04 abril, 2016

IN MEMORIAM, GONZALO ARANDA. Un poquito más solos, más empobrecidos, más necesitados.


«Dios nos libre del día de las alabanzas», se dice por mi tierra, que es la de Gonzalo, la aragonesa. Este dicho popular es elocuente, pues en los elogios fúnebres se hincha la figura del difunto hasta hacerla irreconocible.
Sin querer excederme, quiero dar gracias a Dios por la vida y la obra de este humilde hijo de campesinos, de las duras tierras del campo de Daroca que frisan con las de Guadalajara; de las altas y frías tierras de los llanos de Cubel y Aldehuela de Liestos, cerca del Campo Bello de Teruel. Gonzalo nació en Torralba de los Frailes, un pueblo donde hay que ir de propio, porque está adentrado en las tierras altas y frías del límite entre Zaragoza, Guadalajara y Teruel.
De allí pasó al Seminario de Zaragoza, pues aunque muchos lo desconocían porque lo relacionaban directamente con la Universidad de Pamplona, él se ordenó al servicio de la archidiócesis zaragozana. Cura humilde, piadoso y bondadoso. Siempre sonreía y te dedicaba su tiempo; nunca tenía brotes de soberbia, displicencia o altivez. Era un especialista en copto, la lengua de los antiguos cristianos egipcios, pero él no hablaba de eso. No era lo más importante para él. Cuando te acercabas, siempre te atendía con dedicación, respeto, cariño. Como decimos también por los pueblos, «un sol de hombre». Dice mucho de él que, siendo profesor en Pamplona, se llevó a sus padres, longevos y enfermos, a la capital navarra para cuidar personalmente de ellos.
Desde el punto de vista académico e intelectual, Gonzalo era un especialista mundial en apocalíptica del Antiguo Testamento, en concreto del libro de Daniel. Los grandes diccionarios bíblicos recientes contaban con su pericia y su sabiduría para que nos explicara en pocas palabras el «Libro de Daniel». Personalmente tengo otros recuerdos, todos buenos, que no creo que sea necesario traer a colación.
Gonzalo, nos dejas un poquito más solos porque no tenemos ya tu cercanía de amigo; un poquito más empobrecidos, pues no podemos recurrir a tu sabiduría vasta y precisa a un tiempo, un poquito más necesitados, pues ya no podremos echar mano de tu apoyo sincero.
Que el Hijo del hombre, como diría el libro de Daniel en su capítulo 7, que tantas veces comentaste, el Señor resucitado, te dé la vida junto a él. Que la Virgen de «Guía al Guererro», patrona de tus tierras, te cubra con su manto. Descansa en paz. Requiescat in pace. Amén. Aleluya.

Pedro Fraile
4 de Abril de 2016
Anunciación del Señor

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