleva cetro, pero es una caña; sus ropas no son una hermosa capa de armiño, sino un paño de pureza; su trono no es un hermoso sillón dorado, sino una cruz de dos palos entrecruzados; sus manos no llevan anillos, sino clavos de herrero… Con todo, no caigamos en la descripción sentimentalista. Jesús es rey en la cruz, pero es rey misericordioso; no grita venganza, sino perdón; no inicia un camino de violencia, sino que sella un camino de coherencia.
            Jesús en la cruz es rey, y lo es en solidaridad con todos los crucificados del mundo: los niños asesinados en Siria; los que han visto perder todo en el tifón de Filipinas; las niñas perseguidas a muerte de Afganistán; los desahuciados por los bancos después de haber sido alevosamente engañados… Los crucificados de hoy tienen muchos nombres. No creemos en un «rey emperador» que banquetea con la «crème» de este mundo, sino en un «rey crucificado».

Pedro Ignacio Fraile Yécora
Solemnidad de Cristo Rey y Señor del Universo
   http://pedrofraile.blogspot.com.es/

            

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