27 junio, 2017

LA DIGNIDAD HUMANA; CRISTIANOS Y POLITICA (1)

El título ya es, en sí mismo, un riesgo, una provocación, un dislate, un atrevimiento, una osadía. Pero, ¿acaso los cristianos se meten en política?; ¿acaso un político puede ser cristiano? Si decimos que «sí», diremos, ¿en qué partido?; ¿hay un partido cristiano? ; ¿hay un partido «de los cristianos»?; ¿hay un cristiano que esté «cómodo» en un partido?
                Los que me conocéis personalmente estarán pensando: «¡no…., no te metas en estos líos…!». Bueno. A lo mejor es que ningún cristiano se mete en «estos líos», y así nos va. Como yo me siento más cómodo en la Biblia que en otros lares, me voy directamente a la Biblia.

                Nos dice san Marcos que Jesús, cuando comenzó su misión decía: «convertíos, el Reino de Dios está cerca» (Mc 1,15). ¿Es esto política? Si «reducimos» la conversión a dejar de mirar mal al vecino, o dejar de ser vanidoso, pues parece que no. Pero si la conversión tiene que ver con las personas, con pensar en los más desfavorecidos, a lo mejor la «conversión» tiene que ver con la política.  La «política» tiene que ver con el arte de gobernar la «polis» (en griego, la “ciudad”, entendida en sentido lato, no reducido). El buen político tiene que ver con los «politeis», esto es, con los «ciudadanos que habitan una polis».  
San Marcos sigue diciendo que Jesús anunciaba que «el Reino de Dios está cerca». Vayamos por partes. ¿Qué es eso del «renio»? Los republicanos  se ponen nerviosos. Habrá que recordarles que en Judea y Galilea, por donde se movía Jesús, la «república» tenía que ver con la «res publica» de Roma (bueno, en época de Jesús ya era un Imperio, y el emperador era Tiberio); Jesús hablaba de «reino» porque el pueblo judío seguía recordando las promesas hechas por los profetas, según las cuales Dios no abandonaría a la «casa de David», que era «rey». Jesús ya no habla del «rey David», sino del «reino de Dios». Donde está Dios, David tiene poco que decir. En el conjunto de la Biblia, Dios-Señor-Yhwh está con la gente sencilla, con los que sufren, con los de abajo; y no le gusta los que pisan, los que van abusando de los sencillos. El «Reino de Dios» tiene que ver con un cambio de orientación de la sociedad, donde las personas son importantes por ser personas, no porque tengan más o menos dinero, más o menos cultura o poder. Jesús decía que este «Reino» estaba llegando.
Alguno se inquieta: «sí, sí… ¿pero qué partido encarna este Reino?». La teología a veces gasta malas pasadas. La teología nos dice que este «reino» se mueve entre el «ya» y el «todavía no». Dicho de otro modo: cuando alguien diga: «este grupo humano realiza del todo la voluntad de Dios», debemos decir con sorna aragonesa… «ya, ya…». Dios no se deja «encasillar» en ningún «apellido». Dios es Dios, y cuando decimos que «ya lo tenemos, que lo hemos comprendido» se nos escapa como el agua entre las manos… Falta el «todavía no…» dejando la puerta siempre abierta: «¡Lo hemos conseguido…!»; sí, es importante, pero hay que seguir. «Lo hemos alcanzado…»; sí, pero no es el final del camino. El cristiano sabe que está en camino, y que por mucho que logre en su esfuerzo por hacer una vida más humana, siempre estará con la mirada en su único objetivo, que no es otro sino ver en cada ser humano, por débil, pequeño, insignificante, irrelevante que sea… el rostro humanado de Dios. Ahí, ahí, está la «clave», el «criterio» que todos buscamos.
Hay algo que los partidos no terminan de comprender. Esto mismo hace que los cristianos seamos «incómodos». Para la fe cristiana, cada persona está llamada a participar del cuerpo de Cristo, del que él es cabeza. Lo traduzco: esa persona discapacitada desde niño por una enfermedad o por nacer con una grave deficiencia está llamada a formar parte del cuerpo místico de Cristo. ¡participa plenamente de la salvación de Cristo!. Ese anciano que no produce y solo origina gastos, en su debilidad y singularidad, está llamado a formar parte del cuerpo místico de Cristo. Para los cristianos no hay personas de primera y de segunda, porque el cuerpo místico de Cristo se modela con la carne sufriente y amante de las personas. Muchas  veces a los partidos políticos les sobran los enfermos, otras veces los ancianos, otras veces los discapacitados, otras veces los pobres, otras veces los que siempre protestan, otras veces los que dicen la verdad a la cara, otras veces los emigrantes que vienen sin nada, sin nada, sin nada… A un cristiano no le sobre nadie. Esa es la diferencia. Hay que decir muchas cosas más. Por hoy basta.

Pedro Ignacio Fraile Yécora
Junio 2017


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