22 junio, 2016

SEÑOR, NO ABANDONES LA OBRA DE TUS MANOS. Salmo 138

Salmo 138

1b        Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
                        delante de los ángeles tañeré para ti.
2          Me postraré hacia tu santuario,
                        daré gracias a tu nombre:
                        por tu misericordia y tu lealtad,
                        porque tu promesa supera tu fama;
3          Cuando te invoqué me escuchaste
                        acreciste el valor de mi alma
4          Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
                        al escuchar el oráculo de tu boca;
5          canten los caminos del Señor,
                        porque la gloria del Señor es grande.
6          El Señor es sublime, se fija en el humilde,
                        y de lejos conoce al soberbio
7          Cuando camino entre peligros,
                        me conservas la vida;
                        extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo
                        y tu derecha me salva
8          El Señor completará sus favores conmigo:
                        Señor, tu misericordia es eterna,
                        no abandones la obra de tus manos.

            1. Notas textuales. La cabecera se lo atribuye a David (v. 1 a). El texto presenta una variante interesante. El texto hebreo dice «delante de otros dioses», mientras que la Biblia griega (LXX) y la Vulgata, dice «delante de los ángeles». La primera traducción la mantienen algunas versiones (por ejemplo La Biblia (LB). La segunda la encontramos en la mayoría de las traducciones modernas.
            2. Aspectos literarios. Estamos ante un salmo de «acción de gracias». El salmo comienza con esta expresión «te doy gracias Señor (hodû Adonay) que aparece en otros salmos bíblicos.
            El sintagma «dar gracias» aparece hasta en tres ocasiones a lo largo de la oración/poema. Los dos primeros tienen como sujeto al orante (doy gracias/daré gracias), el tercero tiene por sujeto «los reyes de la tierra». Destaca igualmente las referencias explícitas al Señor/Yhwh, en siete ocasiones.
            3. Antropología teológica. La acción de gracias aparece con cierta frecuencia en la oración del salmista. El agradecimiento es propio de la persona creyente que se sabe «agraciada» por otro, favorecida de forma gratuita o inesperada por él. En el Libro de los salmos no es difícil encontrar versos que expresan este sentimiento.

            Te daré gracias de todo corazón, Señor, Dios mío,
            Daré gloria a tu nombre por siempre (Sal 86,12)    
           
            Te doy gracias porque me escuchaste y fuiste mi salvación (Sal 118,21)
           
            Te daré gracias de corazón, instruido por tus justas decisiones (Sal 119,7)
           
            Te doy gracias porque eres sublime, tus obras son prodigiosas (Sal 139,14)

            Junto con esta actitud natural en la condición humana, toda una serie de temas propios de la Biblia se repiten: el santuario como morada; la misericordia y la fidelidad de Dios; Dios escucha; Dios se fija en el humilde; Dios defiende del enemigo etc. El poema/oración concluye con una referencia al ser humano como «obra de las manos de Dios», insistiendo de nuevo en las personas como «criaturas».
            4. Lectura espiritual. El orante tiene muchos motivos para dar gracias a Dios; nos fijamos solo en un uno: en la misericordia y fidelidad de Dios que dura por siempre. La misericordia es un tema recurrente en la Biblia y más en concreto en los salmos. La persona que se sabe «necesitada», «abandonada» o «descalificada»; aquella que no espera ya de nada ni de nadie, eleva sus brazos a Dios y se pone en sus manos de misericordia. El salmo concluye con una súplica muy hermosa, en la que el orante habla de sí mismo como «obra de las manos» de Dios, y se atreve a suplicarle, como un pobre, que «no le abandone». Esta no es la oración de alguien soberbio, engreído y pagado de sí mismo; todo lo contrario, es la oración de una persona que se «abandona» confiadamente en la misericordia divina.


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